Privatizar el aire libre


En una capital con pocos espacios públicos, ¿es sensato concesionar una playa?


Vengo del plantón en la playa Las Sombrillas en Barranco, Lima, donde más de un centenar de ciudadanos nos congregamos a pedir que se recapacite y se deje de lado un proyecto para convertir diez mil metros cuadrados de playa en un complejo turístico de lujo —con un casino y restaurantes— que pondría en riesgo su delicado ecosistema y dificultarían el acceso gratuito de todos quienes nos acercamos a disfrutar de la arena y del mar.

El año 2005 la Municipalidad de Barranco le entregó una concesión a la empresa Capital Properties S.A.C. por 35 años para la construcción del complejo turístico. El entonces alcalde Martín del Pomar y sus funcionarios municipales hicieron una serie de concesiones en ese periodo, incluyendo el de la Marina Club, que se inauguró en 2009 y que, según este reporte de 2023 del portal El Foco, ha terminado con la vida marina de la playa Los Yuyos.

Del Pomar, hoy candidato número uno de la lista al Senado de Lima por Libertad Popular, declaró ayer ante la prensa sentirse orgulloso de las concesiones que hizo durante su gestión municipal, a pesar de que muchas son altamente cuestionadas. Él, ahora miembro del Club La Marina, defiende la necesidad de crear espacios cerrados y exclusivos que, según él, mejoran el uso de la Costa Verde. Por mi parte, creo que una de las cosas más lindas de la ciudad es poder contar con playas públicas donde todos podamos disfrutar sin la necesidad de pagar o ser socios.

Lima es la única ciudad capital del continente que tiene acceso al mar y, como escribí en esta columna para Jugo.pe el 16 de enero de 2022, nuestra relación con nuestra costa ha ido cambiando.  Lo que existe hoy es una creación humana, espacios que poco a poco le hemos ido ganando al mar y creo firmemente que debemos seguir luchando para que sigan siendo de todos y no solo de unos cuantos que puedan pagar por ellos. Existen clubes exclusivos y todo bien con que los disfruten quienes pueden, pero, en mi caso, prefiero usar el espacio público y compartirlo con todos.

Por supuesto, creo que se podría gestionar mejor el espacio, como ofrecer servicios públicos a todos los bañistas. El par de baños que hay son básicos, pero existen, y claro que podría haber más. Incluso no tengo problema con que se haga una concesión, algo que guarde relación con el entorno, que hiciera que el espacio público funcione mejor. ¿Pero tener un casino? ¿Más restaurantes de lujo? ¿Es realmente el mejor uso que se le puede dar a una de las únicas playas de arena que existen en la Costa Verde?

Se habla de que no se tocará la arena, que los 10.000 m2 de la concesión ocupan lo que ahora es el estacionamiento. ¿Pero qué hay del impacto que eso tendría sobre el humedal lleno de cañas que aun sobrevive? ¿Qué pasaría con las aves migratorias que pasan por ahí todos los años? En la pandemia, todos esos espacios se volvieron a poblar de flora y fauna, y recuerdo que en 2022 parte de la playa estaba repleta de cangrejos y aves. ¿Sobrevivirá todo esto a los embates de tener una mole de concreto tan cerca al mar? Algo podemos intuir al ver las experiencias anteriores.

A partir de 1994, las playas de la Costa Verde se fueron concesionando y algunos desarrollos han sido más exitosos que otros. Pero todas las intervenciones han ocasionado cambios irreversibles en el hábitat y, entre las playas y la vía rápida, encontramos edificios abandonados como los del complejo Bordemar, que perdieron su licencia de funcionamiento en 2021 porque no cumplían con los requisitos para ser restaurantes. Se pueden ver los detalles en este artículo de Sudaca.

Lo que se planteó en 2005 para la playa Las Sombrillas fue pensado en otro tiempo, cuando la regulación medioambiental era mucho más laxa y, si bien no se puede aplicar retroactivamente, los ciudadanos exigimos entender por qué se piensa que se puede ejecutar hoy algo que no se ajusta a las necesidades de la ciudad, y que no toma en cuenta que puede destruir uno de los espacios públicos más emblemáticos. El estudio de impacto ambiental no ha sido presentado: hoy pedimos que se haga público y que se nos explique qué es lo que se pretende hacer.

En el plantón de hoy nos reunimos los nadadores de aguas abiertas, organizados desde una variedad de clubes; también los que practican otros deportes acuáticos como el surf, que en Sombrillas es importante, además de los que hacen paddle en el agua. También estuvieron presentes los voleibolistas que hacen uso de la arena todo el año y que son más de un centenar. No faltaron tampoco lo que practican el paddle en la arena y que, al igual que los del voleibol, instalan y sacan sus redes cada mañana y cada tarde. Pero no fuimos los únicos: en Sombrillas hay además una asociación de pescadores artesanales, y cientos de comerciantes y estuvimos con ellos quienes venimos a disfrutar desde de todos los distritos de la ciudad.

Hace más de cuatro años hice de la playa Las Sombrillas uno de mis lugares favoritos de la ciudad. He llevado a mis amigos y familia a disfrutar conmigo de la alegría de poder meternos al mar cualquier día, a cualquier hora. Me encanta nadar al lado de los pescadores, que comparten con uno lo que van sacando cada día; acercarme nadando a los tablistas a preguntar cómo van las olas, comerme un churro con manjar blanco y conversar con la señora Gloria, que tiene su quiosco con frutas y dulces.

Hoy estuve con ellos y con muchos más. Somos distintos uno de otros, pero nos une el deseo de que la playa siga siendo de todos.


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1 comentario

  1. Cesar Espinoza

    Entonces avanza un mini Regatas para Barranco? Recuerdo las piruetas que realizaba don Pablo Gutierrez para defender la playa de Los Pescadores y terminó dinamitando el Morro Solar para construir una carretera a la playa La Chira …

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