Cuando el recuerdo y las estadísticas tumban al famoso eslogan de la Policía
“Yo siempre les he tenido miedo a esos conchesumadres”, me dijo mi novia hace siete años, cuando nos empezábamos a conocer. Su contundente opinión sobre los policías peruanos me pareció entonces una exageración o, en todo caso, una resonancia de su adolescencia rebelde en las calles de los noventa.
En estos días, sin embargo, también he pescado críticas furiosas a nuestra Policía por parte de mis hijas y sus amigos, y, de manera automática, pronto me vi haciendo el recuento de mi propia experiencia. Sé que ha sido un ejercicio parcialmente justo: sea que se trate de un ejército, de una iglesia o de un matrimonio, nuestras numerosas interacciones con una institución siempre se verán representadas en nuestra memoria, a la larga, o por las más dramáticas o por las más felices.
Del puñado de recuerdos que quedan cernidos, la mayoría corresponde a los primeros años que manejé un auto y, en casi todos, aparece un policía sugiriéndome una ayudita mutua: los dos, cómplices de la corrupción. Por entonces solía transar en lugar de asumir mi total responsabilidad, y un recuerdo en particular me hace sentir estúpido: mi licencia se ha vencido hace una semana y, para evitarme un retraso en un día atareado, acepto ir a un cajero con el policía vigilándome. También tengo uno, que es el más antiguo, que conlleva gratitud. Ocurre durante una madrugada de mi infancia: un ladrón ha caído en la cocina de mi casa tras pisar un techo de calamina: dos policías se lo llevan ensangrentado y me dejan cierta tranquilidad. Otro recuerdo que guardo con mayor gratitud: la captura de Abimael Guzmán y lo mucho que hizo un puñado de agentes con tan poco. Pero hay uno más, mucho más reciente, que me calienta la cara: al caer la noche, una patrulla detiene a mi hermano por el solo hecho de llevar el pelo largo y un brazo tatuado, y se lo cargan hasta el otro lado de la ciudad. Voy hasta allá con mi novia —“yo siempre les he tenido miedo a estos conchesumadres”— y me paro frente a cinco suboficiales en sus escritorios y a su superior, altanero, que solo acepta que suelten a mi hermano luego de amenazarlo con hacer público el abuso.
Digamos que mi balance, siendo un ciudadano que vive en privilegio, no aprueba a la Policía con honores y, a pesar de que se trata de una valoración muy subjetiva, la brutal estadística me respalda: casi la mitad de casos de corrupción en instituciones del gobierno central corresponden a la Policía Nacional. 127 casos de 274.
Usted debe recordar aquel lema de hace varios años: “A la policía se la respeta”. Ahora que esta institución vuelve a ser seriamente criticada debido a su represión en las marchas de noviembre y a su rechazo a una reforma, el eslogan ha vuelto a circular. Uno puede entender que aquella frase se volviera tan popular.
Por entonces nuestro país crecía asombrosamente según los indicadores macroeconómicos: se construían centros comerciales, los restaurantes reinaban y las AFP prometían jubilaciones tranquilas. Nos queríamos parecer al primer mundo, al menos en fantasía, y cuando circulaban imágenes de policías sajones poniendo orden, no eran pocos los peruanos que decían que eso era de imitar. Pero ahora que las nuevas generaciones descubren que el relato de la macroeconomía escondía millones de microtragedias, y que para combatir la desigualdad hay que tumbarse la putridez en cada institución peruana, le ha tocado el turno a la tombería. Entre esas microtragedias, no hay que olvidar las de miles de muchachos que postulan a la PNP con la ilusión de forjarse un futuro sirviendo a su colectividad. Los veo inocentes y llenos de fantasías, orgullosos de portar un uniforme y de tener zapatos tan lustrados, pero la realidad no tardará en triturarlos: han ingresado a una institución que no les brinda una retribución digna y en la que, con esa excusa, muchos de sus superiores inmediatos verán la manera de lucrar —como el malparido que mantuvo cautivo a mi hermano—, y donde los superiores de sus superiores harán lo mismo, y así en cadena, hasta llegar a varios generalotes que encabezan un sistema que replica la corrupción y las bajezas de esta sociedad a la que juraron servir.
Cuando mi novia se refería a los policías como conchesumadres, estaba diciendo en crudo algo que aquí nos toca traducir a un lenguaje de reflexión y no de reacción: la Policía se respeta cuando sirve a los ciudadanos, y no cuando sirve al poder. Es decir, cuando sirve a las mujeres que son maltratadas y no al poder del machismo. Cuando sirve a los jóvenes que protestan por sus derechos, y no al poder que quiere acallarlos como si fueran terroristas. Cuando sirve al periodismo que busca señalar robos, y no al poder que quiere seguir robando. Afirmar muy campantes que “a la policía se la respeta” es una orden vertical que no tiene legitimidad, porque el respeto que se pide así —que se impone así—, no es respeto: es coerción.
Lo curioso es que todos queremos respetar a la Policía.
Y este recuento, que ha logrado indignarme hasta casi hacerme perder los papeles, solo me deja un final previsible.
¿Quieren nuestro respeto?
Gánenselo, carajo.
Así es, el respeto se gana no se impone ni se merece per se, y esto es válido también para padres, maestros, etc.
De acuerdo, Elizabeth. Muchas gracias por el complemento.
Bien dicho, es el sentir de tantos peruanos ante la prepotencia y corrupción policial.
Yo siempre he temido a la policia también. Siempre que te detienen es buscando la son razón. Tienes razón, el respeto se gana.
No sé si «siempre» lo hagan así, pero la cantidad de casos en que sí, es abrumadora. Muchísimas gracias por tu opinión.
Has resumido mi experiencia y mis impresiones de joven en mi país. Siempre les tuve miedo. A mi hermano con 16 años comprando su uniforme de colegio en pleno verano con shorts, los cogieron en una tanqueta porque no tenía documentos aún. Recuerdo horrible por la impotencia e injusticia. Necesitamos que recuperen la confianza y que lo demuestren.
Bravo una vez más ‼️
Ivón, gracias por compartir ese recuerdo y refrendar lo que siente una mayoría. Además, eres muy generosa.
Un abrazo hasta allá.
En mi caso, sin exigir mucho a la memoria, recuerdo cuatro interacciones con efectivos policiales y todas negativas. La primera mientras era un estudiante sanmarquino sensible a las injusticias sociales, en la década del 70. Fui perseguido por varias cuadras de la Av. Emancipación por un policía quien me conminaba a detenerme mentándome la madre. No nos habían dejado iniciar una marcha desde la plaza 2 de Mayo. Pude librarme de la detención porque, con las últimas fuerzas, pude desviarme hacia una calle e ingresar a una quinta, desde allí vi como un policía arradtraba de los cabellos a un manifestante con menos suerte. La otra fue la dura represión a una marcha de estatales durante el gobierno de Morales Bermúdez. Esa vez vi como un policía desde una tanqueta disparaba hacia un grupo en la puerta del que fue local del MEF. Por la posición yo sabía que no apuntaba al piso. Le dio en la cabeza a un transeunte que murió días después.
Las otras dos fueron mientras conducía un antiguo escarabajo rojo y había cometido infracciones menores, en ambas me pidieron «colaboración».
Es muy difícil cumplir con el lema «A la policía se le respeta».
Luis, qué fuerte todo. Te envío un abrazo. Nunca es tarde para seguir protestando.
Hay algunos sentimientos que deben ganarse, el amor, la admiración y sí, el respeto. Con la convicción de que no va a ser tan fácil conservarlos como ganárselos. Pero antes de una cosa, viene la otra. No les arriendo las ganancias, no obstante, a los miembros de vuestra policía. Tienen la corrupción incrustada en el uniforme, y eso, hoy por hoy, no hay lejía que lo arrastre. Un abrazo, Gustavo.
Un abrazo, Jesús. El día que se asuma corrupta, empezará a transformarse.
En mi caso, cuando me quedé viuda tenía que ir a la comisaría de mi sector a sacar un certificado domiciliario para llevarlo a la institución que lo requería el Capitán que me atendió empezó a hacerme bromitas de mal gusto y a mandarme miraditas totalmente incómodas. Fue un momento muy desagradable, desde ese momento no les tengo respeto.
Una pena. Gracias, Julia, por compartir tu caso.
Te agradezco Gistavo en nombre de mi padre, hermano, el mio que hemos sido Guardias Civiles, policias por vocacion y que servimos mas alla de nuestras funciones, de tantos amigos , compañeros mios que murieron o quedaron lisiados por defender al ciudadano, en los años 80 casi todos los dias salian noticias de policias muertos por el terrorismo, mi hermano de promocion Alberto Molero que murio con 6 subalternos defendiendo su puesto de Vilcashuaman de mas de 500 senderistas,de mi hermano de promocion Miguel Peralta que fallecio en el mar de Chancay al rescatar 2 jovenes y murio ahogado junto al tercero al que no pudo salvar y asi puedo enumerar mas de mi promocion , de otras promociones, muchisimas, de las veces que mi padre mi hermano y yo arriesgamos nuestras vidas sin mas recompenda que la satisfaccion del deber cumplido y sabiendo que personas como tu solo hablaran de sus «extraordinarios y traumantes»episodios vividos a causa de malos policias que no son mas que parte de esta sociedad donde todas las instituciones estan corrompidas pero quieren que la policia sea la excepcion, pero no te preocupes que cuando necesites y haya un policia, aunque sea en retiro como yo, no dudaremos en ayudarte, fuinos formado para eso , pese a que no me respetes. Saludos.
Hola, Carlos. En un momento dado, mientras escribía este artículo, me dije: qué enorme diferencia hay entre mis recuerdos del general Barreto y los del resto de su institución.
Lamentablemente, no soy el único peruano que tiene un balance negativo.
Pero esto no es un tema de percepciones, finalmente, sino de tristes realidades: allí están las estadísticas y la fuente que indican que la PNP no es ya lo que no tú ni tu padre representan.
Ni por asomo.
El día que la PNP asuma ante la ciudadanía que tiene un enorme, tremendo, gigantesco problema de corrupción, empezará a mejorar.
Pasa con los seres humanos y pasa con las instituciones… que están conformadas por seres humanos.
Con enorme respeto a ti (pero no a tu actual institución),
Gustavo
Mencion Deshonrosa al jefe y todos sus subalternos de la estacion de Pucusana.
Ese lugar de “control” se ha convertido en una Sodoma y Gomorra, una por ser un burdel para camioneros y otra por ser un lugar de recoleccion de “aportes” a la fuerza, sino el auto queda detenido (sic)
Ademas de generar desvios a TODOS los vehiculos y no solo a los obligados….claro para sapear a quien “interverir” en el “operativo” de “requisitorias”
Lugar Irrespetable en todo….
Gus, disculpa lo puntual, pero no me pude aguantar
J
Jaime, gracias por tu comentario. Lo de Pucusana es ineficiente para el libre tránsito, ignoro si encima de eso hay corrupción, como tú dices… pero todo hace desconfiar en estos días.
Primero muy buen artículo Gustavo! Siempre le he tenido miedo a la policía porque, desde mi época universitaria justo en el año del golpe de Velazco, sufrí en carne propia muchas injusticias y maltratos donde estudiaba en la PUCP en la plaza Francia…a palazos y con todo te agarraban aunque no hayas estado haciendo nada…además el abuso de pedirte papeles del carro en una calle oscura solo para sacarte plata…deben haber buenos policías pero la fama de los malos y corruptos sigue hasta hoy…hice mis prácticas en el Hospital de la Policía y los casos que vi eran alucinantes, un inmensa experiencia….que pena me da cuando en otros países si los respetan…
Recordando la frase del buen Luis Hernández: «A todos los que, en el fondo, tiemblan al ver un guardia», siento que el día que dejes de temerle a esta policía es porque te has vuelto insensible al abuso o ya estás muerto.
Un abrazo, Juan, y gracias por recordarnos al poeta.
La verdad que este es un artículo deleznable, que se ubica dentro de lo políticamente correcto y se aupa a ese movimiento juvenil (escrito por una persona mayor…?) que dizque representa a los centenials y milenials, y su atontada chapa de generación del bicentenario. La conchasumadreada esta demás, y es propio del resentimiento de un niñato ofendido. La Policía es la que tiene oficialmente el poder del uso de la fuerza para mantener el orden,.. y que es usado por los Gobiernos sean estos democráticos (como todos los chicos bicentenarios conocen) o dictatoriales…. Y obviamente las órdenes vienen desde arriba y al ser de una estructura vertical esto debe cumplirse. En el plano del día a día, la Policía que antaño era vista con ojos de agradecimiento y respeto en los años 60s, 70s y aun inicios de los ochentas…., y que a partir de gobiernos dizque democráticos se fue envileciendo junto con los políticos, la policía, los grandes empresarios y la sociedad (o quizás siempre fue así,… pero menos visible…),.. volviéndose cada vez mas tirante la convivencia por la radicalización de las protestas de las gentes mas débiles en esa cadena de trabajo y a las cuales se les maltrata sea cual fuese el lugar de la cadena superior donde se ubiquen…los actuales «ofendiditos»…y ello va desde lo alto de la pirámide económica y social hacia abajo…donde esta la plebe….. Toda la sociedad se ha envilecido,… se ha vuelto «competitiva»..donde le importa un bledo el respeto a los otros y su pensar, se ha relajado en lo moral donde es común la propaganda sexual que incluye a a niños y ello esta normalizado, donde se ha relajado el concepto de Familia como núcleo de una sociedad,…. donde la corrupción es normalizada y se encuentra diseminada desde los de arriba de esa pirámide, estando en la cabeza la Banca Internacional (FMI, BM..y Privada) y las Finanzas (especulación financiera en Bolsa), los organismos internacionales (ONU: OMS, OIT, UNESCO, OMC….etc) que dizque buscan el anhelado «bien común» como una aspiración de la Humanidad e incluso se le da el estatus de Derecho Humano (ahora cualquier cosa es derecho humano)…, cuando en realidad es esa izquierda globalista que se ha ido camuflando en la cultura popular en los últimos 40 años…, y es la que hace escribir artículos como éste,.. que se ubica en lo Políticamente correcto,.. donde en estos tiempos es «necesariamente» de una corriente izquierdizante para ser aceptada, y en la cual se denosta de la Policía…., que obviamente como toda actividad humana en estos tiempos, está pergueñada por la corrupción ,..y mas aun en una sociedad hedonista como la actual….y ello es en verdad escalofriante… La pregunta es: para que se quiere destruir a la Policía desde una óptica progresista/socialista/comunista?????? Y porque se está haciendo ello en forma orquestada en estos últimos tiempos en América ????? (Chile, Colombia, EEUU, Guatemala, Perú…)…. Ese es el real misterio…
Política y correctamente le digo: que querer mejorar a la policía no es destruirla… y que si piensa como escribe, su mente es fascinante.
¿Se sabe que a esos muchachos que ven en la policía una alternativa de desarrollo y trabajo les cobran cupos para ingresar? Cuando me lo dijeron específicamente para el ingreso a la escuela de suboficiales de la PNP, hace quizás 3 o 4 años (qué bárbaro cómo pasa el tiempo!) no pude ni pensar el esfuerzo que pretendía hacer esa persona para conseguir esa cantidad de dinero (7 mil soles)… esta persona no lo hizo, pero ¿cuántas si?… y ¿a cambio de que? ¿de que los chicos tengan que entrar en una vorágine de corrupción?.. ¿ha cambiado algo desde que le pidieron ese dinero?…
Caramba, no sabía eso. ¿Hay forma de obtener un testimonio de primera mano?
El problema con la Policía Nacional es muy complejo, estoy de acuerdo contigo que el respeto se gana, ahora hay lumpen en todo sitio, los altos generales son los que se llevan el pedazo más grande de la torta, es sistema está putrefacto, habría que purgar, para que se queden los mejores, me imagino serían muy pocos, los policías ganan muy poco, habría que fortalecer sus capacidades, capacitarlos y felicitar y ascender a los que sí son buenos policías. Lograr un reconocimiento de la población es imprescindible, eso lleva mucho tiempo, habrá que intentarlo.