No. No vamos a fingir que nada pasó el domingo
Como en cada campaña desde el 2010, estos son días difíciles para convivir en las redes sociales. Las elecciones siempre complican todo, y la polarización se traslada al mundo virtual. La ansiedad, la rabia, la frustración, encuentran ahí los canales de desfogue.
Podría decirse que soy un veterano de las redes sociales, estoy ahí casi desde sus inicios. A estas alturas pocas cosas logran afectarme. Bloqueo trolls y silencio ofensas como parte de la experiencia virtual, y sigo con mi día sin problemas.
Pero pese a lo curtido que estoy en estas lides, hay un tipo de mensaje que todavía me molesta. Y más en esta elección en particular. Son aquellos que expresan una “buena onda electoral”, aspirando a una neutralidad y tolerancia mal entendidas.
¿Lo ubican? Es el mensaje edulcorado que aparece en el momento más áspero de la elección, con frases como: “¡Que la política no te aleje de tus amigos!”, “¡Todos los votos merecen respeto y seguiremos siendo patas!”, “Voto distinto a ti y no pasa nada”.
¿No pasa nada?
Me irritan este tipo de mensaje porque detrás de una postura, en apariencia razonable y conciliadora, hay una profunda insensibilidad a lo que para otras personas significa vivir este proceso.
Es bien fácil asumir esa “buena onda” cuando tu identidad no está siendo atacada por el candidato por el cual votarán tus amigos de toda la vida. Es muy cómodo ese discurso si no estás viendo cómo tu tío querido —ese conquien tu novio y tú comparten mesa en Navidad— hace campaña por alguien que desprecia profundamente a las parejas del mismo sexo. Te debes sentir súper racional escribiendo esa reflexión porque nadie te dice con-todas-sus-letras que no importas y que no hay lugar para ti en tu propio país.
Es bien fácil predicar sin el ejemplo.
Y no estoy hablando simplemente de opciones políticas distintas. No se trata de si uno es más liberal y otro más conservador. Me refiero a esas candidaturas con un discurso claro y permanente de desprecio a quien somos LGBT, de rechazo a nuestros proyectos de vida, a nuestra posibilidad de ser feliz. Estamos viendo al odio en campaña. Y vemos a familia y amigos dándole sus votos, ya sea porque en el fondo están de acuerdo con eso, o porque han decidido ignorarlo porque no lo consideran tan relevante. Cualquiera de las dos alternativas implica una tragedia personal: descubrir que la amistad o ser familia no significa lo mismo para esa persona que lo que significa para uno.
¿Y qué debemos hacer ante eso? ¿Tragar saliva y contar hasta diez? ¿Fingir que no se dio cuenta? ¿Cambiar rápidamente de tema? ¿No tomarlo personal?
Pero es personal. Es muy personal.
Las voces dizque conciliadoras están pidiendo que mantengamos en nuestras vidas a personas que, en un momento decisivo, no muestran consideración hacia nosotros; a quienes pensábamos que eran parte de nuestro refugio de afecto dentro de una sociedad hostil. Un escándalo que nos piden ignorar, para continuar compartiendo memes en Whatsapp, para seguir sonriendo en los selfies, para no arruinarle el almuerzo a nadie.
Esa “buena onda” nos pide llevar la fiesta en paz. Su fiesta en paz. Porque no han notado que nosotros no estamos bailando.
Vienen conversaciones incómodas y tal vez decisiones difíciles.
Pero por dignidad, no vamos a fingir que nada pasó este domingo.
Alberto, al principio pensé, qué tal vez, estabas sobre reaccionando. Luego me puse en tu lugar y sentí tu frustración por esa “buena onda”. Salvando las distancias del caso, me pasa, siendo chilena y viviendo en Perú, como, familia política de acá, le vale nada que yo sea chilena y tratan a mi país con todos los descalificativos posibles, amparándose en: “ son cosas de fútbol” y lo son, pero cuando escriben en sus redes sociales odiosidades hacia mi país no se les pasa por la cabeza, que tienen una familiar chilena. Siempre reclamo eso y me dicen que sobre reaccionó. Así que sí, entiendo tu punto—insisto, salvando las distancias—por lo menos tus familiares y amigos debieran empatizar contigo y no votar a favor de un candidato que promueva el odio a la comunidad LGBT.
Siento mucho que te suceda lo que comentas. Te ofrezco disculpas en nombre de mis compatriotas.
Mi esposo también es chileno y vive en Peru conmigo hace varios años. Doy gracias de que su suerte es distinta, si yo escuchará algún comentario negativo hacia su país, creeme que algo haría al respecto.
Mi hermana es gay y si escucho hablar mal a alguien del tema, también salto como leona.
Es penoso ver como la ceguera e ignorancia de las personas puede herir a otros seres humanos. Y lo peor de todo es que se excusan diciendo que es su opinión. Todos tenemos derecho a opinar, pero recordemos que nuestros derechos llegan hasta donde comienzan los derechos del otro.
Este domingo hemos caído en la cuenta que somos una sociedad racista clasista misogina y homofobica que dice llamarse conservadora porque te pide que ocultes tu opción de vida en Facebook por que se ve mal…que no hables del aborto por que son cosas de familia, que aun enseña que lq mujer esta lara servir ayudar ql hombre porque detras de un gran hombre hay una gran mujer…si pues detrás que sigas igual tu vida y no luches por que te toco ser distinto. Ya es hora de desnudarnos como sociedad y empezar a trabajar en ser tolerantes y enpaticos. Es hora de educarnos en la igualdad y eso requiere que todos nos veamos como iguales…va a costar mucho sufrimiento pero es necesario… gracias por que tu lo estas haciendo desde el congreso. Este domingo no solo se trato de una elección..es el aviso que necesitamos para reflexionar sobre nuestra identidad como nacion.
Te felicito. Tus palabras me retumbaron en el alma, la conciencia y la razón!
Así es Alberto. Estas elecciones han servido para conocer mejor la sensibilidad de muchas personas cercanas. El «sentido común» dejó de serlo y nos recuerda que hay mucho por hacer.
Alberto, bien lo señala Adela Cortina «no pueden ser respetuosas o tolerantes las expresiones o ideas que promueven odio, humillación, denigran a otro; las personas son respetables las ideas no», que fácil es justificarlas racionalizándolas. Somos tan carentes de empatia y sensibilidad, tan a pesar que nos hemos creido que alardearlas es sentirlo. Ahora nos asombramos de los resultados que desnudan al pais que somos; será que esta vez lo reconoceremos?
Concuerdo contigo, en que jode que la gente que esté cerca no le importe para nada el aspecto social de nuestro país, que suena a veces super abstracto pero que es la vida cotidiana. A mí me pasa con los derechos de las mujeres, ese es un tema que no importa mucho. En respuesta, me han hablado de los valores de la familia, de la moral, de dios, de lo natural y de que no es un tema para discutir en Perú, que eso se discute en Europa. Al parecer, lo importante en Perú es discutir el modelo económico.
Después de las elecciones, creo que es cierto que a una basta cantidad de personas en el país no les interesa la defensa de los derechos humanos, ni los derechos de minorías. Lo que en otras palabras se transforma en un momento para seguir luchando, para seguir diciendo a MI me importa, para seguir hablando, para seguir siendo y existiendo.
Hace unos días leí, en relación al racismo contra afro-descendientes en EE.UU, que una forma de luchar era mostrando lo feliz que uno era porque lo que buscan es que uno no exista o que sí existe sea miserable. Creo que eso también se aplica para diferentes tipos de discriminación. Usemos todos los canales para luchar.
Un abrazo fuerte.
Amé tu articulo . Tienes mucha razón en cada palabra. Admiro tu fortaleza. No pertenesco a la comunidad LGTBI, pero creo en la igualdad de las personas y lo que paso el domingo nos hizo darnos cuenta que la lucha aún es larga.
Lo lamentable es no ver un todo, no ver un país, que es diverso y en el cual habitamos todos con los derechos y deberes. La gente es tan egoísta que solo ve lo que le conviene o lo que esta de acuerdo con su pensamiento y no ve más allá.
Directamente no tengo amigos LGTB ni tampoco familiares, o almenos eso es lo que yo creo. Pero uno muestra su valía al ser empatico con los demás ya que todos somos seres humanos con igual valía y deberíamos todos apelar a igualdad de derechos. No comprendo como muchos candidatos con una posición radical e intransigente han obtenido una gran facción de electores aparentemente «pensante» predicando una religión que en todo momento habla de AMOR pero que solo ellos interpretan en imposición de reglas, creencias e ideologías sin respetar laa libertad del otro. Yo asumo mi voto informado, y consciente buscando un partido responsable, conciliador y respetando a las personas por encima de todo.
Bien dicho, Alberto!