De Facebook a la NASA


Una historia sobre curiosidad, trabajo en equipo y sueños que se cumplen


Raquel Sánchez Mejía es psicóloga organizacional egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y también ha tenido intercambios académicos en MIT, Harvard y la Universidad de Bologna. Su enfoque se centra en Desarrollo Organizacional, Aprendizaje Continuo y la integración de TIC en Recursos Humanos, potenciando a las organizaciones a través de la innovación y el talento. En 2020 fue una de las ganadoras del NASA Space Apps Challenge.


Era 2020. Las calles estaban vacías; los aeropuertos, cerrados, y el tiempo parecía suspendido. Entre videollamadas y titulares sombríos, apareció en mi pantalla un anuncio en Facebook: NASA Space Apps Challenge. Una hackatón internacional, 48 horas sin dormir, equipos de todo el mundo resolviendo retos reales de la NASA. El premio: reconocimiento global y la posibilidad de visitar sus instalaciones.

¿Por qué no?, pensé.

Siempre me han fascinado los temas del espacio, así que me inscribí junto a mi amigo Marco. Pronto éramos un equipo internacional: Jonathan, desde Brasil; Yash, desde India, y Andrea, otra peruana decidida a romper moldes. Nuestra propuesta se llamó A.I. Heroes: una plataforma educativa con inteligencia artificial para que niños y adolescentes pudieran “conversar” con genios del pasado y aprender ciencia y tecnología, incluyendo científicas mujeres como referentes.

No esperábamos mucho. Hasta que llegaron las noticias: nominados globales, luego finalistas y, finalmente, el correo: Congratulations! You’re a Space Apps 2020 Global Winner!. Lo leí tres veces antes de reaccionar.

No pudimos viajar. La pandemia mantenía las puertas del mundo cerradas, pero esa victoria fue el inicio de algo mayor.

En 2021 decidimos organizar la hackatón en Lima. Con inscripciones abiertas y mucha incertidumbre, logramos algo inesperado: fuimos la sede con mayor convocatoria de todo el continente, más de 1.600 participantes y un equipo peruano con mención honrosa a nivel global.

Dos años después, en 2023, por fin pisamos la NASA. Fueron dos días intensos en sus headquarters en Washington. Escuchamos sobre el telescopio James Webb, sobre la misión Artemis —que llevará nuevamente a una mujer a la Luna—, sobre ciencia abierta y colaboración global. Visitamos museos que te dejan sin aliento. Salimos de allí con una sola idea: repetir la experiencia y ampliarla.

Ese mismo año, un nuevo equipo peruano, Astrogénesis, ganó la hackatón global con una plataforma de turismo espacial que mostraba, con lujo de detalle, planetas y satélites de nuestro sistema solar. Ellos viajaron al Goddard Space Flight Center, donde se construyó el James Webb.

Verlos cumplir ese sueño me hizo comprender que lo más valioso de todas estas experiencias no fue el premio ni el viaje, sino el impacto: inspirar a más peruanos a acercarse a la ciencia y la tecnología. Descubrí que, más que la falta de recursos, lo que nos frena es no imaginar que podemos estar allí… hasta que alguien nos muestra el camino.

Como psicóloga organizacional y primera profesional de mi familia, jamás pensé que mi vida me llevaría por estos rumbos. Y esa es la magia: cuando te atreves a mirar más allá de tu carrera o tu zona de confort, encuentras puertas que ni sabías que existían.

La NASA me dejó una certeza que no pienso olvidar: la curiosidad es un motor poderoso. Pero solo funciona si decides encenderlo.


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