El pobre no es tonto, basta de tonterías


Razones para temer a otro antisistema en 5 años 


El miércoles pasado tratamos de organizar aquí algunas ideas para comprender la gran paradoja de que, pese a nuestro éxito macroeconómico, exista un gran descontento por el limitado bienestar generado. Ese mismo día el INEI reportó que el número de pobres aumentó un 50% durante el primer año de pandemia. Las estadísticas ya nos hablan de un golpe muy duro en el corto plazo. Por ello, hoy quisiera organizar otras ideas sobre la forma en que entendemos la pobreza y algunas razones de largo plazo.

            La pobreza y la vulnerabilidad golpean muy fuerte la calidad de vida inmediata, pero tan o más importante es la limitación que esto impone en la toma de decisiones para el futuro. Es fácil juzgar desde afuera al pobre atribuyéndole la responsabilidad de su condición, pero la realidad es otra.

            El pobre vive lejos de las zonas pujantes de la ciudad y esto implica dificultad en el acceso a los centros de trabajo más productivos, a las mejores escuelas y, en general, a los espacios con mejor calidad de vida. ¿Lo hace porque quiere? Claro que no: vive así porque eso es lo que su presupuesto le permite. 

            A esto, algunos replican: “Ok, se comprenden esas limitaciones, ¿pero por qué no reemplaza su silo por un baño con mejores condiciones de salubridad? ¿Por qué no compra una refrigeradora para almacenar sus alimentos, en lugar de la tele? ¿Por qué no hace que sus hijos lean? Todas esas inversiones serían mejores para ellos”. Parece no comprenderse que, por lo general, la población más pobre no tiene acceso a la red de agua potable, no tiene luz las 24 horas y no tiene ni el tiempo ni la capacidad para dedicarse a una crianza como prescriben los libros de autoayuda.

            El pobre no es tonto, dejémonos de tonterías. Ya existen muchos estudios que señalan que, como ocurre con todos, su comportamiento se explica como uno de racionalidad acotada en el que, además, la escasez material lleva a un fenómeno llamado entunelamiento, que es una forma de escasez de lucidez. Las decisiones tienen que comprenderse en sus contextos.

            Así como la capacidad de razonar esta igualmente distribuida entre pobres y ricos, la capacidad de soñar tampoco hace distinción de clases. Y esto nos lleva a otra razón para el descontento: todo pobre sueña con mejorar su condición socioeconómica, pero la constatación de su realidad es que eso sucede en raras ocasiones. Lo más probable es que tanto él como sus hijos se mantengan siempre en los mismos peldaños de la escalera social de este país. Nuestros indicadores de movilidad social están entre los peores de América Latina desde hace muchas décadas. ¿Cuánta dignidad hay en una vida sin esperanza?

            Las razones de la baja movilidad social son múltiples, pero existen tres muy importantes en los frentes del trabajo, la educación y la salud:

  • Se dice que en el trabajo está la receta para el progreso, pero en nuestro país el mercado de trabajo funciona mal. Muchos perciben que las mejores oportunidades dependen más de los contactos que de los méritos.
  • Se dice también que el que estudia triunfa, pero la pobreza de aprendizajes que enfrentamos hace que tal posibilidad se vea muy lejana. Resulta profundamente contradictorio que el acceso a la educación, la herramienta por excelencia para la igualación de oportunidades, dependa de la billetera de los hogares.
  • En salud no hace falta explicar mucho lo que venimos pasando. Un choque exógeno ha llevado a muchos hogares de regreso a la pobreza y a otros a la vulnerabilidad. Para recibir a un paciente con COVID-19, las clínicas piden un depósito que equivale a tres años de remuneración mínima vital, y recordemos que la mitad de los trabajadores peruanos ganan menos de una RMV. Para muchos, salvar la vida implica quedarse endeudado por el resto de sus vidas. 

            Hay un problema profundo cuando se permite el lucro en la satisfacción de derechos fundamentales como la salud y la educación. Lo mismo se puede decir de las pensiones, tema en el que el descontento es tan o más grande. Hay negocios enormes, rentables y poderosos que necesitan redireccionarse para que sirvan mejor al bienestar de los peruanos. Los cambios que hacen falta no son cosméticos, son de raíz –en tal sentido, radicales, aunque asuste la palabra–. Si no los priorizamos, seguiremos condenados a sufrir la irrupción de un antisistema cada cinco años.

11 comentarios

  1. Lucho Amaya

    PRIORIZARLOS, ahí la clave…
    ¿CÓMO?… ahí otra clave (incierta)… Es verdad que algunos (o más) tienen su cómo, pero el tema con algunos de esos algunos es que no dudan de su cómo, y como consecuencia no dialogan al respecto: Su cómo es su cómo y ¡listo!… Y si con esa su cerrazón reciben cuotas de poder (o todo el poder), pues ya tenemos a Hitler y Stalin (o Pol Pot) como ejemplos.
    Un principio del cómo debiera ser la búsqueda de puntos comunes entre todas las posiciones, o antes de las elecciones o antes de la segunda vuelta, pero eso, ni de arriba ni de abajo aparece o nace.
    Pero es necesario PRIORIZARLOS…
    Saludos.

  2. Carla

    ¿Cómo lo hacemos? Los diagnósticos están claros hace mucho. ¿Seguiremos esperando que el Estado lo resuelva? Así pasaran 30 años más o quién sabe. ¿Cómo o cuál es el aporte de la sociedad civil ante esta necesidad?
    El uno a uno es insuficiente.

  3. Victor Aguilar

    Clarísimo. Trabajo, educación y salud. ¿Por qué el estado no cumple su rol? ¿Falta de recursos? Bueno, el recurso monetario está allí (o estaba) ¿La Constitución se lo impide? Claro que no. Ya vemos entonces por donde va el tema.

    • Las cifras macroeconómicas son eso cifras, el bienestar debe mantenerse en el tiempo a pesar de pandemia, un dilema que solucionar. Mejorar educación, salud, transporte, vivienda, condiciones de vida.

    • Luis Edwin Torres Acosta

      Políticas de Estado en el tiempo.. Salud, Educación y Empleo digno de calidad. Congreso, Ejecutivo y Empresarios.. Continuar con las MacroRegiones.. Para así diversificar la productividad y una auténtica Descentralización.

  4. Carlos Luperdi

    La pobreza en el Perú es una consecuencia heredada que a su vez se hereda. Un joven de ese 50% de padres pobres, emerge al mundo sin la herramienta educacional y solo le queda tomar los despojos de un entorno donde no circula el dinero.
    Ir a las grandes ciudades le da oportunidad de emerger por que la cantidad de circulante es mayor.
    La solución sería lo que refiere Toffler del prosumidor dejar de serlo creando entornos o pequeñas ciudades que los agrupen.

  5. fernando

    muy buenas tus reflexiones , me animo a compartirla con mis estudiantes para abrir el tema a discusión …y comprendernos como país ..

  6. Carlos Corzo

    Hay que hacer cambios desde la raíz en algunos puntos de acuerdo pero sobre lo bueno de lo avanzado, pero destruir para volver a comenzar un nuevo sistema, es un salto al vacío. Que sea el presidente de derecha o izquierda pero con un solo modelo económico la economía social de mercado y un tema fundamental para mirarnos a todos por igual necesitamos el enfoque de genero!!

  7. Agregaría que, cuando eres pobres tomas «malas decisiones financieras». Ello, provoca que tu capacidad de ahorro, y en consecuencia, tu margen para la inversión sea muy limitado. Por ello, incluir cursos de finanzas personales en los colegios (ya que pocos pobres podrán tener una educación universitaria) puede ser clave mejorar esos indicadores de movilidad social.

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