Maricones no, putas sí


La selectiva indignación ante un festival de teatro en Lima


En una calurosa noche de verano en Lima, capital del Perú, ciudad impregnada de herencia colonial, un grupo de fervientes católicos afines a los políticos conservadores en el poder se congregó frente al Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Algunos llevaban velos, otros estandartes religiosos. Se encontraban allí para realizar una manifestación de fe en latín contra lo que consideran un agravio a sus creencias: una obra de teatro estudiantil que, según ellos, profanaba la figura de la Virgen María, icono venerado en el catolicismo. Esto sucede en enero de 2025, pero bien podría ser una escena del año 1725, e incluso antes. De hecho, la gráfica de su convocatoria incluía imágenes de templarios medievales.

La obra objeto de discordia formaba parte del Festival de Teatro Estudiantil PUCP «Saliendo de la Caja» y se titula María Maricón. Parece que, salvo los involucrados, nadie aún sabe de qué trata: lo que desató la indignación del grupo mencionado fue su afiche difundido en internet, que muestra a una persona travestida con alusiones a la iconografía católica. Entidades vinculadas a la universidad, como la Conferencia Episcopal Peruana, expresaron su preocupación, dado que la obra provenía de una entidad educativa confesional. Finalmente, la universidad decidió suspender no solo esta obra, sino todo el festival de teatro estudiantil hasta nuevo aviso. Y todo por un afiche.

Aunque podría parecer un asunto entre entidades privadas, varios actores políticos se han involucrado en esta polémica. Entre ellos, el actual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, y la congresista Patricia Chirinos, ambos aliados políticos. Pero lo más reprochable ha sido la intervención del Ministerio de Cultura, el cual emitió un comunicado retirándole a la obra la calificación de evento cultural aduciendo la necesidad de proteger “las festividades religiosas”. ¿Dónde quedó el Estado laico que la Constitución también debería proteger?

Es comprensible que varias personas creyentes se sientan ofendidas e incómodas al haber escuchado la noticia. Minimizar estas expresiones sería un error, ya que en su mayoría provienen de un fervor popular que puede percibir estas actividades “iconoclastas” como frívolas provocaciones de la intelectualidad local. En internet ya he visto opiniones condescendientes que pueden reforzar esa percepción, ya que se burlan de los feligreses ofendidos y sugieren que estos no han leído obras del canon católico como el Cantar de los Cantares o los escritos de San Juan de la Cruz, las cuales incluyen figuras literarias eróticas. En cambio, lo que sí debemos buscar es reconocer la tradición creativa, y muchas veces transgresora del arte —incluso si nos incomoda—, y la necesidad de generar debates menos unidimensionales al acercarnos a estos temas. Como ha mencionado la gestora cultural Gloria María Lescano, el Perú ha suscrito diferentes acuerdos que protegen la creación artística, incluido el Pacto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas.

El verdadero problema y atención radica en los actores políticos que utilizan la fe popular para avanzar en su “batalla cultural”, que va de la mano con su agenda de cooptamiento del poder, autoritarismo y corrupción en el actual giro ultraconservador en el que se encuentra el Perú. Los mismos grupos que sostienen esta censura han ignorado denuncias sobre abusos sexuales del poderoso grupo católico Sodalicio, para empezar, sin mencionar las decenas de muertes durante el estallido social, la creciente corrupción y muertes por inseguridad, y, recientemente, las acusaciones de prostitución dentro del Congreso a cambio de favores políticos. Como sugiere el título de este artículo, aquí hay un doble estándar en cuestiones de fe y supuestas buenas costumbres. No caigamos en la trampa de estos políticos y sus plataformas aliadas que buscan generar odio, censura y reforzar la discriminación.


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