Y ahora, a dialogar


¿Cómo hacemos eso que aún no sabemos?


Todavía no tenemos la palabra definitiva sobre quién nos gobernará los ­–espero– próximos cinco años. La diferencia de votos entre ambos candidatos es tan pequeña que estadísticamente se trata de un empate técnico, pero las estimaciones de Ipsos indican que el escenario más probable es que Pedro Castillo sea presidente. Y ojo, que la encuestadora no ha errado en sus estimaciones de conteo rápido en segundas vueltas previas.

            Ante tal escenario, las señales tempranas no pintan bien. Parece que los ánimos seguirán crispados. En su afán por dejar bien parada a la candidata Fujimori, los medios de comunicación no indagaron lo suficiente sobre sus posibles reacciones ante un escenario como el que tenemos: ¿cómo tomaría los resultados en caso de perder? ¿Respetaría las instituciones democráticas?

            Los reclamos de fraude que ha planteado Fujimori –y algunos que han voceado los seguidores de Castillo– tienen impacto mediático y en redes sociales, pero no parecen traer nada muy concreto que vaya a cambiar el resultado electoral. Lo que queda, entonces, es tratar de voltear bien la página de estas elecciones. Recordemos que el inicio de los problemas de gobernabilidad de nuestros últimos cinco años fue, justamente, la incapacidad de asimilar una derrota por parte de Fujimori y sus consecuencias tienen correlato con el bienestar de los peruanos. 

            Una referencia muy clara en este sentido es la del porcentaje de peruanos debajo de la línea de pobreza monetaria. Los datos del Banco Mundial indican que entre 2004 y 2016 tal pobreza bajó de 60% a casi 20%. Luego, entre 2016 y 2019, la pobreza se mantuvo alrededor de 20%. Y este 2020 subió a 30%. Espero no se me malinterprete. Obviamente, hay muchos factores detrás de esta evolución de la pobreza y de nuestro fracaso en el último quinquenio. Lo que postulo aquí es que uno de tales factores ha sido nuestro problema de gobernabilidad. Tenemos que trabajar en ella.

            Esta segunda vuelta nos ha dejado un país más polarizado que antes. Así será difícil construir nación. Aunque, como bien apunta Marco Avilés, tenemos grietas más profundas que trascienden lo electoral. Ahora la tarea, dice Marco, es trabajar en una agenda país de la mano de un proceso de reconciliación nacional: (lo que necesitamos es) “una agenda honesta y abierta de reparación y solución de problemas estructurales”.

            Hay muchos pendientes económicos, políticos y sociales que debemos atender. Esta, me parece, es la manera de entender ese voto por Pedro Castillo que se mantuvo firme desde el inicio de la segunda vuelta pese a toda la campaña en su contra y a sus propios errores. Este pendiente, con sus factores regionales, no es nuevo. Ojalá que esta vez sí lo atendamos.

            Yo añadiría que para hacerlo bien necesitamos encontrar mejores maneras de dialogar y llegar a puntos de consenso. El riesgo que enfrentamos ahora es que la agenda de un presidente empoderado por el voto popular, que no ha sido muy dialogante que digamos, entre en colisión con lo que opina la mitad del país que no votó por él. Lo peor que nos podría ocurrir es que ambos traten de imponerse: un poder político versus otro mediático y económico. Lo mejor es tratar de dialogar y encontrar puntos medios.

            Aquí es donde tenemos un problema estructural. Nuestro lideres actuales, nacidos en los 60 70 y 80, fueron formados en un sistema educativo en el que la verdad no se buscaba: se sabía (de paporreta) o no se sabía. No hemos sido formados para buscar colectivamente, para discrepar razonablemente ni para resolver nuestras diferencias.  

            Nuestro problema actual es también un problema para el futuro. Aprender a dialogar es un proceso y debemos sembrar desde ahora. Por eso, también, la política educativa es mucho más importante de lo que creemos.

1 comentario

  1. Miryam Delgado

    Excelente comentario sobre la política actual, en todo aspecto el diálogo sin prepotencia es el mejor aliado para tratar de encontrar soluciones a los problemas, el problema es profundo más que nada social.

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