Los fiscales fueron héroes el 2018, pero el 2020 les fue hasta el queque. ¿Qué pasará con ellos en el año electoral?
Ayer lunes, la Fiscalía sustentó su pedido de prisión preventiva contra José Luna Gálvez, dueño de Podemos, de Telesup y de Daniel Urresti.
Casi que sentí nostalgia. Hacía tiempo que no veía a la Fiscalía detrás de un pez gordo.
Pero vamos a la pregunta. El año ya se acaba. En abril son las elecciones, y en julio es el cambio de gobierno. ¿Cuál será entonces el destino político de la Fiscalía, y en particular del Equipo Especial Lava Jato? Sí, obvio: depende de quien gane. Dah. ¿Pero sobre qué piso están ahora?
Veámoslo por años.
El 2018 fue el gran año del Equipo Especial. Algunos de sus miembros se convirtieron en héroes populares. La sustentación de José Domingo Pérez del pedido de prisión preventiva contra Keiko Fujimori lo elevó al status de sex symbol, pese a tener carita de bebe que aún se atora con el Gerber. Cuando el Fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, intentó bajarse al Equipo, logró algo inusitado: que la gente saliese a marchar en Año Nuevo y lo hiciera en defensa de un grupo de abogados, la profesión más vil del universo.
El 2019 el Equipo Especial mantuvo su prestigio, aunque con riesgos. Su gran momento hubiese sido la captura de Alan García, pero se suicidó. Y aunque su muerte buscaba dañar también la imagen del Equipo Especial, no lo logró. La delación de Jorge Barata, la semana siguiente, terminó por fortalecer más a los fiscales.
Sin embargo, una crítica empezó a sonar más allá del grupito de investigados: sí, qué bien por la gran cantidad de prisiones preventivas, ¿pero cuándo van a presentar las acusaciones? ¿Cuándo van a volver permanente lo preventivo?
A la par, hubo algo que les fue quitando un poco de su sensualidad política: Martín Vizcarra. Para la derecha miope, paranoica y babeante, había una clara alianza entre el Ejecutivo y el Equipo Especial. En la práctica, había una mezcla de apoyo tácito del Ejecutivo con cierto recelo por lo que, algunos de sus miembros, consideraban excesos de los Fiscales.
Sin embargo, el punto clave fue el cierre del Congreso. En buena cuenta, la batalla de los Fiscales era titánica porque estaban yendo contra dos enemigos poderosos, los más poderosos de la fauna política (el fujimorismo y el APRA), tan poderosos que tenían bajo su control a un poder del Estado, el Legislativo.
Pero cuando Vizcarra cerró el Congreso, los enemigos dejaron de verse tan grandes. Lucieron desprovistos, enanos, liliputienses. Parafraseando a Mao, parecían tigres de papel. En el 2018 los fiscales fueron los héroes contra el fujimorismo; pero en el 2019, con el cierre del Congreso, lo fueron Vizcarra y Salvador del Solar. A ellos fueron las palmas. Con el fujimorismo y el APRA fuera de juego, el trabajo de los fiscales había perdido parte de su encanto.
Este 2020, en cambio, sí le salió mal al Equipo Especial. Primero, la pandemia y la cuarentena le pusieron freno a su trabajo, y hasta le jugaron en contra. Muchas de las personas que habían llevado a prisión preventiva salieron en libertad debido al riesgo de contagio, y los procesos que llevaban adelante se estancaron. Mala suerte. Y segundo, la información que dieron a la prensa, que en años anteriores sirvió para hacer más factible la caída de peces gordos, fue esta vez utilizada como excusa para un golpe de Estado. Autogol.
Y a eso, debe sumársele algunas investigaciones inverosímiles, como la que iniciaron contra Julio Guzmán por el caso Odebrecht.
Vayamos entonces al 2021. Vayamos directamente al 28 de julio: nuevo gobierno, nuevo escenario, Equipo Especial Lava Jato. Lanzo algunas preguntas que usted podría responderse ahora, mientras acomoda mejor la piñata de Merino en la sala de su casa.
1. ¿Irse en contra del Equipo Especial Lava Jato seguirá siendo tan costoso como antes? Por ejemplo, antes de hacer sus descargos a la prensa, Vizcarra y Guzmán debían señalar de manera obligatoria que respaldaban el trabajo de los fiscales. ¿Seguirá siendo lo mismo?
2. ¿Una investigación sin peces gordos legitimará igual al Equipo Especial? No tanto. El fujimorismo dejó de ser el tiburón de antaño: no controla ya el Congreso y su influencia en el sistema de justicia se redujo drásticamente. Desbarrancar al APRA no es atractivo ahora, porque ya está desbarrancado: García está muerto y su partido ni siquiera puede postular por Lima.
Entonces, ¿qué queda? Quizá distinguir arbitrariamente entre mafia antigua y mafia nueva.
Mafia antigua sería la que controló el Congreso hasta el 30 de setiembre de 2019. Eran partidos con alguna estructura, y cuyo principal objetivo era el poder político, con comportamientos ilegales y delictivos en su interior. En cambio, mafia nueva sería la que controla el Congreso desde marzo: desarticulada, desordenada, individual, suicida, cortoplacista. Su mejor ejemplo sería Podemos, cuyo principal objetivo no parece ser el poder en sí, sino utilizar el poder para protegerse de acusaciones judiciales.
Ahora bien, la legitimidad de los fiscales venía de la pelea con la mafia antigua, que ya está en declive. ¿Podrá conseguir legitimidad peleando con la mafia nueva? ¿Les dará el tiempo?
3. Con la pandemia, la segunda ola, las elecciones y la vacuna, ¿el tema Odebrecht sigue siendo actual? De hecho, con todo lo que ha pasado el 2020, ¿no le parece a usted que el caso Odebrecht es ya antiguo, casi de la década pasada? ¿Odebrecht se está volviendo el pasado?
En suma: el 2018 los fiscales fueron héroes porque se fueron contra el fujimorismo y el APRA, los tiburones de la corrupción. Pero en el 2021 estos no sacarán ni para el pan. Además, arrastrarán el pasivo de la vacancia de Vizcarra. Su relevancia será menor. Quizá también el costo de atacarlos. ¿Pasará entonces el momento del Equipo Especial? ¿Volveremos a la política sin fiscales? ¿Ya no nos hará falta Justicia TV?