El estrés de minorías


Un nuevo informe muestra el impacto de la discriminación en la salud mental de las personas LGBT+


La organización civil Más Igualdad Perú acaba de presentar un nuevo estudio sobre la salud mental de las personas LGBT+. Como ya nos tienen acostumbrados, el informe muestra gran seriedad a la hora de plantear la metodología de investigación y trae información muy interesante que nos ayuda a entender mejor la problemática. Se puede acceder al resumen ejecutivo del informe en su web a través de este enlace.

Además de la valiosa información estadística, llamó mi atención el uso del término “estrés de minorías”, el cual resulta clave para entender el impacto que la discriminación y el estigma tienen en la salud mental de las personas LGBT+. El concepto es del psicólogo Ilan Meyer, y describe cómo junto al estrés habitual que cualquier persona sufre en su vida cotidiana, los grupos marginalizados sufren una presión adicional debido a la estigmatización y los prejuicios que enfrentan constantemente. En el contexto peruano, donde la discriminación hacia las personas de la diversidad sigue siendo una realidad diaria, el estrés de minorías emerge como un factor crucial para comprender el estado de su salud mental.

Esta angustia no solo surge de las situaciones específicas de discriminación o violencia que experimentan, sino también de la expectativa constante de ser rechazados o agredidos por su identidad. Es un fenómeno que afecta todos los aspectos de la vida de una persona LGBT+, y genera lo que el estudio describe como una «hipervigilancia constante». Las personas LGBT+ viven con la expectativa de que algo negativo podría suceder en cualquier momento, ya sea en el trabajo, en el transporte público, o incluso dentro de su propia familia. 

Pongamos un ejemplo concreto. La mayoría de personas trans no tiene un documento de identidad que refleje quiénes son realmente.  Al intentar entrar a un edificio para una reunión, a veces sucede que son cuestionadas porque su apariencia no coincide con lo que dice su identificación. Lo mismo ocurre al hacer trámites en un banco, donde hay casos en que el personal exige explicaciones incómodas o niega el servicio. Viajar en un bus interprovincial o tomar un avión se convierte en un desafío, con interrogatorios innecesarios y miradas de desconfianza. Estos obstáculos constantes —o la sola idea de que se puedan presentar—  generan un estrés adicional que no solo afecta su día a día, sino también su bienestar emocional y mental a largo plazo.

Este estrés se manifiesta en diagnósticos clínicos concretos. Por ejemplo, de acuerdo al informe, el 38 % de las personas encuestadas recibió algún tipo de diagnóstico de salud mental, siendo la ansiedad, la desregulación emocional y la depresión los problemas más comunes. Esto es especialmente visible entre las personas trans, quienes registran los porcentajes más altos de diagnósticos. 

El informe ofrece, además, una valiosa oportunidad para reflexionar sobre cómo el estrés de minorías también puede empujar a someterse a las dañinas prácticas de conversión en un intento por escapar del estigma. Estas prácticas, que pretenden “corregir” o “curar” sin éxito a las personas LGBT+, se alimentan del rechazo, la humillación e incluso de la violencia que enfrentan. En su vulnerabilidad, estas personas son conducidas a buscar una solución imposible, lo que termina por agravar aún más su salud. De acuerdo al estudio, el 23 % de personas encuestadas señaló haber sido sometidas a algún tipo de práctica de conversión. Es decir, casi 1 de cada 4 personas. De ese 23 %, el 11% lo hizo por iniciativa propia y el 15 % de manera obligada. Los motivos más frecuentes fueron “tenía miedo de no poder ser feliz” y “no quería decepcionar a mi familia”.

En las recomendaciones del estudio se propone implementar políticas públicas que promuevan un enfoque afirmativo en la atención de salud mental, con servicios libres de discriminación y de prejuicios hacia las personas LGBT+. También se señala que es crucial avanzar en el reconocimiento legal de derechos que vienen siendo postergados desde hace muchos años, como la ley de identidad de género o la ley de matrimonio igualitario. Además, se subraya la importancia de promover campañas educativas que erradiquen el estigma y fomenten la inclusión.

El informe debería ser una herramienta importante para que las autoridades del Ejecutivo y Legislativo actúen de acuerdo a sus competencias y obligaciones. Lamentablemente, sabemos lo poco que les importa los derechos humanos, y que el abuso de poder, el aprovechamiento personal y la búsqueda de impunidad pareciera motivarlos. 

Afortunadamente, no todo depende de este Estado capturado. La organización Presente, por ejemplo, tiene la iniciativa “Empresas presente”, para garantizar espacios laborales libres de discriminación que puedan atraer y retener al mejor talento. También cuentan con recursos para docentes y para familias. El sector privado y cada uno de nosotros como individuos podemos tomar acciones concretas para reducir este estrés, asegurando que las personas reciban un trato cotidiano más acorde a su dignidad como personas.


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