La paja en el ojo ajeno


El aprovechamiento político de un agravio machista


Esta semana, los inaceptables ataques misóginos del premier Bellido contra la congresista Patricia Chirinos nos recuerdan el viejo refrán cervantino que reza lo común que es ver la “paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio”. La frase lanzada contra la congresista no debe ser tolerada, a pesar de que las mujeres estemos tristemente acostumbradas a este tipo de agresiones. Las oímos desde que tenemos conciencia y, cada vez que nos quejamos, nos han dicho: “No es para tanto, es solo una broma”.

Pero no es solo “una broma de mal gusto”, es un inaceptable ataque verbal. La indignación ha llenado desde el hemiciclo hasta las redes sociales y esto está muy bien: muestra cómo de a pocos está dejando de ser aceptable y aceptado este tipo de comportamiento.

Sin embargo,  también hemos sido testigos de la forma en que se ha instrumentalizado esta queja y cómo los opositores al gobierno, que han cometido ataques verbales o reales de mucho calibre contra las mujeres, han aparecido como paladines del feminismo y, además, le han enrostrado a mujeres que llevan luchando una vida entera que no se hayan pronunciado de la manera en que ellos consideran pertinente. Y esto molesta, no porque el comportamiento del premier pueda ser excusado, sino porque solo se ha aprovechado este contexto para usar políticamente un reclamo legítimo cuando antes parecía importarles poco los derechos de las mujeres.

Por ejemplo, Renovación Popular emitió un comunicado casi de manera inmediata condenando el acto, algo que nunca hicieron cuando el líder de su partido agredió verbalmente a varias periodistas mujeres. Se trata, además, de un partido que tiene en su ideario la lucha contra la ideología de género y que no ha dado muestra alguna de tener los derechos de las mujeres como parte central de su agenda. Lo que sí han hecho desde que se instalaron como congresistas ha sido buscar cualquier motivo para pedir la renuncia de los ministros, además de cuestionar la legalidad misma de la elección. En su defensa de los derechos de Patricia Chirinos se siente una particular falta de sinceridad.

Otro caso notable es el del fujimorismo. Hemos visto a la congresista Martha Moyano con un cartel que decía “Ni una menos”. Asombra, viniendo de alguien que es miembro de un partido que no solo tiene responsabilidad en haber llevado a cabo las esterilizaciones forzadas, sino que hasta ahora niega esa terrible violencia ejercida contra las mujeres. Tal es el nivel de negación de responsabilidad en este caso que uno de los congresistas de su agrupación,  Alejandro Aguinaga, es uno de los procesados. Este uso estratégico del feminismo por parte de los fujimoristas es particularmente discordante con lo que han practicado durante todo su tiempo en la política peruana.

Si bien estas actitudes muestran una inmensa hipocresía, no son en lo más mínimo sorprendentes. Tampoco es sorprendente, aunque sí igualmente agotadora, la vigilancia que se ejerce sobre las feministas. Esta semana hemos oído repetidos llamados a que las mujeres que han luchado desde todas las trincheras por sus derechos se pronuncien, ejerciendo una suerte de juicio moral sobre quien tiene derecho a llamarse feminista debido a su reacción sobre este caso en particular. ¿Qué derecho tienen a reclamar de esta forma quienes nunca se han interesado por las luchas feministas?

El premier Bellido debe ser sancionado, de eso no tengo duda alguna. Sobre todo porque, en vez de pedir disculpas, no ha hecho más que buscar excusas para un comportamiento a todas luces inexcusable. ¿Pero cuál debe ser la sanción? De eso no estoy tan segura. Pero sí creo que lo positivo que se puede extraer de todo esto es que la violencia verbal hacia la mujer se ha colocado en el centro de la discusión. Espero que este sea un paso para que los partidos que no han mostrado interés en el tema lo hagan ahora en serio y que dejen de mirar la paja en el ojo ajeno. Que se hagan cargo, finalmente, de la viga que llevan en el propio.

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