¿Cómo compensar tanto dolor?


Un economista trata de calcular lo invisible de un derrame petrolero


Ya se ha discutido bastante sobre los errores en la tragedia ecológica de La Pampilla. Un mal cálculo inicial de la cantidad del petróleo que se creía derramada llevó a varios errores de comunicación, mitigación y manejo de la crisis. El hecho es que el daño —enorme— ya ha sido causado, así que mientras se desenvuelven las acciones de control apropiadas, hay una pregunta pendiente que merece atención: ¿cómo compensar a los afectados?

Dimensionar esto es muy importante, pero tiene un riesgo. Los seres humanos, que somos muy dados a las listas y los rankings, vamos a querer ubicar el monto total de compensación de esta tragedia dentro de las listas que circulan por las redes. Lo mismo se trató de hacer al inicio del derrame con la estadística del número de barriles o galones involucrados. Una tragedia no se hace más dolorosa ni memorable si escala alto en el ranking histórico y mundial de tragedias. La razón por la que es importante tratar de dimensionar esto es otra: nadie debe ser olvidado a la hora de resarcir y las compensaciones deben cubrir apropiadamente los daños causados.

Aquí un pequeño aporte con una mirada económica. Los detalles del cálculo dependerán de lo que determinen expertos marítimos, pesqueros, ambientales, bioquímicos, legales y otros. 

Los afectados de primera mano son los pescadores, que ya llevan diez días sin pescar. ¿Cuánto tiempo más tendrán que esperar para volver a sus actividades? Esto depende de cuánto tiempo tome quitar el petróleo del mar y de la regeneración de la vida marina de la que dependen. Mientras estemos en este estado transitorio, los pescadores deberían ser compensados por todo el ingreso de la actividad pesquera que hubieran podido realizar. Transcurrido el estado transitorio, habrá que preguntarse: ¿se podrá regenerar toda la vida marina? En caso de que la respuesta no sea afirmativa, los pescadores deberían recibir también compensación por el valor presente neto que significa esa afectación que será de por vida.

Los dos factores del párrafo previo pertenecen a lo que llamamos “factores de producción” de los recursos pesqueros de los afectados. Hay que considerar también factores de consumo de sus productos. La demanda por especies marinas se verá alterada. Por un tiempo, al menos, los hogares que consumían las especies marinas reducirán su consumo por miedo a la contaminación. Esto tiene incidencia en los precios de los productos y, por lo tanto, en la capacidad de generación de ingresos de los hogares pesqueros.

Tomando en cuenta tanto los factores de oferta como los de demanda de los dos párrafos previos, las preguntas relevantes que siguen en la lista son: ¿de qué tamaño es el área de influencia marítima? ¿Quiénes son los pescadores que regularmente pescaban en dicha área? Como hemos visto en diversos reportes, el área afectada estuvo creciendo durante varios días. El área de influencia, que va más allá del área afectada, seguramente también. 

La compensación por los ingresos perdidos, o el lucro cesante, es solo parte de una indemnización justa. A ello hay que sumar los daños emergentes causados por el derrame. Tanto la salud de los pescadores, como la infraestructura y herramientas que usan para sus labores, se vio afectada. Hay que compensar por ello. 

Pero a los pescadores no solo se les ha afectado el empleo y su generación de ingresos. Como la OIT acertadamente nos recuerda con frecuencia, el trabajo no es una mercancía. Esta semana quedó claro cuando Alejandro Huaroto y sus colegas, pescadores de la zona, compartieron su tristeza frente a lo ocurrido, haciéndonos notar que lo que han perdido es “la libertad” y “la felicidad, su forma de vida”. ¿Qué valor económico tiene esto? Aquí me sale el matemático: esto vale infinito. Así que cualquier monto de compensatorio en este rubro será insuficiente para compensar la pena. 

Hasta aquí nos hemos referido solo a los pescadores y su labor, pero hay eslabonamientos en la cadena productiva, hacia atrás y adelante, que también han sido afectados. Hay que pensar en los proveedores de bienes y servicios para la actividad pesquera: transportistas, restaurantes, tiendas de abarrotes, ferreterías, etc. Hay que pensar también en quienes utilizan pescado en su actividad: vendedores en mercados y restaurantes. Todos estos agentes han sido afectados por el derrame y deben ser indemnizados. La manera de cuantificar las compensaciones para ellos involucra también tres componentes: lucro cesante, daño emergente y compensaciones personales.

Pero además de la pesca y sus eslabonamientos, hay otras actividades que suceden en las playas y puertos afectados que deben ser compensados: vendedores, cuidadores, cargadores. A esto, súmele finalmente a quienes viven en zona de influencia de las playas y desarrollan actividades económicas o personales que no guardan vinculación con la playa o la pesca.

Hasta aquí un recuento de las personas y actividades que deberían recibir compensación. También hay compensaciones que la Nación debería exigir. ¿Qué valor tiene la flora y fauna afectada? ¿Cuánto tiempo durará la afectación? ¿A qué nuevo equilibrio llegará el ecosistema de la zona y cómo debemos ser compensados por ello?

El país debe contratar expertos para que realicen una buena defensa de estos intereses. Existe en el mundo buen material, tanto académico como práctico, de organismos multilaterales y peritos internacionales.  Ojalá el gobierno opte por llevar adelante esto de la manera más profesional posible. Ya nos han hecho pagar muy caro con la inexperiencia de quienes están a cargo del ministerio del Ambiente y con la falta de liderazgo firme en la OEFA, la oficina especializada en el tema. No consintamos más improvisación en un país que puede tener un buen manejo técnico.Este es un momento para sentar precedente. Seamos un país digno y reclamemos como corresponde. Luego, exijamos los estándares que aseguren que esto nunca volverá a suceder.

1 comentario

  1. Carlos León

    Para empezar los pescadores asociados (primer reto institucional), pueden y deben demandar a Repsol por el evidente daño y al estado peruano por su accionar hasta ahora limitado (básicamente se culpan unos a otros y todos dicen “podríamos” hacer esto o aquello, pero el resultado es nada). Abogados ambientalistas tienen esta oportunidad, el costo de sus servicios, pues es un detalle no menor. Finalmente creo que los pescadores enfrentan no sólo el dilema de no pescar o pescar en otros lados más costosos vs financiar su defensa y sus justos derechos.

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