Nostalgia de un museo de vanguardia


Lo que alguna vez fue un proyecto pionero en América Latina hoy se encuentra sin techo


“Gobierno disuelve y liquida el ITINTEC”, anunciaba la portada del diario Gestión del 9 de noviembre de 1992.  La noticia resaltaba la publicación del Decreto Ley 25818 firmado por Alberto Fujimori y sus ministros, que sellaba la suerte del Instituto de Investigación Tecnológica Industrial y de Normas Técnicas.

Desde su creación en 1970, el ITINTEC había cumplido variadas funciones, algunas más conocidas que otras. Como su nombre lo indica, el ITINTEC era un instituto de investigación y en su sede de San Borja albergaba laboratorios donde se elaboraban proyectos de investigación para otros sectores del Estado y empresas privadas. Además, el ITINTEC era el encargado de regular las normas técnicas que indicaban los requerimientos mínimos para los productos y servicios producidos e importados en el país. Probablemente esta sea la acción más recordada del ITINTEC, por sus publicaciones de las separatas de normas técnicas. Otra de sus responsabilidades era regular la inscripción de las marcas, incluyendo logos y distintivos característicos. Estas últimas dos acciones luego pasarían a ser parte de las funciones del INDECOPI, institución que remplazaría parcialmente al ITINTEC. 

Para muchos, el ITINTEC era una institución que solo competía a ingenieros y empresarios, ignorándose el papel que tuvo el instituto en la divulgación científica. En 1979, el ITINTEC inauguró un museo que llevaba el nombre del instituto y que luego fue conocido como el Museo Castro Mendívil, en honor a su primer director, el ingeniero José Carlos Castro Mendívil. Sobre este museo publiqué un artículo en Jugo de Caigua, en el que recordé cómo fue pionero en nuestro país y en toda la región. No es exagerado decir que con la disolución del ITINTEC se disolvió también el que fuera el primer museo interactivo de ciencias Latinoamérica. 

Antes de anunciar la disolución del ITINTEC, el diario Gestión había anunciado, también en portada, cómo se iban a repartir las funciones del ITINTEC entre otros sectores del Estado. Como mencioné antes, lo referente a marcas y normas técnicas pasaría ser parte del recién formado INDECOPI, mientras que otras funciones de investigación pasarían a universidades y empresas. Tras la división y repartición del ITINTEC el museo quedó en el aire, y finalmente pasó al Patronato del Parque de las Leyendas, como lo recuerdan quienes observaban el desmantelamiento de la institución. 

Fue en ese momento cuando la colección del Museo ITINTEC empezó su periplo por diversas instituciones del Estado, las cuales albergaron la novedosa colección en sótanos y archivos lejos del público para la cual fue creada. Del Parque de las Leyendas la colección se mudó al Instituto Nacional de Cultura, para luego encontrar su destino actual, el archivo del Concytec. Desde que se cerró el ITINTEC en 1993 no han faltado ganas por reabrir el museo. Diversas iniciativas han sido lideradas por Jorge Heraud, quien fuera director del ITINTEC cuando se aprobó la creación del museo, y otros científicos como Benjamín Marticorena, Julio Kuroiwa y Luis Repetto, quienes publicaron los lineamientos para un nuevo museo de Ciencia y Tecnología, continuando así los esfuerzos iniciados por el museo ITINTEC en 1979. 

En estas semanas presenciamos un nuevo hito en la historia del Museo ITINTEC:  la inauguración de la muestra El Mundo de la Experimentación. Colección científica del Museo José Castro Mendívil, que se encuentra en el nuevo Museo Nacional del Perú, ubicado en Pachacamac. La muestra ha sido organizada por el Concytec, entidad que recuperó y mantiene los módulos de experimentos que eran expuestos en el primer museo y que son ahora expuestos en el MUNA. 

No he visitado personalmente la muestra, sin embargo, algunos visitantes me enviaron fotografías y videos de ella, pues saben que mi tesis se basa en la historia de este museo. Revisando las fotografías, encuentro que la muestra incluye algunos de los experimentos que emocionaban a los escolares en los años 80, cuando el museo funcionaba en una casona de la avenida Salaverry, que ahora es un estacionamiento de la Universidad Cayetano Heredia. Algunos de los experimentos más famosos del museo ITINTEC que ahora están en la exposición del MUNA son “El pájaro bebedor”, un experimento que enseña cómo se evaporan los líquidos con el calor, los experimentos relacionados con la luz, la campana electrostática de Van de Graaff, entre otros módulos diseñados por José Carlos Castro Mendívil. 

En las fotos y videos también se puede ver al público interactuando con los experimentos, cumpliéndose así el objetivo para los cuales fueron creados, en compañía de voluntarios que complementan la visita con explicaciones, tal como se hacía en el museo inicial. Los experimentos, el componente interactivo y los guías ayudan a imaginarnos cómo fueron aquellas salas del museo ITINTEC, el cual albergaba cinco veces más experimentos en comparación con la muestra actual, y que fue visitado por más de 80 mil estudiantes y docentes. 

La nueva exposición del museo ITINTEC nos demuestra que algunos conceptos científicos se mantienen vigentes con el paso de los años, pero, al mismo tiempo, es una señal de cómo el museo se ha vuelto itinerante a la fuerza, sobreviviendo a los cambios de instituciones y mandatos políticos. Aunque los comentarios que escucho de la exposición son en su mayoría positivos, hay una opinión que no debería pasar desapercibida: “La exposición se queda corta”. 

La exposición no solo se queda corta porque se muestran 30 experimentos en la sala de un museo que permanece prácticamente vacío, sino también porque son experimentos construidos hace décadas, que deberían estar acompañados con nuevos módulos que respondan a inquietudes científicas del momento, como lo hacía el museo ITINTEC hace más de 30 años. Que esta exposición deje a los visitantes queriendo más no es una casualidad, es nuestra necesidad de tener más espacios para experimentar la ciencia, y nuestra necesidad de un museo de ciencia, como el que una vez tuvimos. 

Los experimentos que conformaban la colección del ITINTEC son ahora una colección sin museo en un museo sin colección, que nos recuerda lo frágil que es nuestro patrimonio y lo ilógicos que pueden ser los intereses políticos. De la colección del ITINTEC no solo son frágiles los módulos de los experimentos que van desapareciendo con cada mudanza del CONCYTEC, sino también lo es el propio archivo del ITINTEC, que se encuentra repartido entre el archivo del INDECOPI y el Archivo General de la Nación, el cual se encuentra a puertas de ser desalojado y que podría convertirnos en una nación sin archivo. Mientras vemos cómo se desintegra la historia, y antes de que otro diario anuncie alguna disolución y liquidación, conviene visitar la muestra del ITINTEC y firmar esta carta para salvar al Archivo General de la Nación.

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