¿Dónde se sienta usted?


Interesantes hallazgos sobre el entorno y la productividad 


Uno de los grandes cambios que se dan entre el colegio y los estudios superiores es la libertad de escoger dónde sentarte en clase. En la universidad o en el instituto, sentarte en primera o última fila depende solo de ti. Todo lo contrario al colegio, donde los sitios no dependían de gustos, y menos eran dejados a su suerte. En el colegio, los hilos invisibles de los profesores se movían para crear una organización que asegurara el funcionamiento de la clase. Es así como extrovertidos eran emparejados con introvertidos, distraídos con organizados, los zurdos siempre se sentaban a la izquierda y, en situaciones arriesgadas, hasta enemigos declarados se convertían a la fuerza en compañeros de carpeta para terminar siendo amigos al final del semestre. 

La adrenalina de ver quién te había tocado de compañero de carpeta no es algo que solo se limita a la etapa escolar, también se reproduce en ambientes laborares como oficinas compartidas y espacios de trabajo comunal, tal vez con menor emoción, pero no con menos importancia. El diseño de nuestros espacios de trabajo, incluyendo con quién nos sentamos, es de interés para investigadores de diferentes disciplinas como los recursos humanos, la arquitectura, el diseño de interiores y la administración. 

En un artículo publicado en 2016, los investigadores Housman y Minor explican cómo afecta a los trabajadores sentarse cerca de un trabajador tóxico a comparación de uno de alto rendimiento. Los investigadores describían a los profesionales tóxicos como trabajadores que podían ser despedidos por sus acciones, como llegar constantemente tarde o no asumir sus responsabilidades. Del lado contrario, los trabajadores de alto rendimiento sobresalían por la calidad o rapidez de su trabajo. Después de analizar casi 60 mil horas de trabajo de 11 empresas de tecnología, los investigadores concluyeron que el lugar que los trabajadores ocupaban en la oficina impactaba en su rendimiento. Sin embargo, las consecuencias no eran iguales. 

Cuando una persona de rendimiento medio era sentada cerca de una de alto rendimiento, ya sea en calidad o rapidez, existía una influencia positiva hacia la persona con menor rendimiento. De la misma forma, si dos personas con alto rendimiento, pero en diferente habilidad, se sentaban cerca, estas habilidades se potenciaban. Es decir, cuando un trabajador que producía trabajo de forma rápida se sentaba cerca de uno que producía trabajo de mayor calidad, ambos se complementaban y aumentaba aquella habilidad por la cual no destacaban. Sin embargo, esta influencia positiva no era automática, ni depende solo del espacio físico. Los investigadores describen que los cambios en el trabajo se notaban a partir de un mes de trabajar cerca, pero también de forma colaborativa. 

Hasta ahora suena todo estupendo: vamos a las oficinas y reorganizamos los sitios. Sin embargo, como nos enseña la vida, el esfuerzo que se requiere para revertir una experiencia negativa no es igual al que se necesita para producir un impacto positivo. Según los investigadores, aunque los trabajadores tóxicos solo eran el 2 % de la data que estudiaron, sus impactos podían corresponderse hasta en el doble de pérdidas económicas para la empresa. En concreto, observaron que sentarse cerca de un trabajador tóxico podía tener una mayor influencia que sentarse cerca de uno de alto rendimiento. Aunque los investigadores no ofrecen soluciones que se puedan adaptar a todas las situaciones, sí indican que es importante que las empresas conozcan que la solución no siempre es contratar solo a trabajadores de alto rendimiento, sino en evitar a los trabajadores tóxicos, no solo despidiendo a los que corresponde, sino transformándolos en trabajadores promedio que puedan potenciar sus habilidades por la colaboración con otros trabajadores.  

Tal vez estemos repensando nuestros lugares en nuestras oficinas, o pensando que la antigüedad de este estudio, de seis años, lo hace menos relevante. Especialmente, porque muchos hemos dejado de compartir espacios con nuestros colegas, y nuestros compañeros de carpeta son solo virtuales. Sin embargo, estos resultados son interesantes, porque tanto el diseño de nuestros espacios como el tipo de estimulación que recibimos son conocidos factores que afectan nuestra productividad. 

Curiosamente, un grupo de profesionales donde también se estudia a detalle aquellos factores que influencian en el trabajo son los científicos. Desde afuera, podemos pensar que los científicos trabajan principalmente en soledad, y que están tan apasionados por sus estudios que son inmunes a los trabajadores tóxicos, o tenemos la ilusión de que todos los científicos son superproductores. No obstante, los científicos como grupo de estudio demuestran lo contrario. 

Una de las disciplinas que estudia la vida de los científicos se llama “la ciencia de la ciencia”, conocida como SciSCi. En los últimos años, los científicos que se dedican a investigar a los científicos han producido nuevas investigaciones usando big data para determinar qué patrones de colaboración producen y cómo es la organización de sus grupos de trabajo. Uno de los motivos por los cuales los científicos son un excelente grupo de estudio es porque dentro de cada disciplina están establecidos los parámetros de éxito. Por ejemplo, dos biólogos de la misma especialidad que trabajan en universidades diferentes se rigen por parámetros similares: por ejemplo, ambos saben en qué revistas debe publicar, a cuántos congresos ir, entre otros factores. 

Así como los investigadores interesados en el espacio de las oficinas y la influencia de los trabajadores de alto rendimiento, los científicos de la ciencia de la ciencia también tienen un especial interés en comprender qué hace que ciertos investigadores sean especialmente prolíficos. Aunque en el caso de los científicos no se ha estudiado cómo influye la ubicación dentro de las oficinas, sí se conoce que otras características de los espacios que comparten los científicos afecta a su desempeño. Se sabe que los primeros años después del doctorado son los años de mayor producción para los científicos y que la institución en la que continúen su carrera profesional afectará a esta producción. En algunas disciplinas el número de publicaciones por año y el número de citas por publicaciones es un indicador de éxito. Sin embargo, si un investigador prolífico se encuentra en una universidad que prioriza la enseñanza sobre la investigación, entonces su capacidad de publicación se podría ver afectada. 

Las investigaciones en estas disciplinas son diversas, y nos darían para escribir más de un artículo. Estas no son solo anécdotas o investigaciones que llaman nuestra atención, el objetivo de estas disciplinas es destinar correctamente los recursos y, a nivel personal, analizar cómo nuestro entorno puede estar afectando a nuestra productividad. En algunos casos, será difícil que las universidades reorganicen la carga laboral de quienes pueden potenciar la capacidad de la investigación, o que las oficinas asignen sitios según toxicidad o productividad. En ambos casos, vemos la recompensa de sentarse en el lugar correcto en el momento indicado, o ser alguien con los que todos quieren compartir carpeta. 


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