Fósiles que nos explican el pasado y lo que viene
Aldo Benites-Palomino es biólogo-zoólogo egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, becario Ernst-Mayr del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (Panamá) y estudiante de posgrado del programa de Ciencias de la Vida de la Universidad de Zúrich (Suiza). Normalmente se dedica a la difusión de contenido científico-educativo (paleontología, evolución y biodiversidad) en su perfil PeruvianWhale en Instagram y Tiktok.
Cuando uno piensa en los fósiles, la primera imagen que se nos viene a la cabeza son dinosaurios: reptiles gigantescos del pasado, con grandes garras y dientes. De manera similar, cuando escuchamos la palabra paleontología, la mayor parte de personas visualiza a un sujeto de camisa a cuadros, jeans y sombrero de vaquero, como Indiana Jones (Harrison Ford) o Alan Grant (Sam Neil) en Jurassic Park. Pero en pocas ocasiones asociamos estos términos con nuestro país. Aunque los fósiles peruanos no son parte de nuestras conversaciones cotidianas, su importancia sí juega un rol crucial para entender la historia del planeta y para comprender nuestro presente y futuro.
Un ejemplo que nos ayuda a comprender la importancia de estudiar nuestro pasado es nuestro plato bandera: el cebiche. Los que somos cebicheros lo disfrutamos preparado con diferentes pescados, como la caballa, el mero, etc. Nuestra gran diversidad de peces se la debemos a las condiciones de nuestro mar, especialmente al sistema de Humboldt. Observando todos los tipos de pescados –y cebiches– que nos ofrece el mar peruano, nos preguntamos: ¿Siempre fue así?
El desierto costero que se extiende entre Ica y Arequipa nos da muchas pistas de que no siempre fue así. Esta región del Perú es considerada una de las más privilegiadas del mundo para buscar restos de animales marinos. En ella se han encontrado fósiles de ballenas, pingüinos, delfines y otros animales marinos. A partir de la investigación realizada en esta zona, conocemos que las condiciones pasadas de nuestro mar fueron mucho más cálidas. Esto benefició a especies muy distintas de las modernas: aves marinas gigantescas, tiburones como el conocidísimo “megalodón”, perezosos que evolucionaron para nadar y demás.
El interés por conocer esta parte de la historia de nuestro país me llevó a dirigir mis investigaciones al último momento en el que nuestro mar fue cálido, hace 7-6 millones de años. Concretamente estudio un grupo muy común en esa época: los cachalotes. Ahora nos parecería insólito encontrar estos animales en esta parte de nuestro territorio, pero en nuestras costas convivieron al menos siete especies distintas, una muy distinta de la otra. El declive de estas especies está ligado al origen de las condiciones actuales de nuestro mar. Entender las causas por las que esto sucedió nos ayuda a comprender cómo la tendencia actual del calentamiento de los mares podría afectar, y está afectando, a las especies modernas.
Pero el desierto no es el único lugar de nuestro país que esconde partes de nuestra historia milenaria. Otro gran foco de diversidad son los bosques amazónicos. Para muchos, la Amazonía sería un lugar infrecuente para buscar fósiles, pero en los últimos años se han encontrado un gran número de restos. En esta zona habitaron extraños animales, como caimanes gigantescos, cocodrilos terrestres, perezosos gigantes y mamíferos “imitadores” de la fauna africana. Cuando estos animales circulaban, gran parte de la Amazonía estaba cubierta por un gran lago llamado Pebas. Este lago se empezó a secar hacia fines del Mioceno, dando origen a la configuración Amazónica actual. Claro, sin algunos “invasores” faltantes como los otorongos. Finalmente, el crecimiento de los Andes también impactó en la extinción de aquellos animales, lo que hace a esta región una de gran dinamismo e interés para los investigadores.
Pero la paleontología no solos nos ilustra sobre los animales que ya no están entre nosotros, también nos cuenta el pasado de nuestros animales actuales. Por ejemplo, animales que consideramos “nativos”, como la vicuña, el cóndor o los pumas, no tienen su origen en Sudamérica, como usualmente repetimos. Mediante el estudio de los fósiles sabemos que todos estos animales son oriundos de Norteamérica, donde se han encontrado fósiles de sus parientes en rocas con entre 5 y 10 millones de años de antigüedad.
Fue hace 3 millones de años cuando el istmo de Panamá se cerró y Sudamérica dejó de estar aislada, como lo había estado desde finales del Mesozoico. Los animales que se habían desarrollado antes en esta parte del continente evolucionaron de forma independiente y extraña, como los perezosos, quienes realmente podemos llamar nativos. Cuando los felinos y otros animales llegaron de Norteamérica, gran parte de la fauna local se extinguió debido a que las especies del norte eran más competitivas. Durante cierto momento, los felinos dientes de sable, mastodontes y otra megafauna convivieron con los camélidos sudamericanos, pero finalmente la fauna andina se terminaría de configurar por la influencia de las glaciaciones.
Como vemos en estos breves detalles de la historia de la biodiversidad peruana, nuestra historia está compuesta de idas y venidas. Es una historia de intensa competencia y constantes cambios, así como de ambientes extremos. Pero estos detalles no se refieren solo a lo que ya sucedió, son también referentes de lo que podría pasarle a nuestro planeta en un futuro no tan lejano. Como vemos, algunos seres vivos lograron adaptarse de manera satisfactoria, mientras que a otros solo los conocemos por sus restos.
Finalmente, la historia por conocer nuestro pasado recién empieza. Aunque estudiar ciencias básicas en el Perú es en sí un reto, los paleontólogos peruanos vamos ganando terreno. Con mayor frecuencia nuestras investigaciones son una constante en revistas especializadas de paleontología. En el ámbito local, hemos extendido nuestra presencia en el Museo de Historia Natural de la UNMSM, donde continuamos encontrando nuevos fósiles que retratamos en nuestras investigaciones. Como investigador –y como peruano– estoy expectante por conocer cómo las siguientes generaciones de paleontólogos peruanos, ávidos y curiosos, nos ayudarán a comprender el pasado para entender el presente y, con suerte, el futuro.
Interesante articulo Aldo. Felicitaciones!. Gracias a Alejandra por invitarte. Siempre es enriquecedor leer otros puntos de vista , y que tiene como resultado enriquecedor entender mejor al país donde vives. Me gustó.
¡La vicuña y el cóndor importados!
… y el perezoso, sí, nuestro…!!
Datos inéditos.
Gracias
Para darle visibilidad a estos descubrimientos es necesario seguir invirtiendo en los museos que hoy en día se configuran como la vitrina que acerca al ciudadano a nuevos descubrimientos y al conocimiento. Esperemos que pronto los museos en Perú puedan contar con mejor tecnología e infraestructura que motiven la curiosidad de los ciudadanos de a pie e inviten a más jóvenes a buscar y aventurarse en vocaciones que en nuestro país aún no reciben el reconocimiento que urge.