¿Qué va a hacer de su 2023?


Un recuento personal y un deseo para ustedes


Escribir “la última columna del año” es difícil. No solo es que uno llega a este punto habitando lo que parece ser un desierto creativo, sino que, además, los tiempos actuales aportan la sensación de que no hay mucho más qué decir. O, por lo menos, de que lo que puedo decir no es más que un ruido que no va a sumarle algo al debate latente y regular de nuestra coyuntura política. 

Hace unos días, sin embargo, en una junta de jugueros de caigua, aprendí que no está mal transportar algo de nuestro interior al papel —o a la pantalla—, abrir un poquito la puerta hacia lo interno: cómo experimentamos un camino, como lo hizo Natalia Sobrevilla cuando narró su recorrido hacia Santiago de Compostela; o las frustraciones aeroportuarias que obligan a uno a irse del país para llegar a casa, como compartió Dante Trujillo. Y si bien, Gustavo Rodríguez ya me sugirió temas para el 2023, creo que puedo cerrar mi paquete de artículos de este año aprovechando la oportunidad para compartir un poco más de mí y lo que espero del año que pronto se inicia.

Cada nuevo año de vida —o año nuevo, si esto le funciona mejor—, es una nueva oportunidad para renovarnos, repensarnos, hasta reinventarnos, si es posible. Siempre es un poco mi opción. Dejar ir y buscar nuevos espacios, oportunidades y chances. Hace un tiempo, poco en realidad, decidí que en esta heladería que es la vida, y dado el poco tiempo que estaré aquí, me era conveniente —además de posible—, probar todo y cada uno de los sabores. Durante el 2022, eso significó para mí aceptar participar en esta cooperativa de escritorxs y divulgadorxs que se han unido para ofrecer algo parecido a lo que nuestros padres consumían en ayunas: un extracto diario sobre los temas actuales, que asegure un mínimo de reflexión sin colesterol informativo. También significó colaborar y publicar con colegas académicos en Estados Unidos, editar un libro en Perú y presentarlo en la Feria Internacional del Libro, escribir dos obras de teatro, volver a participar después de 10 años en un evento mundial de Naciones Unidas, participar en proyectos creativos bacanes, y aportarle algo de mis conocimientos al servicio público. Todo esto, además de lo regular, que son mis clases y el intercambio siempre emocionante y desafiante que significa trabajar con un promedio de 120 alumnos por semestre. También hubo perdidas, claro, porque siempre las hay. También hubo muchos “no”, errores y cosas que se pudieron hacer mejor, pero todo eso suma y todos nos trae al hoy; por lo menos en el plano personal. 

La coyuntura política actual es otro tema igual de atendible. En este campo sí tenemos, o deberíamos tener, aspectos no negociables. La inacción intencional o las estrategias para el debilitamiento institucional, los muertos y las acciones ilegales contra la población no pueden ser parte de nuestro escenario y, sin embargo, constituyen parte del aire que respiramos. Lamentablemente, como ocurrió con mi artículo del 25 de noviembre a raíz del Día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, no les puedo ofrecer una reflexión esperanzadora, porque no la tengo, pero sí un pedido: prestemos atención. Mucho está pasando dentro del país, mucho está pasando en el distrito cercano, mucho está pasando con nuestro vecino.

Si no les traigo más en este texto, quiero que sepan que, al menos, busco extenderles mi mayor deseo de que, sea que decidan experimentar todos los sabores de la heladería, o prefieran consumir únicamente los sabores ya conocidos, sus decisiones les ayuden a encontrar la armonía y a extenderla hacia los demás. Mientras usted sea una mejor persona, mejor será nuestra sociedad.


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2 comentarios

  1. Lucho Amaya

    El que pueda disentir con usted respecto a sus postulados político no puede ser óbice para decirle ¡Qué bien escribe usted!
    Saludos

  2. Nataly Daniska

    Gracias por compartir tus sentires y pensar, muy atinado. Que tengas un 2013 lleno de sorpresas positivas.

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