De niño pastor a líder que escucha 


Un testimonio sobre la importancia de las becas y todo lo que nos falta en educación rural


Yunil Yupa Quispe es un joven quechuahablante de la provincia de Quispanchis, Cusco. Estudia Psicología en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. Ha sido ganador de diferentes becas para el financiamiento de sus estudios. Además, está involucrado en iniciativas para generar conciencia sobre la importancia de la salud mental intercultural en comunidades rurales indígenas del Perú.


Allillanchu! 

Soy Yunil Yupa Quispe, un joven quechuahablante de la comunidad campesina de Pucaorcco, distrito de Ocongate, provincia de Quispicanchis, región Cusco. Según mi memoria más temprana, mi primera vida en los Andes consistía en pastar mis ovejas y alpacas. En mis ratos libres, lo que más disfrutaba en mi infancia era bañarme en las quebradas durante los meses de la helada, sin sentir nada de frío.

Pero llegó un día en que mi remota comunidad vio llegar a un grupo de obreros y profesionales. Por ellos nos enteramos de que un megaproyecto pretendía conectar Perú y Brasil mediante la construcción de una carretera interoceánica a través de los Andes. Conocerlos fue muy novedoso por todos los trabajos que realizaban. Aquellos eran para nosotros unos tipos extraños, que andaban con un casco blanco. Mi abuelita me comentaba que los ingenieros solo podían moverse en grandes camionetas, que no podían andar a pie: a diferencia de nosotros, que recorríamos cerros, ellos apenas caminaban unos metros y luego se subían al carro.

Siendo niños, los veíamos y pensábamos que sería imposible que algún quechuahablante como nosotros pudiera llegar a ser como ellos. Desde pequeños respiramos un adoctrinamiento que nos hace creer que no podemos. Pero igual nos acercábamos, por si alguno de ellos tenía buen corazón y nos compartía alguno de sus platillos durante la hora del almuerzo, para luego guardarlos en nuestras mochilas y compartirlos con la familia. 

No fue hasta la secundaria cuando me enteré de la existencia de la universidad y de los institutos técnicos. Y aunque nuestro maestro decía que era una meta difícil, algo en mi inconsciente me decía que sí se podía: comencé a estudiar más y más, hasta sacar los diplomas de honor. Cuando terminé el colegio, no recibí asesoramiento para postular a programas públicos, como Beca 18, que ofrecen apoyo universitario a jóvenes de bajos recursos. Aquello fue bastante frustrante. Entonces, me puse a trabajar por un año: primero viajé a la Amazonía y fui ayudante de cocina, también laboré en minería, en la chacra y, por último, como cargador de mochilas de los turistas que hacían caminatas hacia Machu Picchu. Al final pude juntar el dinero para viajar a la ciudad del Cusco y estudiar en una academia universitaria. 

¿Pero qué carrera estudiar? Mi hermano me sugirió escoger una que exigiera menos puntaje para que ingresar fuera más sencillo, y así seleccioné Educación en la especialidad de Matemática y Física. Aunque me llamaba la atención la ingeniería, volví a recordar eso de que aquello era imposible para nosotros, los quechuas. Pero no era tanto por nosotros, sino porque lo estudiado en mi secundaria rural no servía de mucho en la academia. Sufrí mucho porque no entendía: mi dominio del español era limitado. Finalmente, aunque con la nota mínima, logré ingresar en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC). Mis padres se alegraron con la noticia y toda la familia celebró el logro.

Para mi primer día de clases como universitario me encontraba emocionado y, a la vez, demasiado nervioso, en especial por no hablar tan fluido el español. El profesor nos dio la bienvenida y la primera tarea que tuvimos consistió en preparar una exposición. Leí las instrucciones más de veinte veces y no las comprendía bien. La exposición en clase se convirtió en una pesadilla, ya que no pude responder las preguntas que me hacían. Eso y más frustraciones me llevaron a una tristeza profunda, y por ello decidí dejar la carrera de Educación. 
Tal vez necesitaba volver a empezar. 

Regresé entonces a la academia preuniversitaria por ocho meses más, con la meta de reforzar el aspecto del lenguaje. Y esta vez ingresé a Psicología, una de las carreras más competitivas de la UNSAAC, con el puesto 11 entre los 300 postulantes. Como estudiante universitario, tomaba clases y leía de lunes a viernes, mientras los sábados y domingos trabajaba para pagar mi alquiler, comida, movilidad y los útiles de escritorio. A pesar del cansancio, mi rendimiento académico se encontraba en el medio superior. Afortunadamente, por entonces escuché hablar de la ‘Beca Permanencia’ de Pronabec para recibir apoyo financiero, y gané una beca en el tercer intento. Convertirme en un beneficiario provocó un cambio de 180 grados, que se reflejó en mi mejora académica de tercio a quinto superior, y que me hizo ganador de un intercambio académico de un semestre en Lima, en la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP). Ser un quechuahablante en una de las grandes universidades privadas de la capital fue una experiencia increíble. Una vez de vuelta en Cusco, comencé a estudiar portugués hasta el nivel intermedio, y actualmente estoy estudiando inglés en el ICPNA, gracias una Beca IPFE-Conectemos. Ya me voy a graduar pronto.

Mientras tanto, me dedico a realizar diferentes trabajos y voluntariado en las comunidades campesinas en conexión con mis estudios. Todavía hay temores y estigmas sobre estos temas en nuestro país, mucho más en las comunidades rurales. Ahora, como estudiante de Psicología, me enorgullece poder trabajar con poblaciones indígenas quechuahablantes en el área de la salud mental, y que puedan confiar en alguien con una trayectoria similar de vida. 

Es que los runas —o los quechuas— también queremos salir adelante y contribuir. 


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5 comentarios

  1. Naty

    Kusikuy, Yunilcha!!! Que inspiración leer tu historia. Estas transformando la vida de nuestra comunidad Quechua ☀️ Muchos éxitos en tus próximas metas!!!

  2. Fernando Fernández

    historia maravilloss, inspira a superarnos, no hay barreras cuando tenemos determinación y coraje.

  3. Martha sternberg

    Una historia muy edificante einspiradpra,,,,Adelante ,ayudará las poblaciones rurales y alejadas de ciudades para avanzar la juventud y la. Iudadania

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