¿Cambiar la Constitución mejorará nuestra economía?


Dos publicaciones para aclarar conceptos y derribar mitos sobre nuestro capítulo económico 


La semana pasada participé en un conversatorio sobre la reciente publicación de Andrés Calderón, que explica de manera sencilla y entretenida el capítulo económico de la Constitución peruana de 1993.

El libro se titula Verdades y Mitos de la Constitución Económica de 1993 y ha sido publicado por Penguin Random House en su sello Debate para contribuir a la discusión vigente sobre si necesitamos o no una nueva constitución, aunque intuyo que, probablemente, lo que este debate refleje es lo que Latinobarómetro señala desde hace tiempo: nuestra gran insatisfacción con el funcionamiento de las instituciones. Queremos que algo cambie, no estamos demasiado contentos con la situación actual y, por diferentes motivos, la gran polarización hace difícil que intercambiemos opiniones y lleguemos a acuerdos. Como diría Lavoe, predomina una voluntad de “quítate tú, pa’ ponerme yo” que, dicho sea de paso, constituye un fenómeno mundial en el que no se reconoce la escala de grises. 

Pero volvamos a lo que ha logrado Calderón con su libro.

Andrés nos explica que los artículos del título económico de la Constitución de 1993 dan cuenta de reglas para el funcionamiento de los mercados y que, desde un punto de vista democrático y de libertad individual, es razonable que haya libertad de empresa, pero también es razonable tener un Estado que controle todos aquellos excesos de la libertad de empresa. Los siete capítulos enfatizan asuntos fundamentales, como la importancia de la iniciativa privada, los monopolios y la protección del consumidor, la propiedad y los tributos, entre otros. Lo resaltante, me parece, es que a la par de sus explicaciones con palabras sencillas, el autor trata de derribar mitos, los mismos que se muestran desglosados con su respuesta respectiva a partir de la interpretación del texto constitucional. 

De manera similar, el autor ha hecho un trabajo muy interesante al explicar algunas de las consecuencias de los preceptos constitucionales a partir de sentencias del Tribunal Constitucional. En este ejercicio alcanza a comentar una de las últimas —y quizá de las más perniciosas para nuestra estabilidad macroeconómica— sobre la capacidad de los legisladores para tener iniciativa de gasto. En mi humilde opinión, esa sentencia no hace más que reflejar que necesitamos darle más formación económica y mecanismos de formulación de presupuesto público a todos los abogados del Perú, particularmente en cuanto al horizonte multianual del ejercicio de hacer presupuestos. 

Dicho esto, obviamente, estas líneas son una invitación a que usted lea el texto, a que lo recomiende si es docente de cualquier nivel —sea escolar o superior— y más aún si es un economista que trabaja temas de políticas públicas: la lectura es muy amena a la par que interesante.

Pero el debate sobre nuestra Constitución y la economía se enriquece también con el reciente libro de Waldo Mendoza, Constitución y crecimiento económico: Perú 1993-2021, publicado bajo el sello del Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, cuya reseña pueden encontrar aquí. En él, Mendoza realiza un análisis institucional que combina los datos de desempeño macroeconómico de varios países de la región con la presencia —o no— en sus constituciones de reglas económicas críticas, como la santidad de los contratos o la llamada por él “la regla madre”, contenida en el artículo 78, que impide al Banco Central de Reserva prestarle al Poder Ejecutivo para financiar el presupuesto público. Junto con ese análisis, Mendoza realiza un ejercicio econométrico interesante para atribuir a la Constitución del 93 la causa del gran desempeño económico del Perú hasta 2014.

Como ven, insumos no nos faltan para debatir con conocimiento sobre este tema que levanta pasiones.


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1 comentario

  1. César Polo

    Hola Roxana: Los mitos se destruyen no teniéndoles. Creo que hay debatir a fondo sin descalificar ni pontificar. No hay que descartar ni cambiar ni no cambiar. Debate serio y respetuoso. Yo creo que hay cuestiones que mantener y otras que mejorar. Autonomía y rol del BCR creo que mantener tal cual. Logros macroeconómicos, primero no son suficientes. Los logros deben ser para todos los ciudadanos: cierre de brechas es central. En mi opinión debería ser la prioridad máxima de “ Presupuesto con visión de largo plazo. Cada programa macroeconómico multianual debe incluir como parte del mismo un % de avance en la cobertura de brecha, dentro de las mismos equilibrios; contratos si, incluyamos un componente de “contrato social” en ellos como requisito de “ estabilidad” Perfeccionar las normas de monopolios no sólo la prohibición expresa en el monopolio de la prensa, que no se cumple hasta hoy, creo que es el artículo 61. Otros monopolios deben tener alguna regulación. Quizás perfeccionar el tratamiento de la “ posición dominante del mercado”; por ejemplo el de la venta de productos farmacéuticos. La transparencia y el Gobierno Abierto debe ser la regla del combate a la “ corrupción”. Desde los mecanismos digitales como Blockchain hasta en sentido figurado “despachar en el Parque”. Lobbies abiertos, no basta con registrarse que no lo hacen, sino que debe ser parte del Gobierno Abierto. La informalidad también debería ser parte de la visión de largo plazo y con metas en los programas macroeconómicos multianuales. Bueno y así en cada parte hay algo que incluir o corregir.
    Yo no creo en una Asamblea Constituyente paralela al Congreso que se superponga. A modo de idea podría ser un Senado Constituyente; creado por Reforma de la Constitución con un período de Transición que sería llevar adelante una propuesta Constituyente para llevarla a “Diputados” en un debate público y después de aprobada, hacer un referéndum, luego del cual, el Senado toma su función de Segunda Cámara. Aquí me quedo, por ahora. Gracias por la oportunidad.

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