Todo es impredecible en el Perú, ¿pero podemos extraer algunas ideas que nos ayuden a entender el presente y a delinear el futuro?
Siete días de protestas y tres presidentes después, puedo por fin escribir sin rabia. Hasta puedo elaborar algunas impresiones a medias, cosas que ni sospechaba el lunes pasado. Las pongo aquí como un gran borrador, como un insumo para las discusiones que vendrán.
1. Que no existan organizaciones sólidas en el Perú no implica que no haya movilización. Desde hace un tiempo, funcionamos de forma contraintuitiva: no es primero te organizas, luego sales; es primero sales, luego te organizas.
Antes, organizar era muy costoso: necesitabas una institución preexistente, fuerte y estructurada que pudiese centralizar todos los recursos (personas, información) y distribuirlos como mejor convenga: un partido, un colectivo, un sindicato.
Pero el Perú es el reino de las instituciones débiles. Por eso, las últimas protestas pasaron por encima de ellas. Además, las redes sociales facilitaron el contacto e hicieron más rápida, y mucho menos costosa, la organización.
De allí que, de un día para otro, se haya creado organizaciones valiosas y circunstanciales como las brigadas de salud o la primera línea de defensa. De allí que las protestas se hayan descentralizado como nunca antes en un tiempo tan corto: marchas en paralelo en Lima, Cusco, Puno, Tacna, Tumbes y, dentro de Lima, en Miraflores, Comas, La Molina, Cercado.
La extensión nacional del paro de julio de 1977 se debió a años de organización sindical y partidaria. En cambio, el alcance nacional y descentralizado de las protestas de noviembre del 2020 se forjó en horas, pese a ser un país de ciudadanos desarticulados. Organización versus espontaneidad. Pasado versus presente.
2. Las instituciones sirven también para transmitir conocimiento, información, experiencia. Pero a veces, esos conocimientos se pueden transmitir por internet. Por ejemplo, durante años solo hubo dos cosas que hacer frente a una lacrimógena: patearla o devolverla, con el riesgo de quemarte el zapato o la mano. Sin embargo, en las protestas de Hong Kong del 2019, los jóvenes manifestantes empezaron a hacer algo distinto: desactivarlas con materiales caseros (#SinCienciaNoHayFuturo). Meses después, hicieron lo mismo en Chile. Y la semana pasada, lo hicimos al fin en el Perú.
Nuestra innovación fue producto de lo global, no de lo local. Se miraba en otros manifestantes en el mundo, no en las lecciones de la CGTP. De hecho, la vieja CGTP está muy débil, lenta, anquilosada, lejísimos de los tiempos actuales. Basta con decir que convocó a su primera Jornada Nacional de Lucha contra Merino para el miércoles 18 de noviembre. Merino cayó el 14.
3. Estas protestas han sido amplias, masivas y descentralizadas porque han sido policlasistas. No son como las marchas durante el segundo gobierno de Alan García, mezcla de rezagos sindicales con jóvenes de clase media. Es la versión mejorada de las marchas contra la Ley Pulpín (2015) y el indulto (2017-2018).
Parte de un aprendizaje: no basta con marchar en el centro de Lima. Hay que sacar a las marchas de allí. Hay que llevarlas a donde jode: a los distritos de clase media alta, al parque Kennedy, a la Javier Prado. Un paso más allá: hay que llevarlas a las casas de los políticos. De allí que veamos cosas que nunca antes habían pasado en el Perú: una marcha en La Molina, por la Alameda del Corregidor y Javier Prado, para llegar a la casa de Ántero Flores-Aráoz; una concentración en la esquina de Angamos con Velasco Astete para decirle su vida a Manuel Merino. En paralelo, seguían las tradicionales manifestaciones en el centro de Lima —que también fue el centro de la represión más dura—, y otras numerosas, pero en lugares antes insospechados para una manifestación contra un presidente: Magdalena, Pueblo Libre, Comas. Era predecible que Merino de Lama no contase con la clase media, pero no que tanta gente —de tantos sectores sociales— saliese a la calle a pedir su cabeza.
4. A la primera versión de La Generación del 68, el texto de Alberto Flores Galindo publicado en Márgenes en 1987, le sigue un comentario de Antonio Cisneros donde contaba, cachoso, su confusión cuando volvió de Londres y fue a la Plaza Dos de Mayo, a una manifestación por el Día del Trabajador en la primera mitad de los 70. Allí se encontró con una cantidad de obreros mucho mayor a las que había visto antes de irse del Perú, y también con un grupito de jóvenes blancos, vestidos de manera muy distinta a los obreros, que pedían revolución a gritos y tachaba al Partido Comunista de revisionista ante la indiferencia obrera. Allí señalaba la diferencia, quizá de modo caricaturesco: por un lado, una clase media alta, militante y radicalizada; por otro, el sector popular, lejano a disquisiciones ideológicas.
Pensemos en estas marchas, lideradas por la “Generación del Bicentenario” y veamos lo que ha cambiado. La manifestación obrera que llenaba la plaza, de la que hablaba Cisneros, ya no existe. Es más, la CGTP ni siquiera participó de manera activa en la caída de Merino.
El tinte ha sido más institucional que ideológico: sí, pedían cosas heterogéneas, pero el mínimo común era la salida del presidente de facto y la restitución del cauce democrático.
Además, había claramente una diferencia generacional. Por un lado, la cantidad de jóvenes ha sido abrumadoramente mayoritaria. Y por otro, la restitución de la democracia pasaba por la cancelación de un gobierno que apestaba a viejo y que representaba a un Perú que ya había dejado de existir.
Finalmente, las diferencias de clase no eran tan divisorias: las marchas fueron policlasistas justamente porque su agenda era única y convocante: fuera Merino, y regresemos a esos 20 años de democracia que no nos gusta, pero que no nos dejaremos arranchar. A esa democracia que no nos satisface y donde casi no nos escuchan, pero que es mejor a no ser escuchados nunca.
5. Ahora queda abierta una pregunta: jóvenes peruanos lograron restituir hoy una democracia que otros jóvenes peruanos restituyeron 20 años antes, pero que con el tiempo fue vaciándose de contenido. Al final, las esperanzas del 2000 quedaron en el aire, y la democracia se convirtió en un mero ritual que repetimos cada cierto tiempo: pararnos, votar, regresar a casa. Perdió sentido. ¿Cómo lograr que esta democracia, que acabamos de recuperar hace unas horas, vuelva a tener contenido, y no sea solo el vacío acto de votar cada cierto tiempo?
Quizá la respuesta sea evitar hacer lo que se hizo en el 2000: regresar para siempre a casa después de lograr el cometido. Quizá la respuesta sea tener un pie en la casa, y otro pie en la calle.
La pandemia ha jugado un papel importantísimo y es que nos ha hecho vernos, de pronto, cara a cara con la muerte… La cuarentena ha producido un estado de obligación inaguantable y los políticos y sus barbaridades, un deseo de «hasta aquí nomás» …
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Una factor adicional creo que es que la juventud actual tiene muchas más causas comunes.
Los jóvenes que salimos en el 2000 venimos de una historia que nos polarizó: regímenes dictatoriales (militares y civiles autocráticos) y terrorismo.
Es verdad, en parte la culpa es nuestra; aunque muchos chicos que salen hoy, son el resultado de lo que sus padres les enseñaron. Les enseñaron bien ¡Estén orgullosos!
Está generación tiene más en común (son solidarios, preocupados por el medio ambiente, inclusivos) y eso sienta las bases para un mejor futuro
Disfruto tus concentrados, pero aprovecha tu acogida para llamar (o recalcar) a hacer las manifestaciones de forma pacífica, que los mensajes de las pancartas tengan sentido y sin incentivar a la violencia.
debemos ser consecuentes con los que pedimos, debemos empezar desde casa, desde cada acción en nuestro día a día. Si pedimos respeto de parte de los congresistas hacia los ciudadanos, debemos empezar a respetarnos entre ciudadanos, no quiere decir que todo debemos llevarnos bien, pero debemos empezar por respetar a cada ciudadano pues vivimos en comunidad. hay mínimas acciones que cada ciudadano puede hacer para empezar el cambio que será a largo plazo. El problema es que no hay paciencia en los resultados, es por eso que cuando un candidato diga que algo demorará 10 año o más en ver los resultados, la gente se desanima y vota por alguien que dice que le promete realizar cambios en 5 años. y no es así, los cambios demoran, un gobierno lo inicia y otro lo termina, e ahí la diferencia, cada gobierno que entra inicia algo nuevo, no hay una continuidad de acciones, y es algo que debe variar. si algo esta mal, se cambia, pero si algo esta bien, se continúa, es tiempo de realizar el cambio que esperamos y que lo verán nuestros hijos, sobrinos, nietos. es por ellos el cambio que debe empezar hoy.
Hace 20 años la calle devolvió al país lo necesario pero no hicimos lo suficiente para que nuestro sistema democrático mejore. Esto se repetirá sino se fortalece ese sistema.
Creo que esta vez los jóvenes no dejarán de salir a la calle. Son reclamos heterogéneos que se canalizan cada día. Luego de las muertes lamentables y muy tristes de estos 2 chicos y de los heridos desdeayer 16 escucho reclamar por justicia y reparación de quienes son responsables. Están atentos a lo quepueda pasar conla investigación de la fiscalía y con el nuevo preiodo de transición. Otras razones son que perdieron el trabajo precario e informal, pero era trabajo y los tenía ocupados, y otra, tal vez, no se pudieron matricular si estaban estudiando. El pulso de la calle late muy fuerte!
Exacto: el tema es cómo darle continuidad a lo que ha sucedido: se trata de recuperar el valor de lo publico después de tres nefastas décadas de terrible endiosamiento del puro interés privado.
Debemos cambiar la constitución y poner filtros altos para ocupar cargos publicos a través de elecciones. Que sea similar al concurso publico para profesionales.
Agudo primer análisis de León Moya, cómo hacer para que esto no se desactive y cada tribu regrese a su parcela? Para que esto no sea «primavera árabe con ceviche»
Conversa para visiones a futuro, propongo:
– Alberto Vergara.
– Marco Avilés.
– Carlos León.
– …
Buen licuado. 🙂
…»un pie en la casa, y otro pie en la calle»
Qué implica estar en la calle, no dejar la crítica, no perder la memoria, conocer más y más, no desconectarse de la realidad; no perder la indignación social, y demás. Aunque varios de nuestros actores políticos sean nefastos, la política, las políticas públicas nos involucran a todos y todas.
Es un buen extracto, que inmediatamente lo he compartido en redes sociales y hay que empezar a conversarlo en los círculos familiares, de amigos, académicos, laborales, etc. Es un buen punto de partida y lo que viene de aquí es extrapolar algunas ideas adelante.
Nos equivocamos al pensar que está juventud era indiferente con la realidad, más estaba ocupados sentados frente a la computadora, me impresionó que salieran jóvenes y señoritas diciendo aquí estamos para defender nuestro país de los corruptos que pretenden apoderarse, ahora estos políticos corruptos pensaran 3 veces antes de irse contra el pueblo, ¡que viva la juventud del bicentenario!
Enseñar a nuestros jóvenes a ser críticos, no aceptar todo lo que se diga como verdad absoluta, a investigar mas los escenarios políticos, sociales y económicos. El cumplimiento del rol del Estado a cabalidad.
Creo que hay que mirar la anterior victoria juvenil (el No a la «Ley Pulpín»), lo bueno y lo malo, lo que funcionó y lo que no. Aquella movilización se tiró abajo una ley, pero no dio origen a un movimiento por derechos laborales o algo parecido. ¿Qué tendría que pasar distinto ahora? ¿Servirá recordar(les) que tirar abajo la Ley Pulpín no consiguió evitar las varias muertes de jóvenes trabajadores por malas condiciones laborales?
Bacán la horizontalidad, la comunicación, la alegría, la performance, la especialización, la autoorganización, el uso de nuevos medios y todo eso. Pero, ¿cómo ir más allá? No lo sé, yo empecé en la militancia en un partido, años después estuve en un colectivo y ahora soy independiente, se me hace difícil dar recetas. Pero conocemos los diferntes caminos tomados por otros movmientos parecidos en cuanto a lo organizativo.
Muy buena propuesta: «Un pie en la casa y un pie en la calle». Pero me atrevería a agregar: «Y la cabeza en la política». Debemos promover la participación de gente joven, honesta y preparada en los partidos políticos, que no le tengan miedo a la corrupción sino ganas de luchar contra ella. Si dejamos el camino libre a políticos oportunistas qué podemos esperar en el futuro.
Hoy la generación del Bicentenario tiene un gran instrumento de lo q no teníamos de la generación de hace 20 años q son las redes sociales q gracias a ellas muchos peruanos y el mundo ha visto lo q estaba pasando, gracias a las redes se organizó y luchó si queremos que esto cambie, se siga oyendo nuestras voces de cambio, estamos hartos de los corruptos de los partidos tradicionales o de los políticos tradicionales que tienen su partido, de mucho Floro y enredan a la población, instruir a esa población q no se dejen embaucar por oportunista como el prófugo de Toledo en la marcha de los 4 , q surjan nuevos politicos honorables aunque es un poco ingenuo pero los hay, tenemos 5 meses para trabajar antes de las elecciones para elegir a un gobernante y congresistas y no volver a equivocar como paso con estos corruptos, a través de las redes hacer conocer a cada candidato y demostrar si tiene o no rabo de paja. Pedir referéndum de una nueva Constitución: No inmunidad parlamentaria, no reelección, no será candidato tanto a la Presidencia como al Congreso si tiene procesos y/o investigaciones abiertos, sentencias ejemplares y duras para los congresistas o presidentes q infrinjan y cumplan condena como cualquier ciudadano, no Sueldos vitalicios, sueldos con un tope q estén interesados incluidos viáticos, transporte, q estoy en total desacuerdo, en un trabajo tienes tu sueldo, tu comida, transporte es a cuenta de tu bolsillo, la mentalidad del congresista debe cambiar q lo considera un negocio pro bolsillo y no trabajar por el Perú.
Gracias generación Bicentenario alzaron las voces para tener un mejor país.
Muy interesantes reflexiones, pienso que lo importante sería seguir educándose, estar muy bien informados, sobre todo analizar bien a los presidenciables de cara al 2021.
Algo muy resaltante también es que esta marcha no tuvo ningún caudillo aprovechado, fue algo totalmente orgánico y los jóvenes no dejaron que ningún partido político les quitara eso.
Con mi hi hija de 16 años hablamos largo y me contó: «mami, es que nosotros estábamos tranquilos en nuestras cosas, pero nos dimos cuenta de lo que pasaba y es como si todos de pronto nos despertamos y no quisimos quedarnos mirando y salimos todos y explotamos por redes con todo» Nos cae bien el presi que ya tiene 50 chapas, pero tenemos que estar con los ojos abiertos ma porque no nos vamos a dejar manipular me dijo». Pienso que una de las lecciones importantes de esta marcha es que si podemos lograr grandes cosas como colectivos, si dejamos de lado brechas generacionales, de clase, ideológicas y nos centramos en los objetivos como país. Sería interesante que se puedan abrir espacios de debate también de diferentes organizaciones con bases ideológicas diferentes, no para contraponerse o pelear por tener la razón, sino para encontrar los puntos de conciliación y respetarnos en la diferencia.
Buenas Noches, orgullosa de nuestra juventud, de su lucha, constancia y de habernos dado la esperanza de un cambio. De que la clase política entienda que han sido elegidos para trabajar por el país, para atender sus necesidades, prioritariamente en lo que a salud,educación se refiere.
Estos últimos acontecimientos (del congreso) nos han generado mucha indignación, impotencia de ver como unos congresistas aprovechandose de su cargo tratan de tergiversar las leyes a favor suyo y otros mediocres faltos de conocimiento e hidalguía ven la oportunidad de obtener beneficios. Es urgente ser rigurosos con los filtros para ocupar estos cargos, de congresista (mínimo carrera profesional,experiencia) como se hace en los demás sectores.
Y a esta juventud darles todas las oportunidades de educación, preparación para que puedan tener un mejor desarrollo cognitivo, pensamiento crítico, capacidad de distinguir claramente entre lo bueno y malo.
Tengo que reconocerlo que estuve equivocado pensando que la juventud está entretenido en asuntos nimios, reconozco mi error y me sumo en felicitarles de corazón; sin embargo, queda la tarea de limpiar un poco más ese norte a donde se quiere llegar y dentro de ello está el cambio de la actual Constitución, la misma que desde su nacimiento no responde para que dentro de nuestra sociedad haya justicia y siendo la justicia generadora de paz es necesario pensarlo muy seriamente…