Recientes aprendizajes de una educadora intercultural bilingüe

Yanira Ccencho es educadora en la especialidad de Educación Primaria por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con experiencia en la enseñanza bajo el modelo de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) quechua-castellano. Actualmente trabaja en una escuela rural en su provincia natal de Lucanas, Ayacucho. Además, es creadora de contenido en TikTok e Instagram.
Cuando egresé de la universidad a finales de 2021, en la carrera de Educación Primaria, sentía una enorme emoción por ejercer mi profesión en alguna escuela rural de mi natal Ayacucho, en Perú. Mi mayor motivación era enseñar desde el quechua, la lengua originaria que había aprendido de mi abuela. Recuerdo que, en una ocasión, inicié una conversación con un grupo de docentes porque quería conocer más sobre sus experiencias en la escuela y compartir mis inquietudes e intereses de enseñar quechua. Una de ellas me dijo que quizá mi entusiasmo se debía a que aún era joven; otro mencionó que, al no usarse tanto, ya no tenía sentido enseñar quechua. Eso resonó tanto en mí y evoqué mis experiencias de niña donde poco o nada me habían enseñado sobre mi lengua originaria en la escuela.
A mediados de 2022, después de un proceso de evaluación, tuve la oportunidad de cubrir la plaza de una maestra que había solicitado licencia por maternidad. Así comencé mi experiencia como docente en una escuela del distrito de Vischongo, en la provincia de Vilcas Huamán. Desde el principio tuve claro que mi eje orientador sería la Educación Intercultural Bilingüe (EIB). Este modelo educativo cobra relevancia porque garantiza el acceso a una educación contextualizada y de calidad para la niñez y adolescencia de los pueblos originarios, ya que incluye la lengua originaria y los saberes locales ancestrales como componentes fundamentales de la enseñanza y el aprendizaje. En contextos como Ayacucho, con su extenso territorio quechuahablante (aproximadamente 63% según el INEI), la EIB es clave para fortalecer y revitalizar nuestra lengua materna.
En la primera reunión los padres acogieron positivamente mi propuesta de trabajo con énfasis en el quechua. Me sentí satisfecha por esto, pero igual pensaba en los comentarios de aquellos docentes. Cuando estudiaba en la universidad, realicé mi trabajo de investigación sobre la EIB para mi titulación, y conocía tanto los avances como los desafíos. Era consciente de que, por factores como la escasez de materiales, la lejanía de las escuelas, la infraestructura deficiente y otros, algunos docentes tenían concepciones negativas respecto a este modelo educativo.
Desde 2023 trabajo en una escuela EIB unidocente en una pequeña comunidad rural llamada Orccosa, en la provincia de Lucanas, cerca de la comunidad donde nací. La escuela cuenta con un solo aula, que también funciona como dirección. Tenemos una pequeña cocina, donde una madre de familia nos apoya con la preparación de alimentos suministrados por un programa estatal de alimentación. Los espacios exteriores son campos extensos cercados por partes con adobe y piedras.
En mi labor como maestra unidocente realizo un trabajo diverso que abarca desde la gestión escolar, que es la parte administrativa de la escuela, hasta la labor pedagógica en un aula multigrado, donde atiendo a cinco estudiantes. Como agente activa en la comunidad, asumo además el rol de mediadora cultural: escucho y aprendo de los líderes comunales, pero también comparto mi conocimiento, y procuro crear vínculos afectivos con estudiantes y familias para fomentar ambientes de cooperación y trabajo articulado.
Enseñar desde la EIB no sólo implica impartir clases de lectoescritura en quechua, es también acoger la cultura y fortalecer la identidad originaria desde el territorio y las prácticas culturales. Supone también tener una mirada intercultural donde se acogen los conocimientos de otros pueblos, culturas y naciones, y se busca comprender y reconocer la diversidad. Asimismo, la EIB es un espacio legítimo para hablar de problemáticas que siguen sufriendo los pueblos originarios, como el racismo y el clasismo.
Aquí comparto algunas prácticas pedagógicas que realizamos en la escuela:
Para la planificación curricular, un insumo muy sustancial es el “calendario comunal”. Con él podemos proponer y diseñar actividades de aprendizaje considerando la cosmovisión y prácticas culturales y agrícolas de la comunidad. Por ejemplo, ahora en el mes de mayo estamos en la temporada seca de cosecha. Una de las actividades más resaltantes que tenemos en la escuela es el Sara Tipiy, despanque de maíz. También estamos a puertas de celebrar las herranzas, que es la marcación de los ganados. De esta manera apuntamos a crear actividades contextualizadas que a su vez respondan a las exigencias del Currículo Nacional.
Para el desarrollo de competencias comunicativas, una de las estrategias con buena acogida por los estudiantes son las canciones. Cada temporada realizamos nuestro repertorio de canciones que incluyen géneros como: Herranza, Toril, Chimaycha Pukllaycha y huayno con arpa y violín. Estas recopilaciones las hacemos en conjunto con los estudiantes, pero a veces parten también de propuestas mías al explorar canciones con letras pertinentes para ellos. En ocasiones, realizo adaptaciones como La Vaca Lola en quechua y otras canciones para cantar en el grupo. En los procesos de lectoescritura creamos productos en diversos formatos textuales, como libros cartoneros, fanzines, lapbooks, afiches e infografías, que luego publicamos en la escuela.
Durante estos tres años en escuelas EIB he comprobado de primera mano aciertos, pero también desafíos que persisten en este modelo educativo. Sin embargo, cada experiencia fortalece mi decisión de seguir apostando por la Educación Intercultural Bilingüe, compartir con mis pares quechuas y promover proyectos comunitarios innovadores desde la escuela. Desde una educación intercultural en quechua, reivindicamos y defendemos una lengua que muchos siguen considerando exótica, cuando en realidad es hablada por millones en nuestro país. Por tanto, es imprescindible trabajar para que su presencia se fortalezca en todos los ámbitos, desde la escuela hasta la investigación científica.
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Buen artículo, mi comentario y pregunta a la vez es porque solo 5 alumnos?. Los padres de la comunidad no apoyan la idea?. Soy testigo de como un profesor de comunidades sufre muchas carencias, ademas de traslados largos a veces de mas de un dia, igual los alumnos. Una pequeña lucha entre tanta desidia del estado.