Preguntas que uno se hace cuando lo acusan de progre
Hace unos días mi editorial decidió hacer pública la portada de mi próxima novela.
A pesar de la ferocidad que late en las redes, el talento de sus diseñadores fue felicitado con la generosidad que merecían y entre las centenares de reacciones solo hubo un par que fueron contra la corriente: un señor de Colombia que simplemente escribió “No me gusta” —y que agradecí como normalidad estadistica—, y un señor del Perú que advirtió a sus seguidores que ese autor cuyo nombre aparecía en la portada “es progre, está de acuerdo con las protestas y destrozos en todo el Perú y activamente aboga por la renuncia de Boluarte y una nueva Constitución, ya ustedes vean si les gusta o no, information baby!”.
Desconozco por qué una posición progresista como la mía podría incidir en la apreciación de una carátula o de una obra de ficción. Tambien desconozco qué puede llevar a alguien a pensar que yo esté a favor de los destrozos en mi país. Honestamente, tampoco sé con exactitud por qué estoy contando esto. O lo sé, pero no lo quiero admitir: al contrario de la actitud del mencionado usuario de Twitter, si bien me molestan las actitudes conservadoras, nunca me ha provocado apuntar una flecha de neón hacia quien hace ese tipo de proclamas para buscar su linchamiento. Ustedes saben: decir una estupidez aislada no convierte a alguien en estúpido. Que alguien tire la primera piedra, porque yo no seré el primero. Si no te gusta lo que pienso, refuta mis ideas: no digas lo que piensas de mí.
Siguiendo por la ruta de la honestidad, confieso que, si bien tengo amigos con actitudes conservadoras, nunca he entendido exactamente qué es lo que quieren conservar. La mente de un activista podría razonar que un conservador busca conservar sus privilegios, es decir, que no se desplace el statu quo del que depende su comodidad, ese sitial al que se llega a defender incluso con malabares retóricos. Puede ser. ¿Pero acaso no hay algo más abajo?
¿Y si, después de todo, también se tratara de la imposibilidad de aceptar que todo cambia en la vida y que no se puede tener control sobre ello?
No existe una razón lógica para ser conservador; no, al menos, si consideramos la historia de las sociedades humanas. A lo largo de las generaciones que nos antecedieron, siempre que la humanidad ha avanzado hacia la equidad, toda mentalidad progresista ha resultado estar acertada en sus corazonadas. Progresistas eran quienes estaban en contra de la esclavitud y también eran progresistas quienes apoyaban que las mujeres voten cuando la mayoría estaba en contra. Por eso, al compatriota que me señala como progre condimentando su denuncia con el actual contexto político, le pregunto: ¿qué quiere conservar usted?
¿Quiere conservar un país donde se mata a 60 civiles en las calles y nadie, absolutamente nadie, asume la responsabilidad política? ¿Un país al que el mundo civilizado ha visto con tanta preocupación como a Ucrania, horrorizado por cómo nuestro gobierno normaliza lo que en otras democracias sería motivo de renuncias?
¿Qué quiere conservar, amigo?
¿Una Constitución a la que sí, por fortuna le debemos estabilidad económica —algo que admito que sí quisiera conservar—, pero que también ha sido el marco para que hoy nos gobiernen y representen los peruanos de peor calaña?
¿Qué quiere conservar?
¿Una sociedad donde mis amigos que nacieron con una orientación sexual diferente a la mía tienen que irse para alcanzar la plenitud? ¿Una sociedad donde la gente debe vivir con indignidad y dolor hasta el último segundo de su vida —que es lo que algunos buscan con Ana Estrada— porque una idea difusa de dios flota entre nosotros? ¿Nos quedamos, entonces, solo los hererosexuales que creen en lo que ciertos hombres del pasado escribieron en papiros hace miles de años y al que otros hombres le pusieron el sello de palabra de Dios?
¿Qué quiere conservar, mi amigo?
En serio, ¿qué quiere usted conservar en el fondo?
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Querido Gustavo, lo que quiero conservar son tus artículos sabatinos, aunque admito no he dejado algún comentario hace semanas, pero aseguró que leo y/o escucho vuestros artículos religiosamente…
De acuerdo con tu introducción. Pero también tienes que admitir que la realidad a veces nos paraliza y no sabemos reaccionar a tiempo. Y cuando viene el desmadre tendemos a pronunciar generalizaciones que no contribuyen a resolver nada. Me refiero al resultado de las últimas elecciones presidenciales y la narrativa fraudista que impuso la candidata derrotada y que sirvió para que un sector del Congreso intentara repetidamente la vacancia presidencial. En ese contexto, quienes defendían la democracia sostenían que pese a que Castillo no reunía los requisitos indispensables, era el resultado de elecciones impecables y democráticas. Así avanzaron los meses y comenzaron a aparecer signos inequívocos de una corrupción rampante en el aparato estatal, propiciado por el cerronismo y el castillismo. Y aquí sucede que lejos de denunciar y distanciarse del Ejecutivo, las izquierdas y sectores progresistas no alzaron su voz y tampoco protestaron cuando los Consejos de Ministros «descentralizados» se convirtieron en puro asambleísmo populachero en donde se predicaba el enfrentamiento entre la sierra «olvidada» y la costa «privilegiada», entre los pitucos «blanquitos» y los «cholos» vilipendiados. Y el clímax de esta opereta sucedió cuando Castillo se asustó con las declaraciones de Salatiel Marrufo, desnudando las raterías, coimas y cutras de su administración y temiendo que la vacancia se hiciera efectiva, protagonizó el «Golpe de Estado» más huachafo, fugaz y esperpéntico de nuestra historia, para fugarse a la embajada de México. Y esto le costó al Perú la muerte de 60 compatriotas. Ahora ¿Se puede estar de acuerdo con la narrativa de quienes azuzaron las movilizaciones y empujaron a estos hechos de sangre? ¿Dónde estuvieron los ciudadanos más lúcidos que no denunciaron en sus momento el saqueo de la hacienda pública por choros de baja estofa que creyeron que como «los de arriba» siempre habían robado ya era hora que «los de abajo» robaran a lo bruto porque era de justicia histórica? ¿Dónde está la dimensión ética y moral en los análisis que leemos?. El desmadre que vivimos no es solamente culpa de la derecha «golpista» o la DBA. Los sectores progresistas y de izquierda tienen su cuota de responsabilidad al no haber advertido a tiempo a la ciudadanía de la tormenta que se avecinaba, seguramente porque supusieron que denunciar las raterías del entorno castillista lo iba a debilitar en su enfrentamiento con el Legislativo.
Alucinante que alguien supuestamente pensante, no entienda nada y sea tan cínico como para negar su apoyo soterrado a la violencia de los vándalos y delincuentes. Con un razonamiento muy primario cualquier peatón comprueba que no están ejerciendo derecho de protesta, si no que están cometiendo delitos impunemente, atacando entidades publicas, aeropuertos, violando las leyes, secuestrando a la población, atacando policías, dañando propiedad y aterrorizando a la inmensa mayoría de peruanos.
Este hecho objetivo que tu no reconoces, no condenas y por el contrario defiendes, es el que permite concluir que apoyas la violencia en las calles. A ello se suma, tus opiniones contra la policía, la evaluación sesgada de hechos objetivos entre otros, contrarios al sentido común y lo más elemental como la defensa del orden y de las personas que no participan y que son las víctimas de la violencia junto con la policia y FFAA.
Ya que no hay mucho entendimiento sobre nuestra sociedad, te explicaré fácilmente que es lo que quieren «conservar». En un país con 80% de informalidad y un porcentaje mayor de evasión tributaria, a lo que se le suma una economía próspera, una clase media consistente y movilidad social, lo que se quiere conservar es la libertad, que los dejen trabajar y ganar su dinero. No les interesa el congreso ni la política porque no les sirve, ni les da de comer. Por eso se eligen esos congresos nefastos. Esta es la razón por la que las marchas han sido un fracaso absoluto, sino mira la del México. Este fracaso, que tu también ocultas, es otro indicador de tu apoyo a la violencia, porque defender estas marchas es apoyar la violencia.
Ana Estrada ya ejerció el derecho que ganó en el tribunal, van mas de 2 años de la sentencia que lo autorizó…. o todo fue un montaje progre????????? (esa es nuestra progresía tan coherente y principista)
Es que los conservadores viven en el pasado creo, no viajan o han viajado al extranjero desarrollado, no creen en la libertad ni en la tolerancia política, religiosa, sexual, racial. No saben que en los países más desarrollados hay alternancia democrática entre partidos de derecha e izquierda, como Inglaterra, España, Francia, Alemania y el mismo Estados Unidos. Ser progresista o «caviar’ como dicen, no es delito.