Descontento con derecha, descontento con izquierda


Tres analistas conversan sobre las recientes protestas en Perú y la región 


Ayer estuve en el Hay Festival de Arequipa, conversando de manera virtual con Michael Reid y  Martín Caparrós sobre la polarización, la protesta y el futuro de América Latina. Para mí fue un gusto compartir la mesa —dirigida diestramente por Jacqueline Fowks—, con quien fuera el editor por más de una década de la sección de América Latina en la revista The Economist, así como con el reconocido periodista y escritor argentino.

La conversación fue amena y puede ser vista en la página del Hay Festival. Lo que más llamó mi atención es que, a pesar de nuestras diferencias de experiencia y posición política, todos teníamos una lectura muy semejante sobre los motivos que han llevado a las recientes protestas en Chile, Perú y Colombia, países que, si bien dejaron de crecer económicamente al mismo ritmo desde el 2014, sí siguieron creciendo.

Sin embargo, esta ralentización significó que muchos ciudadanos sintieran que su salida de la pobreza nunca había estado garantizada: al estrellarse con la realidad de una economía menos ágil, su endeudamiento ya no hacía posible seguir pensando que se había llegado a una posición de comodidad.

Esto llevó a protestas de distinta índole que, en todos los casos, tienen que ver con una crítica al sistema neoliberal impuesto en las últimas tres décadas o más. En el caso de Chile, la disconformidad precedió a la pandemia y el estallido social llevó a cientos de miles de personas a las calles. Se trataba, además, de un movimiento que tenía, por lo menos, una década de protestas puntuales que le exigían cambios al sistema político y económico. Tal fue su éxito, a pesar de la brutal represión, que los chilenos votaron hace un año a favor de una asamblea constituyente y hoy están en pleno proceso de un cambio constitucional, además de unas elecciones presidenciales muy disputadas.

En Perú y en Colombia las protestas estallaron en medio de la pandemia y por motivos diferentes. En el primer caso, en gran medida, se trató de una respuesta al intento de una facción del Congreso de tomar el Ejecutivo e implantar un sistema donde su sistema de corrupción podría seguir imperando. En Colombia, la ciudadanía salió a protestar contra una reforma tributaria que iba a castigar desproporcionadamente a ciertos grupos, además del retiro de la reforma a la salud. En ambos casos, la gente salió a las calles a pesar de los riesgos de la pandemia y, en gran medida, por el hartazgo ante la sensación de que el Estado no estuviera proveyendo a la ciudadanía la mínima atención que necesitaba ante la crisis sanitaria. 

La pandemia desnudó la incapacidad del modelo neoliberal de mejorar la situación de las personas y de reducir realmente la brecha de desigualdad, que es la característica más saltante de las sociedades latinoamericanas. Si bien el crecimiento mejoró la economía de casi todos, la diferencia entre los ricos y los pobres no disminuyó. Con la pandemia —y la debacle económica y sanitaria que gatilló—, esto se hizo cada vez más evidente. 

Sin embargo, una de las paradojas que mencionó Caparrós es que los países de la región que no tuvieron sistemas neoliberales, y mas bien sistemas que se denominaban de izquierda, tampoco lograron disminuir realmente la desigualdad, ni proteger de manera efectiva a sus ciudadanos ante la pandemia. Esto nos lleva a pensar que la solución a este problema formativo de las sociedades latinoamericanas es tan profundo que es inútil afrontarlo simplemente con un cambio político.

Esta no es una sorpresa porque, como vimos después, las protestas no lograron realmente traer cambios profundos ni a Colombia ni a Perú, mientras que, en el caso de Chile, su proceso viene de mucho antes. 

¿Qué podemos esperar en los próximos años? 

El caso peruano es difícil de pronosticar ya que la crisis política se mantiene permanentemente y el gobierno parece sostenerse con lo mínimo, sin mucha capacidad para lograr cambios profundos. ¿Veremos nuevas protestas? ¿Se logrará alguna vez disminuir de verdad la inmensa brecha entre quienes más tienen y los que menos tienen? Es muy difícil imaginar que el tambaleante gobierno actual del Perú alcance a hacer mucho a pesar de sus promesas ya que, como bien sabemos los latinoamericanos, de buenas intenciones esta empedrado el camino al infierno.

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