Repsol debería recibir una tarjeta roja y no la posibilidad de marketearse con la selección
Ha resultado desconcertante ver en las noticias el logotipo de Repsol en la rojiblanca como manera de comunicar su auspicio a la selección. Como todos recordamos, la empresa es responsable del daño ambiental más grave ocurrido en nuestras costas en los últimos años. En enero del 2022 se produjo el accidente que generó el derrame de petróleo en el litoral de Ventanilla y, desde entonces, el comportamiento de Repsol no ha estado a la altura de la desgracia.
El ambientalista José de Echave sintetiza bien el comportamiento de la empresa cuando ocurrió el derrame: “Como fue mencionado por el portal Convoca, las primeras versiones de la empresa apuntaron a señalar que solo se habían vertido siete galones (menos de un barril de petróleo) y que el área afectada era de apenas 2.5 metros cuadrados. Sin embargo, ahora se sabe que se derramaron más de 10,396 barriles, contaminando 48 playas y diversas zonas de una gran biodiversidad: se ha estimado que la extensión del área afectada para la franja de playa y litoral es de 1.800.490 m² y para el componente mar es de 7.139.571 m², aproximadamente”. Esto, como recuerda de Echave, implicó una respuesta inadecuada a la emergencia, pues se consideró de nivel 1 (para incidentes de menor magnitud, que solo requieren de los recursos y equipos propios del titular de la actividad) y no de nivel 3, como correspondía.
Le pregunté a los amigos de Oceana cuál era el estado actual del caso. Ellos me comentaron que, a pesar de que Repsol hizo públicos diversos estudios señalando que las playas afectadas por el derrame ya estaban limpias, esto ha sido desmentido por sucesivas evaluaciones del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), entidad estatal responsable de estos asuntos. Repsol debió presentar sus propuestas de planes de remediación para los 19 sitios que, según OEFA, todavía tenían trazas de hidrocarburos a julio de 2023. Según Repsol, en octubre de este año presentarán la propuesta de plan de remediación. En paralelo, la Fiscalía sigue investigando el caso y sus posibles implicancias penales.
Respecto a la situación de los pescadores afectados por el derrame, la información que tiene Oceana es que se han completado alrededor de diez mil acuerdos “finales” de compensación. Para ello, Repsol ha hecho un estudio del impacto económico individual por cada pescador del derrame. La negociación ha sido directa entre cada damnificado y la empresa, el Estado no ha participado. Oceana señala que, según lo que se ha hecho público, estos acuerdos finales son muy favorables para la empresa y, empujados por la necesidad, los pescadores han tenido que aceptar las condiciones impuestas por Repsol.
La narrativa principal de Repsol es que el mar ya está limpio (o casi limpio) y que los pescadores ya podrían volver a trabajar. Sin embargo, la medición de la calidad del agua es insuficiente para decir que el ecosistema ya está recuperado. No se conocen las condiciones de los stocks pesqueros (IMARPE aún no completa sus estudios) y algunas especies no están presentes en la cantidad y tamaños previos al derrame.
Luego de un año y medio de ocurrido el desastre, se podría escribir un manual de qué cosas no hacer con base en el comportamiento que ha tenido la empresa Repsol. La indolencia mostrada frente a la crisis social y ambiental, la aparente falta de interés por solucionar el problema con la urgencia que ameritaba y la opacidad de la información compartida deberían de recibir el abierto rechazo de toda la sociedad, incluida la Federación Peruana de Fútbol.
En un país como el nuestro, la camiseta de fútbol de la selección tiene un fuerte componente identitario. Busca transmitir un sentimiento de unidad, y destacar actitudes positivas como el esfuerzo y la resiliencia, dentro y fuera de la cancha. Por ello resulta tan chocante la presencia de Repsol, cuyo accionar hasta el día de hoy representa practicamente la antítesis de todo ese simbolismo. Este auspicio es una inexplicable mancha en nuestra camiseta y será muy difícil de borrar.
Pensar, escribir, editar, diseñar, coordinar, publicar y promover este y todos nuestros artículos (y sus pódcast) cuesta y nosotros los entregamos sin cobrar. Haz click en el botón de abajo para contribuir y, de paso, espía como suscriptor nuestras reuniones editoriales.