El arresto de Urresti 


Ya fue condenado, pero ¿seguirá riéndose de la justicia? 


Marco Zileri es periodista y fue Director de la revista Caretas (2007-2018) y editor de la serie «Parte de Guerra» del diario La República (2020-2021) sobre la independencia peruana. Estudió en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad de Boston (EE. UU.). Colabora con el portal de investigación periodística IDL-Reporteros y con El País de España.En diciembre del 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de Reportaje Escrito por una serie de cinco artículos publicados por IDL-Reporteros sobre el hambre y el fenómeno de las ollas comunes en el contexto de la pandemia de la COVID-19. 


Hugo Bustíos era abogado y corresponsal de Caretas en Huanta durante la década de 1980, cuando la cobertura periodística era forzosamente cruenta: se trataba de una de las zonas más desalmadas de la guerra contra Sendero Luminoso. 

Bustíos despachaba sus artículos por fax y los rollos de película por avión o colectivo hasta la redacción de la revista, en Lima. Las imágenes de víctimas degolladas y de cuerpos mutilados iban sucediéndose en las cubetas de revelado del laboratorio de fotografía. Bustíos, entonces de 38 años, era plenamente consciente de los riesgos del ejercicio de reportería en zona de emergencia. 

El 24 de noviembre de 1988, a bordo de una moto, emprendió su última misión. Iba en dirección del pago de Erapata, en las afueras de la ciudad de Huanta, donde esa madrugada habían sido asesinados una madre y su hijo presuntamente por senderistas. Lo acompañaba el colega Eduardo Yenny Rojas. 

Fueron emboscados en el camino a plena luz del día. Hubo tres testigos del crimen, dos mujeres y un agricultor de la vecindad. Dos de ellos vieron desembarcar de un camión portatropas a cuatro o seis individuos, vestidos de civil y armados, que se apostaron a ambos lados del camino, unos 15 minutos antes de que apareciera la moto conducida por Bustíos. Entonces abrieron fuego. Los periodistas rodaron por el suelo. Rojas se reincorporo en el acto y echó a correr. Un balazo le impactó en el muslo, otro en el brazo, uno tercero dio en la cámara fotográfica que llevaba en bandolera y muy probablemente le salvó la vida. Bustíos, en cambio, quedó postrado sobre la gravilla al lado de la moto. Fue en ese momento que una figura siniestra emergió de las casamatas, se acercó a él y colocó un explosivo bajo su cuerpo, que acabó despedazado. Uno de los testigos identificó al capitán EP Amador Vidal Sanbento como quien puso el explosivo. Vidal era conocido por ser el responsable de organizar las rondas de autodefensa. El oficial era alto y desgarbado, de grandes ojos. Su nombre de guerra era ‘Ojos de gato’.

A unos 200 metros del lugar de la emboscada se encontraba un contingente militar al mando del capitán ‘Rogelio’ y, en dirección contraria y a una distancia similar, una patrulla policial. Los uniformados llegaron al lugar del crimen en pocos minutos. Según el informe de criminalística de la policía, “no se logró ubicar proyectiles, casquillos de armas de fuego, restos de explosivos, huellas de pisadas e indicios que pudieran haber dejado los autores del hecho”. Las evidencias habían sido eliminadas. La policía tampoco realizó un peritaje balístico en los cuerpos de las víctimas. El juez Moisés Ochoa, que abrió instrucción por el crimen, fue asaltado en su casa y amedrentado pocas semanas después.

En 1988 Urresti era el jefe de inteligencia y contrainteligencia del batallón contrasubversivo 51, asentado en el cuartel Castropampa, en Huanta. Urresti insistió durante el juicio que Bustíos fue asesinado por elementos de Sendero Luminoso y no por militares. En 2007 la Corte Suprema concluyó que el periodista había sido liquidado por militares basándose en los testimonios de los testigos. Entonces fueron sentenciados por el homicidio del periodista el comandante del cuartel Castropampa Víctor La Vera La Rosa, como autor mediato; y el capitán Amado Vidal Sanbento, como autor directo, a 17 y 15 años de prisión, respectivamente, aunque ambos oficiales purgaron apenas cuatro años de carcelería. La autoría militar del crimen ya es cosa juzgada. Al reciente juicio correspondía, por lo tanto, definir si Urresti fue uno de esosasesinos (recuérdese que los militares que dieron muerte al periodista fueron cuatro o seis, según los testigos).

El tribunal estuvo integrado por los magistrados Máximo Maguiña, Francisco Celis Mendoza y Juan Carlos Santillán. La lectura de la sentencia se dio el miércoles 12 pasado, y duró casi ocho horas. 

“Si fueron los de Sendero los que emboscaron y asesinaron Hugo Bustíos y Eduardo Rojas, ¿cómo es que el oficial de Inteligencia no se interesó en recabar información del enemigo, si era su función operativa? —inquirió el tribunal—. Las justificaciones esgrimidas por el acusado Urresti no son coherentes”.

Tan rápido para escribir tuits como para apretar el gatillo, Urresti atribuye la condena a 12 años de prisión que le acaba de ser impuesta por la Tercera Sala Penal Liquidadora Transitoria de la Corte Superior al hecho de que “enfrentar a los grupos de poder tiene su precio. Combatir a un gobierno con casi 70 muertos tiene su precio. Exigir que se largue un Congreso con más de 90% de rechazo tiene su precio. Un precio que estoy dispuesto a pagar. Seguiré luchando para conseguir #JusticiaParaUrresti”. Porque ahora este militar, candidato a la alcaldía y dos veces presidencial es un defensor de los derechos humanos. Según él mismo.

Solo en 1988, año en que fue jefe de Inteligencia del cuartel militar de Huanta, desaparecieron en esa localidad casi un centenar de personas luego de ser intervenidas por el Ejército, de acuerdo al informe de la CVR.

La imagen de Daniel Urresti enmarrocado rumbo a la cárcel, riendo, lo pinta de cuerpo entero. Durante 35 años se burló de la justicia. Y quizá lo sigue haciendo.


Pensar, escribir, editar, diseñar, coordinar, publicar y promover este y todos nuestros artículos (y sus pódcast) cuesta y nosotros los entregamos sin cobrar. Haz click en el botón de abajo para contribuir y, de paso, espía como suscriptor nuestras reuniones editoriales.

3 comentarios

  1. Patricia

    Bien documentado, fluido e interesante este artículo de Marco Zileri sobre el arresto de Urresti. Al fin se hace justicia para la familia de Hugo Bustios y se cree en los testigos del asesinato del periodista de Caretas por los militares. Ojalá que Urresti cumpla con la condena de 12 años y no lo liberen en cuatro como a los otros sentenciados. Sería una nueva afrenta para la familia Bustios y todos los peruanos que sufrimos en tiempos de terrorismo.

  2. Mariano Calderon

    Mucha documentación pero que prueba concreta existe para identificar a Urresti como uno de esos dos de la tropa de 6 no identificados???? Si era jefe de inteligencia porque tendría que estar en el pelotón??? Esta claro el encubrimiento y debe ser sancionado por eso, pero imputarle asesinato o autor, la verdad no hay muchas pruebas.

    Mas bien cuando se escriben un artículo sobre Sagasti y los asesinados en el paro agrario, el era el jefe supremo de las FFAA y policiales, y si aplican la teoría de la autoría mediata inventada por San Martin, debería ir a la cárcel como Fujimori, o para variar en la cofradia para mis enemigos si se aplica, pero para mi socialista preferido (muy limitado e intrascendente) no se aplica la autoría ??????? Ya pues un articulito.

  3. Marco Zileri

    Si Urresti no fue parte del pelotón, entonces fue cómplice de los asesinos, señor Calderón, fabricando «pruebas» y coaccionando a testigos como si él mismo hubiera apretado el gatillo. La sentencia de la Tercera Sala Penal es pública.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

quince + trece =

Volver arriba