Una reflexión por Fiestas Patrias desde lejos de la Patria
Alejandro Neyra es escritor y diplomático peruano. Ha sido director de la Biblioteca Nacional, ministro de Cultura, y ha desempeñado funciones diplomáticas ante Naciones Unidas en Ginebra y la Embajada del Perú en Chile. Es autor de los libros Peruanos Ilustres, Peruvians do it better, Peruanas Ilustres, Historia (o)culta del Perú, Biblioteca Peruana, Peruanos de ficción, Traiciones Peruanas, entre otros. Ha ganado el Premio Copé de Novela 2019 con Mi monstruo sagrado y es autor de la celebrada y premiada saga de novelas CIA Perú.
Hay quienes dicen que ya hay más cabanacondinos en Maryland, Estados Unidos, que en el propio Cabanaconde, uno de los distritos que conforman el hermoso valle del Colca, en Arequipa. Desde que hace casi cuarenta años algunas familias vinieran al noreste de los Estados Unidos a probar suerte, han sido muchas otras las que han venido a instalar una suerte de república independiente en la que la cultura, costumbres y tradiciones de su comunidad se mantienen inalteradas.
En Cabanaconde City Colca USA, el nombre que usan en las redes sociales, se da cuenta de las actividades artísticas, campeonatos de fulbitos y, cómo no, de los logros de los cabanacondinos, de sus empresas y de las acciones que desarrollan en beneficio de su comunidad en Arequipa. El domingo pasado, un grupo de ellos bailaron en el marco de una de las actividades oficiales del Perú en Washington D.C., la danza del Wititi, una de nuestras expresiones culturales inscritas en la lista representativa del patrimonio inmaterial de la UNESCO. Se emocionaron ellos y emocionaron a todos los peruanos que no solo se sienten tocados cuando se escucha el himno nacional, sino también cuando observan representadas nuestras tradiciones, como este baile en el que hombres y mujeres cubiertos con atuendos multicolores representan el cortejo de la juventud tras realizar las faenas agrícolas en el campo.
No es el único caso, por supuesto. También en Maryland, los hijos de Llamapsillón, un centro poblado del distrito de Chongos Alto, en la incontrastable Huancayo, hacen yunzas y bailan huayno y huaylash, mientras toman Cusqueñas, Inca Kola y comen desde tamales hasta caldo de cabeza, que evocan recuerdos del Perú y ayudan a superar la melancolía por la familia lejana o perdida, o quizás incluso por amores en vilo allende los Andes. Por otro lado, en Colorado, en grandes mesetas dignas de películas contemplativas o del lejano oeste, son varios los cientos de peruanos, principalmente también de Junín, quienes se han establecido allí para cuidar el ganado. “Son los mejores pastores de los Estados Unidos” —he escuchado de varias personas—. No siempre las condiciones son óptimas, pero la posibilidad de mandar dólares a la familia viviendo con pocas necesidades, quizás de manera no tan diferente a la que se da en la meseta del Bombón, debe haber animado a estos peruanos que, no queda duda, hacen patria lejos del Perú.
Y es que somos más de tres millones de peruanos los que vivimos en el exterior (el 10 % del total de nuestra población). De ellos, un tercio está en los Estados Unidos, otro tanto en Europa, y el resto entre América Latina y el resto del mundo. Muchos han salido a estudiar posgrados o a ocupar puestos en empresas y organizaciones internacionales, aunque la gran mayoría se fue en busca de un mejor horizonte y se dedica quizás a lo mismo que se dedicaría en el Perú, trabajando en oficinas, supermercados, jardinería y en todo tipo de servicios. No siempre el sueño americano se hace realidad, pero lo cierto es que la diáspora peruana ha crecido sostenidamente y contribuye con casi el 1,5 % de nuestro PBI a la economía nacional. Desde el Estado, la Cancillería ha incrementado el número de consulados en el exterior en los últimos años, tratando de mejorar también los servicios ofrecidos para que los peruanos mantengan los vínculos con el país no solo con sus documentos, sino con el corazón.
Lo cierto es que los peruanos, allí donde están, viajan con las maletas llenas de sus propias costumbres y terminan juntándose entre ellos para recordar lo que dejaron atrás e instalarlo de alguna manera en el nuevo hogar de elección —las hermandades del Señor de los Milagros, por ejemplo, surgen casi instantáneamente desde que hay un grupo numeroso de peruanos en alguna ciudad, casi igual que los clubes de marinera y baile, y por supuesto los restaurantes peruanos—. En fechas como la Fiestas Patrias —más que en las elecciones, seguramente— el sentimiento de peruanidad crece, igual que los festivales en los que asociaciones de peruanos invitan a artistas de distintos orígenes, que participan en presentaciones, conciertos y en desfiles como el de Paterson, Nueva Jersey, que paraliza esa ciudad.
Y es que en el exterior es quizás más sencillo autoidentificarse como peruanos más allá de la procedencia, el origen o el color de piel. Presenciando nuestros bailes o sentados alrededor de un plato de comida, nos damos cuenta de que, más allá de lo que pensemos, tenemos algo en común que nos acompañará siempre, incluso aunque deseemos deshacernos de ello —como en el cuento Alienación de Julio Ramón Ribeyro—. Porque los peruanos llevamos la patria dentro, y muchas veces lo que nos falta llega en las maletas de los familiares que nos traen chifles, turrones o hasta comida, para “que no extrañen”. Por eso hoy pensemos un momento en aquel familiar que tenemos en el extranjero —todos tenemos uno— y agradezcamos que sigan llevando las maletas llenas de peruanidad, eso que es lo más cerca que tenemos a la felicidad. ¡Feliz 28!
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Es verdad que los peruanos llevamos la Patria dentro y cuando estamos fuera y más si vivimos permanentemente en otro país respetamos las leyes, somos considerados, no nos pasamos las luces rojas , no nos “colamos” en las filas y tampoco zigzagueamos en el tráfico . Si los peruanos llevamos la Patria dentro porque solo cuando estamos lejos somos solidarios y respetuosos ? Será que el principio de autoridad en nuestro país falla tanto que esa Peruanidad se oculta en las profundidades de cada uno? Cuál es la razón para que sigamos siendo tan poco respetuosos? Porque no llegamos a comprender que el bien común es la base de mi propio bien ? Soñaría con que alguna vez todos los peruanos viviéramos fuera para que se reencontraran con su Peruanidad y la trajeran de regreso a su país.