Dos alcaldes azules


Tristes coincidencias entre un puente nuevo y un tren viejo en la ciudad de Lima


Como veo las cosas en mi país, temo que dentro de poco, cuando toque darle una mano de pintura a mi edificio, vaya a toparme con el nombre del presidente de la junta de vecinos en una placa conmemorativa junto a la entrada.

Es que las malas costumbres cunden rápido y la mala memoria nos hace bajar la valla.

Quien en estos momentos me hace hacer tal asociación es, por supuesto, el actual alcalde de mi distrito, Miraflores, y también el líder de su agrupación política.

La gestión del señor Canales, que así se llama el burgomaestre de mi vecindario, acaba de inaugurar un puente peatonal que se estira entre los acantilados de Miraflores y Barranco. Debo aclarar que para mí es una obra necesaria y que la usaré a menudo, lo cual no quita lo fea que ha resultado siendo o, en todo caso, lo enormemente desperdiciada que ha quedado la ocasión de construir algo hermoso arquitectónicamente. (Ya que estamos, es el mismo desperdicio que le critico al nuevo y funcional aeropuerto Jorge Chávez: ¿no es una pena que el territorio que vio edificarse a Chan Chan y Machu Picchu reciba a nuestros viajeros con una arquitectura que se respira como de industria masiva?). 

Pero volvamos al puente y a otras asociaciones.

Que su gruesa estructura se haya pintado de un azul que es igual al del partido del alcalde ya, de por sí, habla de cómo los peruanos nos hemos acostumbrado a que nos restrieguen en la cara una pieza de comunicación política financiada con nuestra propia plata. Sin embargo, siempre se puede descender más: los vecinos que viven frente al flamante puente ya se quejan, además, de contaminación lumínica en las noches. ¿Es que las ganas de que una obra sea reconocible y adjudicable a un alcalde pueden llegar tan lejos como para lastimar los ojos de sus vecinos? ¿Hacía falta que una obra se convierta en un anuncio relumbrante de neón que desde lejos dice “mírenme, mírenme, soy una obra inaugurada”?

Últimamente, la respuesta a esto en mi país parece ser siempre que sí. 

(Que quede constancia de que para no hacer este artículo demasiado largo no me explayaré en las sospechas de corrupción que rodearon la construcción del puente, o en recordar a conciencia cómo la constructora que ganó la licitacion lo hizo con la diferencia de un centavo, ni que luego esa misma empresa dejó abandonada la obra por insolvencia, lo que le añadió más atascos a todos los habitantes de Lima durante meses).

El alcalde de mi distrito, pues, ha armado un show con ese puente, una costumbre que se vincula a la conducta política de su correligionario mayor, el actual alcalde de Lima. Convengamos en que, tal como los puentes, los trenes son muy necesarios para movilizarnos. De hecho, nunca entenderé cómo en nuestro país, en un momento dado de nuestra historia, cierta visión errada y quizá atribuible al poderoso lobby del automóvil desterró la eficiencia del traslado con locomotoras. Pero una cosa es aplaudir una necesaria visión por masificar los trenes en nuestras ciudades, y otra es dejarse embaucar por lo que a todos luces ha sido una performance de comunicación del alcalde de Lima en su carrera para tratar de ser presidente del Perú. Tal como lo hizo Canales con el puente de Miraflores, el alcalde López Aliaga ha usado nuestro dinero para que la flecha de neón lo señale a él. ¿Qué otro objetivo puede tener gastar millones de dólares de todos los limeños bajo la figura de la supuesta donación de unos trenes que fueron dados de baja en California, que la del pantallazo que ilusiona a las víctimas de nuestro transporte? ¿Cómo explicar la urgencia de poner esos trenes a andar para la foto, cuando ni siquiera existe el diseño de las estaciones hasta Chosica, ni la logística para la venta de boletos? ¿Cómo dejar de notar la ceremonia festiva de llegada de esos trenes viejos y su parecido con la reciente inauguración del puente miraflorino, hermanadas en su intención de lograr imágenes felices como en un mitin de campaña? 
¿Tan profundamente hemos sepultado la noción de que un alcalde debería ser un representante que sirve a sus vecinos y que a ellos se debe, y no a su ego, ni a su futuro político? ¿Cuándo volverán los Bedoya, los Dibós, los Andrade, esos alcaldes que tenían ambiciones politicas, pero que anteponían escuchar a sus vecinos y entregarles una ciudad mejorada?

Tanto hemos bajado la valla, que si antes daba pudor pronunciar la frase “roba, pero hace obra”, hoy a veces hasta provoca decir “que robe, pero que no nos joda al resto”.

Compartamos nuestra indignación, a ver si volvemos a recuperar un poco de dignidad.


¡No desenchufes la licuadora! Suscríbete y ayúdanos a seguir haciendo Jugo.pe

6 comentarios

  1. Tania Casavilca Quintanilla

    Agradezco tu punto de vista. Si estamos demasiados cegados en el «yo, yo y yo», pero detengamonos, desintoxiquemonos del exceso de información, que a veces no es fidedigna. Respiremos. Ventile monos. Regresemos a nuestros valores. Y no nos dejemos influenciar por tantas cosas a medias, media música, media gestión, medio vivir, medio todo. Limpié monos nuestros ojos, tomemos una bocanada de aire. Y reenrumbemonos nuestro país, a los que aún nos queda dignidad. Gracias por el aporte

    • Gustavo Rodríguez

      Gracias a ti, Tania, por el receso que da tu opinión.
      Un abrazo afectuoso.

  2. Amanda Rosales

    Al margen del notorio sesgo personal del autor (imagino que tendrá miedo que lo obligen a leer la Biblia si eligen presidente al alcalde de Lima), lo cierto es que la eficacia comunicacional de los trenes o del puente, se debe principalmente a la furia de los opositores.
    En el afan desquiciado de querer destruir, a como de lugar, al alcalde de Lima y, por ende, a todo proyecto que él plantee como el tren, no midieron los efectos y terminaron haciendole una magnifica campaña de comunicación. Esa gran performance, que a unos les debe doler en el alma, no se debe tanto al dinero de los contribuyentes, sino a todo el esfuerzo desplegado por ese sector combativo que lo atacó a diario durante semanas en todo medio a su alcance, como las portadas de La República, El Comercio y otros diarios, redes, programas, tiktoks podcast, etc.

    Lo mismo ha ocurrido con el puente, los opositores chillaron durante semanas, hasta se organizaron colocando un cuidado cartelon en un edificio, hecho en alguna atelier barranquino por supuesto, para que al final, la obra y el progreso se imponga sobre sus voces. Todo el bolondron sirvió para que vayan mas de 5000 personas por día a conocer el puente, tomarse fotos, stories, tiktoks, y los opositores quedaron reducidos a cuatro gatos olvidados.

    • Gustavo Rodríguez

      Yo mismo he dicho (y sin furia) que el puente, como idea, es preferible al vacío: yo mismo he confesado que lo usaré a menudo y por eso no me sorprende que sea visitado más allá de la novedad.
      Pero eso no quita lo pésimamente gestionado de su construcción, ni que pudo ser un símbolo bonito de nuestra ciudad, ni el tema de fondo de mi reflexión: lo bajo que hemos dejado la valla para que nos metan el dedo.

  3. sadrofantor

    Se te olvidó citar a la corrupta confesa progre caviar Susana Villarán, la inepta que utilizó la plata de todos los contribuyentes, y de las corruptas OAS y Odebrecht, para su campaña del no a la revocatoria. Lo mismo que criticas a porky!!!!! En ese momento, todos los actorcitos de pacotilla y demás atorrantes mononeuronales, esto es sin instrucción adicional al colegio, participaron activamente, a sabiendas que la plata era espuria.

    Que pasó Rodriguez se te olvidó ??? o tu memoria está reservada solo para aquellos a los que diriges tu odio y resentimiento. Ya ni encajas en doble rasero, ese es el estandar habitual y desvergonzado de nuestros progres caviares, tan detestados por el comun de la gente.

  4. Gustavo Rodríguez

    Ah, bueno. Así que «¿y por qué no atacas a quien también quiero que ataques?» resulta ser la táctica de moda para desautorizar una crítica hoy en día.
    Lo siento, señor: la decisión y acción corrupta de Susana Villarán con los peajes no quita lo mediocre de la gestión de López Aliaga.
    Hace mucho que merecemos mucho más.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

cinco × 2 =

Volver arriba