¿Sabemos medir correctamente la pobreza?
Jhonatan Clausen es economista por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y PhD en desarrollo internacional por la Universidad de Bath (Reino Unido). En la PUCP se desempeña como profesor del departamento de Economía y director (e) del Instituto de Desarrollo Humano de América Latina (IDHAL).
¿Cómo debe ser la vida de una persona para considerar que vive en la pobreza? No existe una única forma de responder esta pregunta. No obstante, la mayoría de las definiciones de pobreza que se emplean actualmente suele coincidir en que se trata de una situación en la que no se satisfacen ciertos mínimos; en la que se experimentan privaciones en aspectos básicos de la vida o del bienestar. La pobreza, además, tiende a referirse a una situación inaceptable, a aquello que la sociedad considera escandalosamente intolerable.
En la práctica, la forma en que muchos economistas y otros científicos sociales de tradición cuantitativa han evaluado la pobreza ha estado enfocada ya sea en los ingresos que las personas (o los hogares) tienen o, alternativamente, en su capacidad de consumo. La lógica detrás de este enfoque es sencilla (quizá demasiado sencilla). Si satisfacer lo básico o lo mínimo depende de consumir bienes y servicios y, para ello, se requiere dinero; entonces los ingresos o el gasto reflejan de forma razonablemente adecuada en qué medida una persona se encuentra o no en situación de pobreza.
Las herramientas con las que hoy se cuenta para medir esta forma de pobreza son, igualmente, diversas y tienen diferentes propósitos. Un ejemplo es la ‘línea de pobreza extrema internacional’ del Banco Mundial, que determina que una persona está en situación de pobreza si vive con menos de 2,15 dólares al día. Esta medida fue creada en la década de 1990 (al principio con un valor de un dólar al día) y sirve para realizar comparaciones entre países tan diferentes y distantes como Perú y Bangladés. El Banco Mundial también proporciona otros instrumentos enfocados, sobre todo, en la realización de comparaciones entre países de ingreso medio-bajo, o entre países de ingreso medio-alto (como el Perú). La línea de pobreza para países de ingreso medio-bajo es de 3,65 dólares al día, mientras que la que se aplica a los de ingreso medio-alto es de 6,85 dólares al día.
Los institutos de estadística de los diferentes países también construyen sus propias medidas oficiales nacionales de pobreza. A diferencia de las del Banco Mundial, el objetivo de las medidas oficiales no es realizar comparaciones entre países (o subgrupos de países), sino reflejar aquello que es considerado básico o mínimo en cada uno. En el Perú, por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) estima la pobreza monetaria utilizando información sobre el consumo de los hogares y una línea de pobreza de 378 soles. Es decir, el INEI considera que una persona que vive en un hogar cuyo gasto por persona mensual es menor a 378 soles vive en pobreza monetaria.
¿Por qué es importante conocer estas herramientas y aprender a diferenciarlas? Entre otras cosas, porque nos permite entender lo que determinadas cifras de pobreza dicen e, igual de importante, aquello que no dicen ni buscan decir. También nos previene ante comparaciones que no tienen sentido alguno, como cuando se pretende utilizar medidas oficiales de pobreza de diferentes países (que, recordemos, se diseñan para reflejar la realidad de cada uno en particular) para realizar comparaciones internacionales.
Llegado a este punto, es probable que usted lectora, lector, tenga otras preguntas muy válidas. Si la pobreza hace referencia a lo básico y lo mínimo ¿por qué las medidas de pobreza se centran solo en el dinero? ¿No existen acaso aspectos extremadamente básicos de la vida de las personas que van mucho más allá de los bienes y servicios que consumen? ¿Qué pasa con aquellos aspectos que no se compran ni se venden en los mercados? ¿No observamos en repetidas ocasiones situaciones de privación inaceptables e intolerables que no tienen que ver con cuánto dinero tienen las personas en sus bolsillos?
Intentaré dar algunas respuestas a estas preguntas el miércoles siguiente.
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En el Perú la falta de agua potable y saneamiento es uno de los puntos más álgidos de la línea de pobreza.