Y sobre qué entendemos por espacio público y civismo
Tiempo atrás, un afiliado al partido político que ahora gobierna la capital peruana calificó a algunos de sus distritos como ‘parte de Lima’ y a otros como ‘los cerros y alrededores de Lima’. Fue bastante criticado por lo dicho, pero él no está solo en esta concepción de la ciudad más grande del Perú. La prensa peruana, al hacer reportajes, generalmente habla de ‘vecinos de Miraflores’ y de ‘pobladores de Comas’. ¿La diferencia? Miraflores es parte de una serie de distritos tradicionales de clase media y alta, y Comas es parte de los distritos de economía emergente que conforman la llamada ‘nueva Lima’, pero que ya no es ‘tan’ nueva: por ejemplo, San Juan de Lurigancho (SJL) existe como distrito desde 1967, hace 56 años. Además, es el más grande del país y el más poblado con un millón de habitantes. Para poner estos datos en perspectiva, es un distrito con más población que Cusco, y similar a la de Arequipa, la segunda ciudad del Perú.
En días recientes se anunció para SJL lo que en nuestro país se ha entendido como el gran hito del desarrollo: la ceremonia de apertura de un mall. En el siglo XIX la modernidad era simbolizada con la llegada del ferrocarril a una ciudad, y ahora lo hacen las tiendas por departamento y los supermercados. Actualmente existe un sentimiento, tal vez una ilusión, de que, a través del consumo, definimos nuestras identidades y participamos al mismo tiempo de las tendencias globales, independientemente de en qué parte del planeta nos encontremos.
Y así, con todo este entusiasmo, llegó el día de la apertura del primer mall para SJL. Al parecer, la organización no planificó la gran expectativa que produciría y se reportaron incidentes que no pasaron a mayores, pero que generaron una sensación de desorden. Como indicó el escritor y periodista Marco Avilés en X, antes Twitter, esta situación no es privativa de distritos populosos, ya que sucesos similares se han dados en otros espacios de Lima. Pero de pronto la prensa la maximiza para reafirmar esa dicotomía de ‘vecinos’ civilizados versus ‘pobladores’ incultos, de la ‘Lima de verdad’ frente a sus supuestos ‘alrededores’. Esto, que podría parecer un ejercicio superficial, es espejo de las políticas públicas en donde, por ejemplo, la cantidad de policías por ciudadano en Miraflores es mucho mayor que en San Juan de Lurigancho.
Mientras en Colombia se habla de un boom de bibliotecas públicas, en Perú el boom es de centros comerciales. Frente a una creciente inseguridad ciudadana, los malls fungen de supuestos espacios públicos que realmente no lo son, porque su meta final es apenas el consumo. Todavía no es tan tarde para darnos cuenta de la importancia de los espacios públicos para el desarrollo ciudadano, y para dejarnos de hacer divisiones arbitrarias de una misma ciudad.
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