Una hoja de ruta para la lectura


Sobre la recientemente aprobada Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas al 2030


Pedro Villa Gamarra es editor y comunicador, con más de 16 años de experiencia en el sector cultural. Fue director del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura, desde donde promovió acciones como la Meta 27. Se desempeñó como director de Contenidos y Relaciones Institucionales en la Cámara Peruana del Libro desarrollando estrategias para la profesionalización del sector editorial, la internacionalización del libro peruano y la aprobación de la Ley del Libro. Actualmente es director ejecutivo en Contratapa Proyectos Culturales y lleva a cabo proyectos para la promoción de políticas del libro y la lectura, así como en el desarrollo profesional y empresarial del sector.


La vorágine de la crisis política en la que nuestro país y sus instituciones se ven arrastrados deja fuera de la agenda pública temas, erróneamente considerados secundarios, como la cultura y el papel del Estado frente a esta. 

A pesar de esa situación, acontecimientos como la reciente FIL Lima, que después de dos años volvió a hacerse de forma presencial, convocan a la reflexión y, aunque sea un poquito, ponen los reflectores sobre el asunto que tratamos hoy: el libro y la lectura.

Una de las preguntas que siempre surge es: ¿cómo mejoramos la lectura en el país? Para toda pregunta compleja, le corresponde a su vez una respuesta también compleja. Se requieren medición, acciones, normas y herramientas de gestión, entre otras, con resultados que se verían a largo plazo. Y, para generar ese cambio, se necesita emprenderlo.

Eso ha ocurrido con la aprobación de la Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas al 2030 (PNLLB), que fue elaborada durante varios años a través de un proceso que incluyó consultas e intercambio de ideas con diversos actores del sector del libro, así como con gremios, asociaciones e instituciones de la sociedad civil organizada a nivel nacional y de manera descentralizada. 

Es bastante común que quienes desempeñan cargos políticos en entidades del Estado cuenten como sus logros la firma o aprobación de medidas que son producto de un trabajo que, en realidad, trasciende gestiones. Y este es el caso de la PNLLB, valgan verdades. Incluso podemos remontarnos al 2016 cuando, desde uno de los gremios de la industria del libro, se inició una campaña para que se diseñe una política para el libro y la lectura.

Pero ¿qué significa contar con la PNLLB? Para empezar, no se trata de que, como por acto de magia, la aprobación de la política vaya a generar el gran cambio. Lo que tenemos es por fin una hoja de ruta, importantísima y necesaria, que nos marca un objetivo como país y establece acciones del Estado —desde el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional del Perú y el Ministerio de Educación— para el logro de esta meta. 

¿Entonces, cuál es el siguiente paso? Implementarla, y en este punto va a ser imprescindible que haya un acompañamiento desde las instituciones de la sociedad civil, gremios y colegios profesionales para que se cumpla con lo establecido y se pueda ir evaluando permanentemente. Lo ideal sería que se constituya un Grupo de Trabajo formal que integre a representantes del ecosistema del libro, la lectura y las bibliotecas, así como a las entidades estatales correspondientes. No basta con socializar las acciones del Estado, se requiere que el sector y la ciudadanía sean parte activa del proceso de implementación y evaluación.

Otra buena noticia: una de las herramientas para medir los avances en relación con la Política está empezando a ejecutarse, una Encuesta Nacional de Lectura, que se realiza después de casi dos décadas de la anterior, con una metodología que permitirá que se haga de manera periódica —gracias a lo establecido en la Ley del Libro y al trabajo de la Dirección del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura—. Dejaremos de especular con cifras de lectura que se han venido repitiendo los últimos años pero de las que no se tiene certeza, para contar por fin con una línea de base a partir de la cual abrir camino.

En la práctica, una Política Nacional permite articular las acciones de distintos sectores estatales, en el caso de la PNLLB, lo hará con las tres instituciones anteriormente mencionadas. Sin embargo, y esa es una deuda pendiente, pudo haberse incluido a más sectores y tener un carácter, valga la redundancia, multisectorial. Probablemente jugaron en contra las debilidades del propio Ministerio de Cultura, que guio el proceso, para alcanzar ese logro. El fomento del libro y la lectura debe ser transversal a todo el Estado. Por ejemplo, pienso en el trabajo de Promperú, que desde hace más de una década, promueve a las editoriales en mercados internacionales; o los fondos del Ministerio de la Producción que han sido gestionados por instituciones del sector del libro; también la labor del Indecopi en la protección del derecho de autor y la lucha contra la piratería editorial, o la Cancillería que promueve la participación de Perú como invitado en ferias internacionales del libro. Pero se podría ir más allá, como sucede en otros países, e incorporar a los demás ministerios en la tarea: un verdadero impulso a través de las venas y arterias del Estado para generar un cambio social profundo. 

A punto de cumplir 12 años de existencia, el Ministerio de Cultura sigue siendo la última rueda del coche dentro del gobierno. Se ha convertido en costumbre que lo usen para pagar favores o cuotas políticas, y se nombre ministra o ministro a personas que no tienen o tienen poca experiencia en el sector. Ni qué decir si precisamos que haría falta gente con experiencia política en el sector cultura. El MINCUL tiene que fortalecerse, debe implementar políticas que movilicen a todo el Estado, esa es la potencialidad no valorada: ser agente de transformación social, pieza fundamental para generar un inexistente tejido social y así consolidar una ciudadanía consciente.

Entonces sí, démonos un breve respiro y celebremos: ¡Contamos con una Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas! Ahora nos toca tomar fuerza para la parte más difícil del recorrido y evitar que se convierta en un documento más del Estado que termina como letra muerta. Espero que no, hay gente muy capaz empujando el tema desde el Ministerio de Cultura; pero necesitamos involucrarnos como ciudadanía en esta labor. Hay tareas pendientes, retos por cumplir y cosas que mejorar. 

No quiero dejar de mencionar que el próximo año nuevamente estaremos en peligro de que, frente a una revisión de la reciente Ley, los libros empiecen a ser gravados; además de que esta norma, tal cual fue diseñada, está aún lejos de cumplirse al 100 %. Pero dejémoslo allí para un siguiente capítulo. 


Pensar, escribir, editar, diseñar, coordinar, publicar y promover este y todos nuestros artículos (y sus pódcast) cuesta y nosotros los entregamos sin cobrar. Haz click en el botón de abajo para contribuir y, de paso, espía como suscriptor nuestras reuniones editoriales.


2 comentarios

  1. María Soledad Castro Ramïrez

    De acuerdo,la ley su reglamentaciòn solo son un paso de esta inmensa tarea y si la sociedad civil con sus amplios sectores no participa,puede quedar en letra muerta,una vez más.
    Así como se plantea que esta ley debiera ser transversal a todo el estado,
    Y no solo al Ministerio de Cultura y al Ministerio de Educaciòn;así mismo el Ministerio de Educaciòn debe hacer que ésta preocupación por la lectura,el libro y las bibliotecas,sea transversal en toda su organización y qué los funcionarios y docentes de todas las especialidades y niveles educativos velen por el fomento de lo planteado en la mencionada ley,.Si se continüa dejando la responsabilidad solo a los docentes del área de Comunicación,como se viene haciendo hasta hoy,no se dará el cambio.Para ello es imprescindible revisar la currícula de la formaciòn docente,especialmente en el Nivel Inicial y Primaria pra formar docentes lectores,que puedan ser los modelos lectores necesarios para el gran cambio esperado.
    Es muy penoso y muy preocupante,encontrar docentes que ni siquiera leen con fluidez y que manifiestan que no les gusta la lectura,èsto pareciera inconcebible,pero es real.
    .

    • María Soledad Castro Ramïrez

      De acuerdo,la ley su reglamentaciòn solo son un paso de esta inmensa tarea y si la sociedad civil con sus amplios sectores no participa,puede quedar en letra muerta,una vez más.
      Así como se plantea que esta ley debiera ser transversal a todo el estado,
      Y no solo al Ministerio de Cultura y al Ministerio de Educaciòn;así mismo el Ministerio de Educaciòn debe hacer que ésta preocupación por la lectura,el libro y las bibliotecas,sea transversal en toda su organización y qué los funcionarios y docentes de todas las especialidades y niveles educativos velen por el fomento de lo planteado en la mencionada ley,.Si se continüa dejando la responsabilidad solo a los docentes del área de Comunicación,como se viene haciendo hasta hoy,no se dará el cambio.Para ello es imprescindible revisar la currícula de la formaciòn docente,especialmente en el Nivel Inicial y Primaria para formar docentes que puedan ser los modelos lectores necesarios para el gran cambio esperado.
      Es muy penoso y muy preocupante,encontrar docentes que ni siquiera leen con fluidez y que manifiestan que no les gusta la lectura,èsto pareciera inconcebible,pero es real.
      .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

diecisiete − 12 =

Volver arriba