Una barra a los tres nobel en Economía


Y un repaso a los “experimentos naturales”


Este lunes se anunció el Nobel en Economía o, para ser más específicos, el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel.[1] Los ganadores este 2021 son David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens por sus contribuciones empíricas y metodológicas. Se trata de tres de los autores que más he disfrutado en los años que llevo de carrera económica. “¡Cómo no los voy a querer!”, diría en modo barrista, si han sido magníficos creadores de momentos ¡ajá! en mi vida. En su honor hoy les ofrezco una selección, muy personal y caprichosa, de algunos resultados de sus trabajos. No se trata de una visión de sus aportes, digamos mas bien, que son sus “goles” que más me han gustado.

Primero, un homenaje al ausente. Muchos coinciden en que este premio a David Card debió estar acompañado de uno a Alan Krueger, quien lamentablemente nos dejó en marzo de 2019:  juntos hicieron el famoso estudio sobre el sueldo mínimo. En 1992, el sueldo mínimo de Nueva Jersey subió 19% y la teoría imperante en ese momento dictaba que inequívocamente tal aumento reduciría el empleo. Card y Krueger desafiaron la teoría con buena evidencia empírica usando el aumento como un experimento natural. Para esto entrevistaron a algunos cientos de restaurantes de comida rápida, obviamente en Nueva Jersey, para recolectar información sobre el empleo. Aquí la novedad, y uno de los primeros usos de grupos de control en la economía: también entrevistaron a restaurantes en el este de Pennsylvania, cerca de Nueva Jersey, donde no hubo aumento de sueldo mínimo. Así pudieron comparar estadísticas de empleo atendiendo varias particularidades: (i) antes y después del cambio en la regulación, (ii) en un estado con cambio y en un estado (muy parecido) sin cambio. Encontraron, en este caso, que el cambio en salario mínimo no redujo el empleo. Este enfoque de comparar un grupo bajo análisis con uno de contraste se ha convertido ahora en una de las herramientas básicas del análisis empírico en Economía.  

Les cuento ahora sobre un paper exclusivo de David Card. Los cincuentones y mayores recordarán las escenas del asilo de cerca de 10.000 cubanos en la embajada peruana en La Habana en 1980. A ella le siguió un éxodo masivo de más de 125.000 cubanos a Miami entre abril y octubre del mismo año. Se trató de un evento único, en el que la fuerza de trabajo de Miami aumentó repentinamente en 7%. Card utilizó esto como un experimento natural para analizar los impactos de un choque en la oferta de trabajo en el empleo local. Para esto se valió de estadísticas oficiales de varios años, desagregando la información según características étnicas y calificación de los trabajadores (pues los migrantes eran en su gran mayoría trabajadores de baja calificación y se creía que su impacto en los empleos se daría en ese tipo de labores). Con esto, Card movió la frontera de conocimiento no solo en economía laboral sino también en migración. Este estudio es utilizado para comprender la absorción de migrantes en economías en crecimiento.

Los aportes de Joshua Angrist me han parecido siempre muy interesantes, especialmente los que se refieren a educación. Uno de ellos es sobre el impacto del número de estudiantes en los aprendizajes. Todos tenemos la intuición de que es preferible una clase con pocos alumnos, pero una mirada simple a las estadísticas podría dar un resultado equivocado. Angrist y Lavy tomaron nota de una regla del sistema escolar israelí: siempre que haya más de 40 estudiantes por sección en un grado en una escuela se debe contratar un profesor adicional para abrir una nueva sección de ese grado. Por ejemplo, si en un grado en una escuela hay 40 estudiantes, solo se necesita una sección, pero si hay 41 ya se puede abrir una nueva sección con lo cual una tendría 20 estudiantes y la otra 21. Si en la escuela hay 80 estudiantes en un grado solo se necesitan dos secciones, pero con la llegada de un estudiante adicional se crearía una nueva sección y los estudiantes se repartirían a razón de 27 por sección. Angrist y su coautor usaron este experimento natural para instrumentar la medida del número de estudiantes y conseguir estimaciones limpias de sus efectos en los aprendizajes. Como en los casos anteriores, este estudio también abrió camino en la búsqueda de estrategias ingeniosas para encontrar variaciones en los datos que permitan identificar efectos causales.

Un bonus track de los aportes de Angrist, para quienes quieran iniciarse en el estudio de la econometría: no se pierdan su libro, escrito con Steve Pischke, “Econometría mayormente inofensiva”. Es muy divertido.

Finalmente, los aportes de Guido Imbens se concentran en aspectos metodológicos. Como comenté líneas arriba, una parte importante de la econometría actual se basa en la comparación de un grupo bajo estudio con uno de contraste, antes y después de algún fenómeno externo. La literatura llama a este tipo de estimaciones “diferencias en diferencias“. Guido Imbens ha aportado muchísimo a nuestra comprensión de este tipo de estimadores, y más generalmente a la de los “efectos de tratamiento”. Su capítulo en el Handbook of Economic Experiments es un magnífico recuento del estado del arte, escrito con su esposa Susan Athey, quien muy probablemente recibirá también el Nobel dentro de algunos años. Ese conocimiento le ha dado solidez a los experimentos para comprender la pobreza en el mundo, que ya fueron merecedores de otro Nobel hace dos años.

Espero haberlos animado a revisar algunos de los trabajos de estos economistas tan influyentes. Traen muchas cosas interesantes y estoy seguro de que vendrán aún más. Ellos seguirán moviendo las fronteras del conocimiento para hacer del mundo un mejor lugar.


[1] Para algunos esta aclaración es importante pues el premio en economía, estrictamente, no es un premio Nobel. Los cinco premios originales fueron para las cinco áreas de progreso humano que Alfred Nobel indicó en su testamento: física, química, medicina, literatura y paz. El de economía fue una adición relativamente reciente del Banco de Suecia.

1 comentario

  1. Oscar Fattorini

    Sería interesante conocer dónde terminó el efecto del aumento del sueldo mínimo, en el primer caso. Tal vez esté en un texto del economista. Dado que los restaurantes, y por supuesto los dueños, no querrán ver mermadas sus ganancias. Solo los que son restauranteros pueden saber si se gana mucho, poco o nada en este rubro, por lo que no podríamos adelantarnos a decir que solo la ambición los lleva a tomar medidas para balancear la «pérdida». Hay toda clase de empresarios, pero creo que hay más de los buenos que, por supuesto, necesitaran trasladar ese incremento de sueldo mínimo a alguien más. Lo usual es que sea el cliente quién termine pagando estos incrementos en los sueldos.
    Ya será el mismo cliente quien valore si es que ese incremento vale la pena o no. Por su parte, el empresario tendrá que seguir invirtiendo para hacer más atractivo su negocio.

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