Historia de seis colores 


Cada color de la bandera LGBT+ tiene significado y con ellos va un recuento de la última Marcha del Orgullo de Lima 


El pasado sábado,1 de julio, se realizó una nueva edición de la Marcha del Orgullo de Lima. En sus 22 años de existencia, no hay lugar a dudas para afirmar que fue la edición más multitudinaria. Esto, pese al nulo apoyo logístico de la Municipalidad de Lima —a diferencia de lo que ocurre con los gobiernos locales de otras capitales de la región— y la labor negligente de la Policía Nacional en el manejo del tránsito en la zona. Sin embargo, todo escollo fue superado y se dio un testimonio masivo a favor de la igualdad, la libertad y la dignidad de las personas LGBT+ de nuestro país.

Las banderas multicolores se contaron por miles y compensaron el cielo gris de Lima. Hubo banderas de diversos colectivos, identidades y grupos, pero la que más se hizo presente fue la tradicional bandera de seis franjas horizontales, que podemos encontrar entre los emojis de nuestros celulares, y que se confunde con la ficticia bandera del imperio incaico.

Esta bandera fue creada en 1978 por el artista norteamericano Gilbert Baker, a pedido del histórico líder gay Harvey Milk. Originalmente tenía ocho franjas, pero el mismo artista la adaptó al año siguiente a la versión de seis que conocemos ahora. Lo que pocas personas saben es que cada color tiene un significado particular. A continuación, haré un recuento de lo que fue la Marcha del Orgullo a través del significado de cada color.

El primer color es el rojo, que simboliza la vida. Una vida que merece ser vivida a plenitud, siendo honestos con nosotros mismos. Hubo mucho de esto el sábado, con personas mostrándose visibles y alegres en la diversidad; expresándose a sí mismas sin importar el qué dirán o las rígidas convenciones sociales respecto a las expresiones de género.

Una de las cosas que más me gustó en los miles de creativos letreros que vi ese día, es que muchos vinculaban su identidad diversa con otros aspectos importantes de su personalidad.  Así, hubo carteles con fotos de sus mascotas, fragmentos de canciones de sus artistas favoritos, personajes de televisión, o alusiones a su profesión, todos con mensajes a favor de la libertad y la igualdad. Jugadores de rugby por la diversidad, citas a canciones de Gloria Trevi, escenas de la comedia romántica tailandesa Gap The Series, y un larguísimo etcétera: la vida entendida como un todo —que involucra identidad, orientaciones, gustos, pasatiempos, oficios— que merece igual respeto.

El segundo color es el naranja, que representa la curación. Simboliza la necesidad de sanar las heridas causadas por la discriminación y la violencia hacia las personas LGBT. La marcha es un gran espacio de autoestima colectiva. Uno de los ejemplos más hermosos fue el grupo de mujeres que portaban letreros con la frase “Abrazos de mamá”. Cada uno de los miles de abrazos dados este día han ayudado a las personas LGBT+ que las buscaban, a curar simbólicamente una parte dolorosa de su pasado familiar.

El tercer color es el amarillo, que representa la luz del sol. Simboliza la visibilidad. ¡Y vaya que contamos con eso el sábado! Los organizadores de la primera Marcha del Orgullo de Lima realizada en 2002 me contaron que aquella vez muchas personas asistieron con máscaras que ocultaban su identidad. Veintiún años después, las únicas máscaras que encontramos eran parte de un disfraz o de una representación artística. Eran miles los letreros donde se leía “Soy gay”, “Soy bisexual”, “Soy trans”, “Soy pansexual”, etc. En esa línea, fue particularmente poderosa la presencia del bloque de personas neurodivergentes, personas que sufren discriminación por su orientación sexual o identidad de género y también por su neurodiversidad (autismo, TDAH, trastorno límite de la personalidad). En su pancarta colectiva se leía: “No hay Orgullo LGBTIQ+ sin neurodivergentes”. Entre los letreros de sus integrantes pude registrar los siguientes mensajes: “Orgullosamente demisexual y autista”, “Mi ser es neurodivergente bisexual”, “Ser neurodivergente y LGBTIQ+ es tener que salir dos veces del clóset”. 

El cuarto color es el verde, que representa la naturaleza. Simboliza la conexión y armonía con el entorno. Nos recuerda que los valores por los que se lucha desde las comunidades LGBT+ —libertad, dignidad, igualdad— no se agotan allí e involucran otras causas justas. Fue muy motivador ver a personas con letreros donde se hablaba, por ejemplo, del cambio climático, fenómeno que, como en cualquier crisis, hará más vulnerables a las personas que ya son vulnerables. En esa línea, como nota aparte, es interesante ver que este año hubo protestas en la Marcha del Orgullo de Londres porque entre los auspiciadores había empresas petroleras. Uno de los activistas del grupo Just Stop Oil, organizador de la protesta, señaló: «La destrucción climática está destruyendo comunidades, empleos, hogares y vidas en todo el mundo, especialmente en los países más pobres. Los combustibles fósiles están poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad, incluidas las personas LGBTQ+. Nuestra comunidad no debe confabularse con las empresas que destruyen el medio ambiente, las especies y el clima”.

El quinto color es el azul, que representa la serenidad. Simboliza una de las principales luchas de la comunidad, pues la discriminación y violencia han evitado que las personas LGBT+ puedan consolidar los proyectos de vida con los que sueñan. Por ello, además de la celebración que implica la marcha, es un espacio de protesta y de demanda al Estado peruano para el reconocimiento, respeto y tutela de los derechos fundamentales de los colectivos. Había letreros que recordaban el alto número de mujeres trans asesinadas, así como la vulnerabilidad de los hijos de parejas del mismo sexo; otros que demandaban una ley de identidad de género y una ley de matrimonio igualitario. La serenidad se logra cuando hay certezas mínimas sobre nuestro futuro.

Finalmente, el sexto color es el violeta, que representa el espíritu. Aquello que hace a las personas LGBT+ especiales y únicas. Una celebración a la creatividad, alegría, e irreverencia con la que se asocia a nuestros colectivos. La marcha en sí es un recordatorio de este espíritu común, pero la originalidad desplegada en los carros alegóricos, la música, los contenidos de los letreros, los trajes y disfraces son un recordatorio de lo único y especial que resulta este día en el calendario de la ciudad.

Si este año te perdiste este despliegue de colores y su significado, te tengo una buena noticia: se trata de un evento anual. Y cada año es más grande, más libre y hermoso. El 2024 te esperamos en la Marcha del Orgullo de Lima con los brazos abiertos.


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