9 microcrímenes cotidianos que debilitan la fe en la humanidad
Estamos en plena mudanza. Parte clave de esta terrible experiencia es vender la mayoría de muebles y artefactos que no viajarán con nosotros. Tomamos fotos, establecemos precios, armamos publicaciones en grupos de venta y en ellas colocamos todos los detalles. El precio de cada objeto —acaso lo más importante— intentamos indicarlo de la forma más llamativa posible: lo escribimos en el copy del post, en la descripción de las fotos y en las mismas imágenes, como etiqueta sobrepuesta de color contrastante. Los comentarios y los mensajes directos comienzan a llover. Más de la mitad de los usuarios tienen una duda muy puntual: «¿Precio?».
Bajo el estrés que conlleva desarmar una casa, contemplo formas creativas de castigarlos. Por algunos minutos, los ignoro. Pero al final necesito la plata, así que comienzo a resolver las dudas acerca del precio, las dimensiones, el lugar de recojo, el número de teléfono para contacto y todos esos datos que, al parecer con cierta ingenuidad, intenté adelantar. El pacto social sobre el que se apoya la compra y venta en internet es muy distinto del que yo tengo en mente.
A modo de consuelo, me pongo a escribir una lista con otras conductas y acciones que —al menos en mi libro— constituyen faltas graves: la prueba de que, como especie, merecemos la extinción:
1. Escuchar música sin audífonos en el transporte público. Puntos extra si el conductor ya eligió una radio o su propio playlist. Más puntos si el daño se ejecuta, no con canciones, sino con reels de Instagram o clips de TikTok; peor aun: con un zapping compulsivo.
2. Caminar lento y en grupo por una vereda de alto tránsito.
3. Llamar de improviso por celular sin que se trate de una emergencia. Puntos extra si es por la mañana.
4. Vivir en un edificio de departamentos bajo la fantasía de que se vive en una casa aislada en la montaña. Traducción: joder a otros vecinos por las reuniones y fiestas que naturalmente surgen los fines de semana. Puntos extra si se llama al serenazgo o a la policía.
5. Enviar mensajes de chamba antes de las nueve de la mañana o después de las ocho de la noche.
6. Iniciar una conversación por chat sin especificar qué se necesita ni a qué se debe el saludo. No ceder ante la falta de respuesta. Dejar el saludo colgando días, semanas incluso, para más tarde insistir de nuevo con lo mismo: «Hola».
7. Conversar en la sala de cine. Puntos extra si la película no es de acción.
8. Compartir fake news por grupos de chat y acompañarlas con un mensaje del tipo: «Habrá que ver si es cierto». Puntos extra si las presuntas noticias alimentan discursos de odio.
9. Prohibir fumar en las zonas al aire libre de tu bar o tu local. ¿Cuál otro sería el punto de esos espacios?
Palabras finales: Sepan perdonarme quienes alguna vez cayeron en estas desconexiones del sentido común colectivo. Sepan, también, recapacitar. Aún estamos a tiempo de salvarnos.
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Hola Giacomo: Todo bien, menos el punto 4. Tengo una perspectiva completamente opuesta. Solo por mencionar una perlita: algunos vecinos ilustres conversan a viva voz o por el celular en speaker, como si fueran Marco buscando a gritos a su mamá…
José Octavio, gracias por tu comentario. Ahora bien: temo decepcionarte, pero probablemente yo sea ese tipo de vecino.