El jugo de hoy viene especial. Roxana Barrantes y Ricardo Fort licuaron juntos este artículo.
Un estudio mide el costo de haber eliminado el régimen de servidumbre en el campo
Ricardo es investigador principal en GRADE, donde lleva a cabo proyectos relacionados con el desarrollo económico, tanto de zonas rurales como de los barrios urbano-marginales del Perú y de distintos países del sur global. Ha publicado diversos libros y artículos académicos en los que explora este tema. Ha sido consultor en instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, la FAO y la ONU. Ricardo es Ph. D. en Desarrollo Económico por Wageningen University & Research (Países Bajos)
En 2019 se cumplieron 50 años del inicio de la Reforma Agraria liderada por el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, el cual, a diferencia de otros regímenes militares de la época en América Latina, tuvo una fuerte orientación reivindicativa y redistributiva. La reforma de la tierra en el Perú terminó siendo una de las más grandes reformas en términos de afectación de personas y de tierras que se ha hecho en el mundo. Entre sus particularidades, la reforma casi no fragmentó y redistribuyó las grandes extensiones de tierra expropiada, y además buscó mantener la escala de las mismas con nuevas formas de propiedad y administración a manos de los campesinos.
¿Qué efectos tuvo? En el Perú compartimos el sentido común de que la Reforma Agraria estuvo muy mal hecha y de que se perdieron décadas de crecimiento económico y de productividad agropecuaria.
Sin embargo, el único efecto de una reforma agraria no es el económico y sus consecuencias tienen que estar medidas de una manera rigurosa, aislando con claridad el efecto de la reforma en medio de tantos cambios en el día a día de un país.
Para lograrlo es fundamental construir un “contrafactual”, es decir, preguntarnos qué hubiera ocurrido con los indicadores que queremos medir si no se hubiera efectuado la reforma. Los economistas le llamamos a este ejercicio “construir”, en la medida que es una situación inexistente, pero que sirve de base para comparar y, por tanto, medir el efecto. Se trata de responder a la pregunta de cuánto se hubiera alcanzado versus qué fue lo que realmente se alcanzó.
En otras palabras, ¿cómo medimos el efecto de una intervención, una política tan grande, tan compleja, tan larga? Si encontrar un contrafactual en general es complicado, lo es más con un proceso que tiene connotaciones históricas y que tiene efectos sociales, económicos y políticos de todo tipo, y que, además, se dio en casi todas las zonas rurales del país.
Para construir el contrafactual de este proceso —que duró entre 1969 y 1984—, se hizo un trabajo de hormiga para documentar la proporción de tierras por distrito que fue afectada por la reforma y cuándo ocurrió exactamente esta expropiación. Era clave llegar al nivel de distrito, porque de esta manera se puede relacionar la afectación con otros indicadores de fuente censal sobre salud, educación, migración y otras variables, así como con cualquier fuente de datos que contenga información a ese nivel. Este tipo de base de datos nos permite comparar distritos que son similares en diversas condiciones, pero que difieren en su nivel de afectación por reforma agraria, o incluso hogares con características similares y en distritos parecidos, pero que fueron afectados de manera distinta por la reforma.
En uno de los trabajos más interesantes de este gran esfuerzo, Michael Albertus encuentra una correlación inversa entre afectación de la reforma y el nivel de conflictos y muertes como resultado de intervenciones de Sendero Luminoso: en aquellos distritos donde la reforma se dio con mayor intensidad —es decir, se expropió relativamente más tierra—, comparados con distritos similares y adyacentes, el número de atentados de Sendero Luminoso fue menor. La Reforma Agraria habría contribuido a la construcción de una mayor capacidad de organización local y mayores costos de oportunidad de apoyar a grupos armados, lo que facilitó las labores de contrainsurgencia en estas localidades.
De esta manera, esta investigación le da sustento a quienes suelen afirmar que, de no ser por la Reforma Agraria, Sendero Luminoso hubiera podido llegar al poder. Sin embargo, es posible dar respuesta también a otros efectos económicos y sociales, donde los resultados no son alentadores.
Por ello, para conocer los efectos sobre el capital humano y la migración, ¡no se pierdan el próximo capítulo!
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Excelente artículo para conocer los efectos de la Reforma Agraria en Perú. Saludos desde Bolivia.
Excelente…
Gracias por el estupendo artículo.