Caseros, hoy no hay jugo


Cuando la coyuntura nos supera, la literatura es un refugio


Mientras me preparaba para licuar mi jugo de caigua de esta semana, me enteré de la muerte de mi padrino, el hermano de mi madre. Murió de Covid-19. A pocos días de ser vacunado. 

            Se imaginarán que luego de una noticia de este calibre me resulta muy difícil cumplir con esta responsabilidad semanal, que hasta hoy nunca se había sentido como una gravosa obligación. He intentado en distintos momentos del día escribir, sin éxito. No me sale. Es como si la licuadora tuviese todos los ingredientes para el jugo, pero simplemente no le da la gana de prender. 

            Y cuando finalmente prende, el resultado no es el esperado. Intenté algo de análisis electoral, auxiliado por la siempre intensa coyuntura, pero produje un líquido espeso, imbebible. Intenté luego escribir algo más personal, compartiendo cómo me siento con esta noticia y otras similares recibidas estos días, y el resultado fue tan amargo que ni con todo el azúcar que nuestro editor pudiese luego agregar se iba a lograr arreglar este mejunje.

            Entonces, ¿qué hacer? 

            Lo que hago cuando me siento tan abrumado como hoy frente a este artículo: refugiarme en la literatura. Así que, estimados lectores, este artículo está compuesto de los mejores libros que he leído desde que se inició la pandemia. En su momento me ayudaron a escapar un poco de la realidad, y confío que hoy lograrán lo mismo. (Si, como yo, viven en Lima, pueden conseguirlos todos en El VirreyBuenSalvaje o Babel, las librerías con mejor delivery en la ciudad).

            Empiezo con uno de los últimos que he leído, que ha terminado resultando muy pertinente para mi coyuntura personal (que es la coyuntura de tantos): La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero. En el libro, Montero aprovecha la apasionante vida de la científica Marie Curie para plantear una mirada más profunda sobre la pérdida y el duelo. La escritora nos cuenta su experiencia de viudez, haciendo símiles con la de Curie. A simple vista podríamos imaginar que se trata de un ejercicio impertinente, pero Rosa Montero logra con mucho arte trazar reflexiones comunes que se van entrelazando con facilidad a lo largo del libro. 

            Otro libro notable ha sido Léxico familiar, de Natalia Ginzburg, un libro autobiográfico que nos habla de la familia de la autora y su vida en la Italia de entreguerras. Lo más bonito es cómo logra pintar el retrato familiar a través de las frases que más repetían sus padres a lo largo de su infancia y adolescencia. El libro avanza a un ritmo calmo, como el que suelen tener nuestros recuerdos más gratos.

            Aquí haré trampa y mencionaré Incontables, de Pedro Lemebel. El libro reúne los primeros cuentos de este imprescindible autor chileno, que por algún motivo y durante mucho tiempo ha sido ignorado por las librerías limeñas. ¿Por qué digo que hago trampa con esta mención? Porque el libro no me pareció notable. No se lo recomendaría a quienes no conocen al autor, pues se trata de una versión inacabada del que luego sería un gran escritor. Pero —y aquí la trampa— hacer esta referencia me da pie para hablar de otro libro suyo que es uno de mis favoritos, y que leí hace muchos años: Tengo miedo torero. Lemebel es, sobre todo, un escritor de crónicas, pero en Tengo miedo toreronos regala una novela hermosa que leerán como si les estuviesen cantando un bolero al oído.

            Finalmente, un clásico que había mal leído apresuradamente en la universidad, y al que ahora pude hacerle justicia con una lectura adecuada a su fuerza: Beloved, de Toni Morrison. Narrada con un estilo riquísimo, la historia nos habla de la esclavitud en el sur de Estados Unidos, y las consecuencias que ella trae para una familia de afroamericanos que, años después de haber conseguido escapar, no llegan a ser del todo libres. 

            Y esto es lo que puedo ofrecerles esta semana, caseros: jugos de mejores cosechas, para que disculpen haber encontrado mi puesto cerrado. Eso sí, se trata de un cierre temporal. no dejen de visitarme la próxima semana. Y buen provecho.

13 comentarios

  1. Federico Alponte-Wilson

    Todos estamos lamentando alguna pérdida cercana en esta pandemia estimado Alberto… Yo perdí a mi padre … Un abrazo de consuelo virtual por si de algo sirve (y si, confirmo que la literatura es el mejor bálsamo).

    • Pilar

      Un abrazo! La literatura es siempre un grato y amable refugio!

      • Silvana

        Perdí a mi hna de forma muy violenta e inesperada. Joven, madre de dos hijos pequeños, muy querida. Yo no sé si la lectura me pueda ayudar en este momento, creo que intentaré con la música. Gracias por tu relato.

  2. Paul Naiza

    Estimado Alberto, QEPD y QDDG tu Padrino. La literatura es el refugio de muchos…Y mi mente evoca – Su «silueta negra y pertinaz», acosa al hombre de toda edad, clase, cultura y religión.- extraida del libro del Ignacio Larrañaga. Ahora son tiempos turbulentos…, espero que pase pronto.

  3. Helen Perea

    Muy triste perder a un ser tan cercano en estas circunstancias tan penosas.
    Interesante tu lista de libros.

  4. Anita Bjelke

    Tristes momentos, ¡qué haríamos sin libros para sobrellevarlos y seguir! Concuerdo sobre Léxico Familiar, así es. Notable.

  5. José Ugaz La Rosa

    Abrazo grande querido Alberto. Y gracias por seguir pensando en los demás, a pesar de la enorme pena.

  6. Ernesto Delgado G

    Fuerza Alberto, un abrazo valiente y respetuoso

  7. Yelena Brujic

    Yo alnigual que tú creo que los libros fueron mis mejores compañeros wn este largo encierro. Me pwrmitieron descubrir a Morrison y los lei todos y me quedé con una gran angustia en el alma, no vi el mundo desde ese lado.
    Un abrazo de luz y a seguir cuidandonos!!!!

  8. Ninoska

    Pienso que tu artículo nos da un respiro al panorama pandémico y político. Acertado diría yo. Ya anoté los libros recomendados, ¡muchas gracias!
    P.D. Lamento lo de tu Padrino, Alberto. Un abrazo.

  9. Rosa María Gastañeta Alayza

    Un fuerte abrazo Alberto, para ti y todos los que han perdido a alguien muy querido. Acabo de perder a mi mejor amigo ya hace más de 10 días y no pasa la tristeza. Es buena idea recurrir a la lectura y lo haré. ¡Gracias!!

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