Varones, la calle está dura 


Cuando la caricatura de la solterona pasa a tener rostro de hombre


A pesar de que la población humana del mundo se divide prácticamente en partes iguales entre mujeres y varones, desde pequeño crecí escuchando que por cada hombre había siete mujeres dando vueltas alrededor. Quizá este despropósito estadístico tenga raíces en la malinterpretación de un versículo de Isaías, pero debemos coincidir en que culturalmente sí hemos tenido estímulos para creer en esta invención: siempre hemos tenido más presente la figura de la solterona que viste santos en comparación con la del solterón; por otro lado, el modelo del mujeriego ha estado mucho más arraigado y aceptado socialmente que el de la hombreriega —qué extraña suena incluso esta palabra—, y hasta el cine ayudó a naturalizar que hombres muy maduros pueden conquistar a jovencitas, algo que habría sido chocante de haber ocurrido al revés. 

Este impresionante divorcio entre la realidad numérica y la fantasía romántica solo podía tener un asidero en el futuro si todas las naciones del planeta hubieran institucionalizado la poligamia exclusiva para los varones, tal como lo contemplan hoy solo algunas culturas, pero con el avance de la interconexión digital, la globalización y los vientos de equidad que cabalgan sobre ellas, tarde o temprano esa fantasía de las mujeres revoloteando alrededor de un solo hombre tenía que desplomarse.

Nuestra querida Alejandra Ruiz León me envió recién un artículo de Psychology Today en el que se destaca que los hombres jóvenes y de edad intermedia, es decir, aquellos que surcan la gran etapa del emparejamiento, son el grupo humano que más soledad está experimentando en el mundo. Como ya lo adelanté, algo de ello tiene que ver con la tecnología: las aplicaciones de citas facilitan tanto los contactos que, en la práctica tantas veces repetida, la relación entre la oferta y la demanda afectiva no es tan asimétrica como se nos inculcaba, lo cual se conecta con la que, en mi opinión, es la razón central: las mujeres son más selectivas que antes.

No se trataría tanto de que las mujeres hayan intuido la paridad numérica que siempre hubo, sino de que han empezado a ejercer la paridad de derechos: si en el pasado los hombres llevaban la voz cantante sobre cómo debe ser la pareja ideal, los últimos tiempos le han trasladado el micrófono y los altavoces también a ellas. Cuando se es un varón como yo, criado bajo la asimetría de las siete mujeres para cada uno –o con la de la famosa canción de los Beach Boys—, es natural que se crezca pensando que con tener el tipo de masculinidad que imperaba nos iba a bastar para tener una vida satisfactoria de pareja.

Si conectar con las emociones era cosa de mujeres, ¿por qué un varón tendría que interesarse en las suyas, si siendo Harry el Sucio igual se va a tener éxito romántico?

Los cambios sociales y tecnológicos han hecho tambalear, pues, a esta premisa.

Hoy las mujeres tienen menos paciencia para las malas habilidades de comunicación y tienen formas más rápidas de transmitir sus experiencias con sus amistades y con el mundo, por lo cual no es rara la frustración y posterior sensación de soledad que hoy campea en muchos hombres.

Quienes hoy crían varones deberían tomar esto muy en cuenta: hablar de nuestros sentimientos, ejercitar la empatía y aprender a escuchar al otro son habilidades vitales para intentar relaciones saludables de largo plazo. 

Ser un hombre solterón no es malo en sí mismo.

Lo triste es llegar a serlo contra nuestra voluntad.


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6 comentarios

  1. Paul Naiza

    Querido, Gustavo, como siempre, muy buen jugo sabatino. Excelente reflexión!!

    • Gustavo Rodríguez

      Gracias, Paul.
      Otro abrazo sabatino.

    • Lucho Amaya

      Soy solterón (he pasado los 62), y, en mi caso, nunca tuve un romance que se aproximará al casorio, nunca… Tres años me duraba cada enamoramiento (no el romance, que ya había acabado hace rato)… Y yo pienso, aquí entre nos, que si no llegué a casarme fue por intuición femenina (la de ellas, no la de mi parte)… ¿Qué significa eso?… No sé.
      Son un encanto las mujeres.
      Saludos.

  2. Eduardo Tejada

    «Los cambios sociales y tecnológicos han hecho tambalear, pues, a esta premisa» es cierto, el contexto social ha cambiado… no es lo mismo contexto social en la Biblia con el actual.
    Quiero destacar esta corriente positiva entre las mujeres, porque así, ellas se valoran ellas mismas y entre ellas, eso quiere decir que a medida que pase el tiempo, se sentirán menos «cosificadas» que antes (y eso no le conviene a un sector de la sociedad q lucra con ello pero es otro tema)
    El solterón y solterona son situaciones q son salvables (vivir en pareja) sí y solo si se adaptan a esta nueva situación social actual nada mas (no creo q el uso incorrecto de tecnologias rompa relaciones)
    Ademas esta situación hace pensar q tener hijo es igual valor a tener hija, y mas adelante, con el tiempo, puede llevar a debatir el uso del apellido materno en primer lugar bajo algunas condiciones en nuestro pais

  3. Marcia

    Habría que ver cómo impacta esto a los hombres no heterosexuales…

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