Crisis, las de antes


¿Y si la inestabilidad es la forma más fidedigna de recordar la Independencia?


A nada de conmemorar el Bicentenario muchos se preguntan si esta es forma de llegar, divididos, enfrentados y ante una clase política más concentrada en sus propios intereses que en las necesidades de la mayoría. Pero esto no es muy diferente a lo que vivimos hace 200 años durante el proceso de independencia. En realidad, las últimas semanas nos han recordado que la inestabilidad política nos acompaña desde siempre.

           A pesar que cada año celebramos el 28 de julio como el momento en el que conquistamos nuestra libertad, este no fue más que un recodo en el complejo camino que desembocó en nuestra eventual separación de la Corona española. La famosa fecha no fue ni el inicio ni el final del proceso. No se trató del día de la declaración de independencia, que en Lima ocurrió el 15 de julio y en muchas otras ciudades del Perú durante los últimos meses de 1820. Tampoco ocurrió una batalla o una victoria militar, sino que el 28J fue cuando José de San Martín organizó una ceremonia pública para proclamar la independencia, apropiándose del aparato simbólico más característico del periodo colonial. Como ha mostrado Pablo Ortemberg, la ceremonia se llevó a cabo siguiendo el protocolo establecido para los juramentos de fidelidad al Rey y luego a la Constitución de Cádiz, con tabladillos en cuatro plazas de la cuidad y una coreografía que todos podían reconocer.

           San Martín mismo dejó un decreto ordenando que se celebren el 28 y el 29 de julio de una manera muy específica, y estas conmemoraciones han tendido a dominar la forma en que muchos peruanos concebimos y celebramos nuestra independencia. Pero esto ha opacado el hecho de que el proceso comenzó con el bloqueo naval de la costa peruana en 1819; y cobró mayor intensidad tras el desembarco en Paracas de setiembre de 1820, lo que condujo a la victoria en la batalla de Cerro de Pasco en diciembre de ese año, así como a la independencia de la intendencia de Trujillo.

           De la misma manera ha tendido a ‘congelar’ el proceso, y es muy poco lo que se habla de todo lo sucedido entre julio de 1821 y las batallas finales en Junín y Ayacucho de 1824. En esos años se creó en Lima una sociedad patriótica para decidir si el Perú debía ser una monarquía o una república; se organizaron campañas militares, ninguna de las cuales fue exitosa; se dieron elecciones, donde todos los hombres mayores de 25 años que no eran sirvientes votaron por representantes al primer Congreso peruano, que fue inaugurado en setiembre de 1822. Asimismo, se promulgó la primera Constitución peruana, y gobernaron un triunvirato y al menos dos presidentes. Todo el sur del Perú, desde el valle del Mantaro, se mantuvo realista, y su dominio del territorio fue tan grande que sus huestes tomaron la ciudad de Lima en dos ocasiones. El gobierno independiente se dividió, y en un momento hubo dos presidentes y sendos congresos al mismo tiempo (uno con sede en Trujillo, el otro en Lima).

           La inestabilidad vivida en los primeros años de la República fue mucho más intensa de lo que solemos imaginar. Solo los especialistas pueden recitar los eventos principales que se llevaron a cabo entre 1821 y 1826, cuando se rindió el fuerte del Real Felipe, retomado por los realistas en 1824 y donde se refugiaron algunos de los primeros convencidos por la Independencia, como Bernardo de Tagle. Después de declarar la independencia de Trujillo en 1820 y haber sido uno de los hombres más cercanos a San Martín —incluso llegó a la presidencia—, el marqués de Torre Tagle terminó renegando de la libertad y tomó con los carlistas los castillos del Callao. Murió de inanición, según cuenta la leyenda, tras empeñar su última cuchara de plata a cambio de un caldo de gallina.

           Hemos sido inestables desde siempre. Ahora que nos acercamos a la fecha central —sin duda no la única memorable de este proceso de independencia— no le tengamos miedo a los movimientos políticos que nos acerquen a una mejor organización política. En las últimas semanas vimos cómo intereses corruptos trataron de hacerse del gobierno y fueron rechazados por los ciudadanos de manera robusta. Qué mejor manera de conmemorar el Bicentenario. 

3 comentarios

  1. Federico Alponte-Wilson

    Gracias Natalia por compartir «este golpe de historia» (no conocía la anécdota sobre la muerte de Torre Tagle).
    Me quedo con su frase «Que mejor manera de conmemorar el Bicentenario…»

  2. Marco Temoche

    Gracias Natalia, una consulta que no he podido encontrar en los libros de historia, ¿quienes eran o de donde provenían los soldados del ejército realista entre 1821 y 1824? Muchas gracias

  3. Luis De Las Casas Orozco

    Seguimos ninguneando al verdadero Libertador. Simón Bolívar. Por qué los peruanos somos tan desagradecidos? Por qué la historia y los historiadores peruanos son tan ingratos con la mayúscula dimensión política y militar de Bolívar? San Martin enfermo y agotado cedió el liderazgo a Bolívar porque sabia que había ganado poco y de lo poco ganado podía perderse todo…. Ambos coincidieron que el Perú era un país ingobernable por la corrupción de su clase dirigente y por la falta de sentido patriótico….A mi entender esta es la profunda causa de la subsecuente inestabilidad política. La corrupción y la falta de patriotismo desune no cohesiona.
    Con el mal agradecimiento histórico nunca aprenderemos la verdadera lección.

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