Vacunas, jardines y artículos gratuitos


Una reflexión sobre Economía Pública y un pedido especial para usted 


Hace dos días comenzó el semestre 2024-1 en la universidad donde enseño y, como ha ocurrido siempre, esta vez también he tenido un gran sentimiento de anticipación con respecto al primer día de clases. 

El lunes 18 asistí entusiasmada a dictar Economía Pública, un curso que oriento hacia los fundamentos microeconómicos de las decisiones colectivas. Las decisiones colectivas son variadas y comprenden a diferentes grupos: la familia nuclear, la extendida, el grupo de compañeros de colegio, los vecinos de un distrito, los miembros de una comunidad determinada, la sociedad, etc. Así, el curso puede ser útil para explicar las interacciones de la junta de propietarios de un edificio multifamiliar sobre la cuota mensual de mantenimiento y en qué se debe gastar, así como las decisiones de gasto del sector público y el sistema impositivo. 

Para efectos de este artículo, es importante entender que lo público en economía no necesariamente atiende a lo que es provisto por el Estado. El mejor ejemplo es el de las vacunas: pague quien pague esa dosis, colocársela obedece a una decisión estrictamente privada, pero la consecuencia de proteger a otros ciudadanos contra enfermedades fácilmente transmisibles sí es un bien público.

En otras palabras, los grupos humanos producimos bienes públicos con nuestras decisiones individuales. Quienes cuidamos un jardín exterior le ofrecemos belleza a todo el que transita por nuestra vecindad. Además, agregamos áreas verdes que contribuyen con la fotosíntesis. ¿Puedo excluir a alguien de beneficiarse de mi decisión individual de cuidar el jardín? No. Entonces, la belleza de mi cuadra y el oxígeno que se genera quedan a disposición de todos, pero el costo del jardín lo asumo yo sola.

Algo similar ocurre cuando producimos los artículos de Jugo todas las semanas. Tanto individualmente, como en conjunto, les dedicamos tiempo y neuronas. Lo disfrutamos y eso nos mantiene. Pero se requiere una plataforma para la difusión y horas de trabajo para editar: costos. Eso sí, una vez puestos en circulación, los artículos y sus audios están a disposición gratuita de todo el que quiera consumirlos: se convierten en un bien público.

Desde el punto de vista económico, el problema con la producción de bienes públicos es que usualmente, una vez provistos, ya es muy complicado cobrar por consumirlos. Ello genera lo que se conoce como el problema del polizón: aquel que disfruta del bien sin aportar recursos a su producción. 

Ese es el riesgo que uno corre cuando pone a disposición bienes o servicios, como estos jugos, que pueden ser consumidos sin necesidad de incurrir en los costos.

Cuando utilizamos estos conceptos en la vida cotidiana, en la organización del Estado y en la sociedad, resulta que no hay lonche gratis y los servicios que provee el Estado requieren ser financiados. Por eso se cobran impuestos, pagos obligatorios al Estado para financiar bienes públicos. 

En el caso de nuestros jugos, por supuesto que no hay impuesto. Por ello, ahora estamos en una campaña que apela al valor que le generamos a la comunidad que nos sigue, pero no solo a ella, porque los artículos son jugosos y proveen reflexiones, abren espacio para desarrollar inquietudes, permiten compartir conocimientos nuevos, tocan la puerta a los sentimientos y apelan a curiosidades.

En mi caso de profesora universitaria, la vitalidad que me transfieren los estudiantes escapa de las aulas y me acompaña cuando me siento a escribir estos artículos. Es decir, se convierte en un servicio público que, personalmente, no quisiera interrumpir.

Y es por eso que he escrito este artículo sobre nuestros artículos: para sugerirle que contribuya a que desde Jugo sigamos brindando bienes públicos.

Son solo 3 dólares al mes, haciendo clic aquí.


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