Lo que vemos vs. lo que percibimos sobre la desigualdad
Hace unos días Bloomberg cometió un error muy comentado en redes cuando publicó que en Perú los asalariados del 1% más rico se llevan el 42% de la masa salarial. En lugar de 42% en realidad era 24%. Es decir, no tenemos la desigualdad más alta del mundo, pero no estamos lejos de tan vergonzoso lugar.
Un problema que evidenció el error de Bloomberg es un sesgo cognitivo conocido como anclaje: después de haber creído por un rato que estábamos tan mal, que se nos diga que no era cierto trajo algo de falso alivio para algunos.
Pero veamos la cifra desde otra perspectiva. ¿Cómo van otros países? En Holanda, el top 1% se lleva el 7% del pastel. En Italia y Croacia, el 9%. En Taiwán, 10%. Túnez, 11%. España, 12%. Argentina, 15%. Juzgue ahora nuestra cifra de 24%.
Tenemos una desigualdad enorme, y hay que reconocerlo y discutirlo. Para esto vale la pena tomar en cuenta más de un indicador. Además del que mide el pedazo del pastel que se lleva el top 1%, también se utiliza el que se lleva el top 10%. En el Perú, el 10% más afortunado del país se lleva 53% de la masa salarial, un poco más de la mitad del pastel.
Las dos medidas previas se enfocan en lo que ganan los más afortunados. También hay otras que se enfocan en los que menos ganan. Pero si se trata de medir lo que gana el 1% o el 10% menos afortunado, el pedazo del pastel sería muy pequeño como para ser detectado con solidez estadística. Por eso el indicador de desigualdad enfocado en los que menos ganan, se pregunta: ¿Qué pedazo de pastel se lleva el 50% de menores ingresos del país? La respuesta es que en el Perú la mitad desafortunada se lleva solo el 10% del pastel.
El Peru se resume así: piense en una fila de 100 personas y un pastel de 100 porciones. La primera persona en la fila se lleva 24 porciones, pero las cincuenta de la mitad para atrás se llevan 10 porciones para repartirse entre todos. Así, la última persona de la fila se lleva migajas. Si esto no nos indigna es porque no veníamos prestando atención. Visto así, ¡bienvenido el error de Bloomberg!
Hay quienes argumentan que la reducción de la desigualdad no debería ser un objetivo de política, que deberíamos concentrarnos en reducir solo la pobreza. El argumento en esta línea va así: si todos consiguen un estándar de vida mínimo, no debería importarnos lo que tenga el resto. Esto es, la desigualdad no importaría si todos nos comportáramos como homo economicus, esa persona hipotética que actúa con la racionalidad perfecta de los libros de texto de economía.
Pero desde hace un buen par de décadas viene quedando claro que el ser humano es mucho más complejo e imperfecto que el homo economicus de John Stuart Mills. Entonces, para construir sociedades cohesionadas donde podamos mirarnos como iguales (no solo ante la ley escrita, sino iguales en un sentido más concreto y cotidiano) necesitamos menos desigualdad económica.
Además, la línea de pobreza es ridículamente baja. El dato más reciente a la mano es de 2019. En él, si un hogar de cuatro personas recibe ingresos superiores a 1408 Soles (352 soles por persona) es considerado no pobre.
El objetivo debería ser, entonces, reducir tanto la pobreza como la desigualdad. Aunque, como decíamos hace unas semanas, algo de desigualdad tiene que haber.
¿Cómo nos ha ido en ambas últimamente? En pobreza, estadísticamente bien. Nuestro progreso ha sido notable. En el 2000, la mitad de los hogares del país estaban debajo de la línea de pobreza y el 2019 bajamos a uno de cada cinco. Pero insisto, hay que dotar de nuevo significado a la condición de pobreza que maneja el INEI. ¿O usted cree que alguien que vive con 352 soles al mes es no pobre y puede vivir dignamente?
En desigualdad, en contraste, no nos ha ido tan bien. Los indicadores del top 1% y del top 10% que estuvieron bajo los reflectores la semana pasada han caído en las últimas dos décadas, pero casi imperceptiblemente. Hay otro indicador de desigualdad en el que hemos tenido mejor desempeño: el índice de Gini. Ese ha caído en las últimas dos décadas, aunque aún es alto.
Pero más allá de esos indicadores objetivos, es importante prestar atención a las percepciones de los peruanos. Nuestra percepción de cuán bien viene funcionando la economía, cuánto está progresando el país, y cuán justa es la distribución del ingreso están en deterioro, especialmente en los últimos cinco años. La fiesta del crecimiento parece haber terminado hace buen tiempo y vamos bajando la cuesta.
Después de habernos enfocado durante décadas en tener una mejor economía, ahora se hace ineludible la tarea de construir una mejor sociedad. Hemos hecho crecer el pastel, pero todavía hay muchos peruanos que reciben migajas. Hay que elegir bien a quienes sepan hacer que el pastel siga creciendo, pero que también se reparta mejor. No es tarea sencilla.
Estimado Hugo: El mejor reparto de las porciones pasa por una política país o por las Autoridades de los Gobiernos Regionales y Locales? Pues son estas últimas las que generan mayor gasto y pueden distribuir mejor los ingresos y generar fuentes de trabajo? Si las administraciones locales y regionales dejaran de pensar en subir al tren de la mezquindad y pensar solo en el provecho de su grupito que bueno seria, pero todos entran con la voluntad de servir pero en un corto tiempo se transforman.
Como hacemos para que el señor de a pie pueda aprender más sobre los ingresos y gastos de sus autoridades?
Saludos cordiales
Nilo
Hay un rol muy importante para la gestion local, mi estimado Nilo. Y como pauntas bien, hay que prestar mucha veeduria ciudadana.
Este estudio se hizo sobre los trabajadores formales o informales?
Gracias por facilitar el entendimiento de la economía moderna Hugo.
Somos un país muy diverso en todo, por lo tanto un esfuerzo en nivelar riqueza no nos vendría mal.
Estimado Hugo Ñopo. Gracias…Soy cero en cuadros y estadísticas pero su explicación fue clarísima para mí. Eso de no ser pobre con S/ 352 soles es un insulto perverso y reducir la pobreza en aras de la desigualdad me parece una propuesta cínica…. La desigualdad se escode, se disimula hasta que revienta como en Chile hace un año aprox. No voy a votar con 74 y sin vacuna, pero pareciera que Verónika Mendoza entiende más el tema de la desigualdad que el resto pero también, desde su lado rígido, puede estatizar hasta las hormigas.