La Casa que no dejó de andar


De cómo vivió y afrontó estos años de pandemia la Casa de la Literatura Peruana 


Jaime Cabrera Junco (Lima, 1979). Periodista y gestor cultural. Dirige, desde 2010, la plataforma de difusión literaria Lee por gusto. Trabaja en la Casa de la Literatura Peruana, donde coordina el Área de Promoción Literaria. Sus reseñas de libros, artículos y entrevistas han aparecido en diarios y revistas de Lima.


Si tuviera que resumir con una sola palabra los dos años y poco más de pandemia, esta sería: resistencia. La cultura y las artes han demostrado su vivacidad en momentos críticos, y la emergencia sanitaria por el COVID-19 no ha sido la excepción. Cuando inició el confinamiento, en marzo de 2020, nos tocó resistir, efectivamente, pero sobre todo adaptarnos para trasladar nuestra propuesta educativa y cultural a las plataformas virtuales. No hubo mucho tiempo para sopesar las posibilidades de lo digital ni pensar en su principal imposibilidad: transmitir la poética del espacio de nuestro bello e imponente edificio de la antigua estación de tren Desamparados. La Casa tuvo siempre vías de acceso a la página web y a sus redes sociales; sin embargo, durante el inicio de la pandemia estas fueron nuestras únicas ventanas para conectarnos con el público. Ese punto pendiente durante la etapa presencial se iba resolviendo notablemente en el primer año de la pandemia. Y con creces, pues las actividades culturales, espacios de diálogo y formación llegaron, incluso, a otros países de Latinoamérica. Nuestro auditorio que congrega a 120 personas llegó a cuadruplicar su audiencia en las transmisiones en vivo.

Mientras la enfermedad avanzaba y la muerte extendía su imprevisible manto, en la Casa nos tocó replantear los formatos de nuestras actividades. Las artes escénicas —teatro, música y narración oral— habían acusado el golpe, pues resultaba imposible estar en contacto directo con el público. Los ojos de los espectadores se habían reducido al lente de la cámara web. Con esfuerzo y paciencia, los artistas trabajaron una nueva propuesta de narración oral que, además, congregó voces de Cusco, La Libertad, Ica, Loreto, Junín, Tacna, entre otras regiones. Los domingos de teatro familiar tuvieron también su versión en línea. La recepción fue muy amplia sobre todo durante el primer año de la crisis sanitaria, pues las familias permanecían aún en sus casas. Las áreas Educativa y Biblioteca asumieron inmediatamente que el soporte digital era una oportunidad para extender el diálogo con la escuela y los lectores de otras ciudades. Muchos de ellos no conocían la Casa de la Literatura ni tampoco sabían que pertenece al Ministerio de Educación. Esto también se dio incluso con público de Lima y, por eso, fue simbólico que durante el inicio de la atención presencial hayan visitado nuestra sede institucional. Querían constatar tal vez aquello que recibían oralmente y a través de las pantallas electrónicas. El vínculo con los docentes y escuelas fuera de Lima fue tejiéndose en este periodo. De manera especial destacan escuelas de Camaná (Arequipa), Trujillo (La Libertad), Junín y Huancavelica. Las charlas sobre mediación lectora se convirtieron en un acompañamiento en momentos de incertidumbre. 

La interacción, los seguidores y el alcance de nuestras redes sociales crecieron poco más de 50% en el primer año de la pandemia. Uno de los picos más altos fue el Congreso de Literatura Infantil y Juvenil, de agosto de 2020, con un alcance de más de 67 mil personas durante los cuatro días de charlas, donde la temática coincidentemente fue nuevos formatos y nuevas lecturas en plataformas digitales. En mayo de 2020 se inició el servicio de orientación bibliográfica Tu Bibliotecario en línea, dirigido a estudiantes universitarios, investigadores y público en general interesado en Literatura, mediación lectora y humanidades. El servicio sigue vigente y luego se incorporó el de préstamo de libros a domicilio, que extendió progresivamente su público destinatario y días de atención. La pandemia abrió posibilidades que antes eran anhelos y, ahora, en la etapa presencial, continúan como servicios permanentes. Esto también extendió nuestro vínculo con otras ciudades. Otro proyecto significativo es la página web de la exposición permanente Intensidad y altura de la literatura peruana, que hoy presenta dos de sus secciones con contenido interactivo y multimedia dirigido, inicialmente, a la comunidad educativa, pero también puede contribuir como fuente de información a otros públicos. El trabajo con escuelas se realizó a través de las sesiones de lectura y conversación literaria, además de recursos educativos en línea dirigidos a docentes, quienes necesitaban herramientas para su trabajo desde la virtualidad. 

Hemos vuelto a la atención presencial. Escribo este texto desde el Café Literario, el espacio de lectura contiguo a las líneas del tren. El sol vuelve a su timidez estacional. Las visitas aumentan poco a poco, sobre todo los fines de semana. De martes a viernes el acceso se dificulta por los cierres intempestivos de la Plaza de Armas, aunque por el jirón Áncash (cerca de la iglesia San Francisco) es la zona más despejada. Somos casi los mismos, aunque ahora llevemos mascarillas. El reencuentro con los compañeros fue emotivo. Ante la duda de si acercarse o no, el abrazo fue inevitable. Fueron dos años donde nos vimos solo a través de videollamadas. La Casa nunca dejó de andar y ahora continúa su marcha. Recibe a estudiantes, familias y acoge otra vez presentaciones de libros y propuestas culturales. Próximamente se inaugurará una exposición sobre César Vallejo: qué mejor manera de retomar nuestra labor creativa e inquietante, el diálogo entre la literatura y las otras artes. El viaje a través de las palabras, como los pasajeros que venían a este mismo lugar a abordar el tren. 

En el Centro Histórico de Lima, lindante con el tráfico y tráfago político, hay felizmente un espacio donde sentarse a caminar. 

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