Un repaso para entender la razón de “El ojo que llora” y sus ataques
En los casi veinte años que la escultura El ojo que llora lleva en el Campo de Marte, en el distrito de Jesús María, la controversia nunca ha dejado de estar presente en este memorial dedicado a las víctimas de los años del terror en Perú.
Se cuenta que luego de visitar la muestra fotográfica Yuyanapaq (Para recordar), inaugurada en 2003 junto con la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, la escultora de origen holandésLika Mutal supo inmediatamente que la piedra que años antes había encontrado abandonada cerca de un cementerio prehispánico serviría para honrar a las víctimas. Mutal utilizó la piedra para representar a la Pachamama, la Madre Tierra, e incrustó otra al centro de ella para representar un ojo desde donde brota agua. Esta pieza principal está rodeada de un laberinto de once círculos concéntricos hechos de cientos de cantos rodados, y en cada uno está escrito el nombre, la edad y el año de la muerte de cada víctima consignada en la lista presentada en el informe mencionado.
Mario Vargas Llosa, en su columna de El País del 14 de enero de 2007, insta de manera tan lúcida como profética a visitar la pieza y la describe como “uno de los monumentos más bellos que luce la ciudad y, además, hay en él algo que perturba y conmueve”. Vargas Llosa añade: “Pero, apresúrese. Porque no es imposible —el Perú es el país de todos los posibles— que una singular conjura de la ignorancia, la estupidez y el fanatismo político acabe con él”. Pues esta semana, la Municipalidad de Lima ha hecho alarde de tal conjuro y le ha solicitado al Ministerio de Cultura la demolición del monumento ya que el ultraderechista alcalde de la capital peruana no puede hacerlo motu proprio porque fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2022.
Como se ha adelantado al inicio, la controversia y los ataques no son nuevos. No obstante, cuando el memorial se inauguró el 28 de agosto de 2005 para conmemorar el segundo aniversario de la entrega del Informe Final —una fecha con un significado especial para las víctimas y sus familiares—, la reacción ante el monumento financiado como una iniciativa privada fue positiva. Los primeros ataques llegaron, sin embargo, cuando se supo que entre los 32.000 nombres de las victimas también estaban consignados los de 41 senderistas que habían sido exterminados en el penal Castro-Castro en 1992. En noviembre de 2006 la Corte Interamericana falló que, al haber sido víctimas del Estado, debían recibir reparación y sus nombres debían ser incluidos en el monumento. Fue entonces cuando se hizo público que ya estaban allí y comenzaron los llamados a su demolición. El entonces presidente Alan García fue muy crítico del pedido de la Corte Interamericana, y Mutal declaró que de haber sabido que esos nombres estaban en la lista no los habría incluido.
A pesar de todo, siguen allí. Es por ello que personajes ligados a Renovación Popular —el partido del alcalde— como el congresista Jorge Montoya, describió en 2021 a El ojo que llora como “monumento proterrorista”. Años antes, en setiembre de 2007, cuando Alberto Fujimori fue extraditado de Chile al Perú, una serie de vándalos ingresó al recinto monumental a punta de pistola, roció la piedra central con pintura naranja y destruyó algunos de los cantos rodados con los nombres de las víctimas. Unos días más tarde, Keiko Fujimori marchó con sus simpatizantes sobre las piedras y destruyó algunas más.
A partir de ese momento se colocó una reja en el perímetro, pero esto no evitó que se dieran nuevos ataques vandálicos en 2008 y en 2009. La piedra que sirve de ojo fue arrancada de su nicho justo el día de la defensa de Fujimori en el caso que le siguió el Estado peruano, y en el que se le encontró culpable de crímenes de lesa humanidad. En 2014, 2017 y 2018 se produjeron más agresiones y, si bien ahora los ataques se arropan en la formalidad, no dejan de ser vandálicos, ya que buscan destruir un espacio de memoria que sirve para honrar a quienes perdieron la vida en los años del terror.
Las sociedades que han pasado por traumas como los vividos en el Perú necesitan espacios como El ojo que llora para aglutinar la memoria y recordar lo sucedido. A su vez, buscan reparar las relaciones dañadas por la violencia, así como promover la reconciliación. La Corte Interamericana ordenó que ese espacio se utilizara para honrar a las víctimas de casos emblemáticos y el Estado peruano ha dicho de manera formal, más de una vez, que no es necesario hacer otro memorial que contenga nombres, porque este ya existe.
Cada 28 de agosto, El ojo que llora se convierte en el epicentro de las actividades por la memoria de los familiares de las víctimas, pues la participación de los familiares en actos de reivindicación constituye otra manera de lograr la reconciliación en sociedades fracturadas: en el monumento creado por Mutal, los familiares de las víctimas tienen un lugar donde dejar una flor, una carta, una tarjeta, además de un espacio que complementa la fecha a conmemorar. Pero ningún proceso de memoria es estático. Se trata de una dinámica compleja y teñida por la política que puede desatar lo más terrible en una sociedad, sobre todo cuando la violencia que se vivió no ha sido procesada.
Cada generación debe luchar por preservar la memoria de aquello que lo impactó, pues siempre habrá quien quiera desvirtuarla, en especial los perpetradores de la violencia, acompañados de quienes piensan que el olvido es conveniente. Es por ello que todos los que queremos defender la memoria colectiva debemos alzar nuestras voces cada vez que se intente un nuevo atropello como este.
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Haciendo una analogía con lo ocurrido en pandemia —situación poco común—, se obtuvieron muchas lecciones a partir de lo vivido, es decir desde la evidencia, el aprender de las soluciones, de los intentos fallidos y del origen, nos permite superar con rapidez situaciones similares. Ese espacio de reflexión y análisis fue la CVR, y el espacio que recordará a futuras generaciones el estudiar los hechos para no repetirlos es el mencionado junto con el Lugar de la memoria. Los que se oponen a ello —siguiendo la analogía con la pandemia del COVID19—, vendrían a ser los defensores de conspiraciones, consumidores de noticias falsas, conservadores extremos que dan la espalda a la crítica basada en ciencia y evidencia.
Creo que pasaste el covid en Groenlandia, te aviso que aqui murieron 200,000, tres veces más que el segundo país, aquí las tesis conspiranoicas fueron ciertas, mientras la masa amaestrada por Vizcarra daba cacerolasos, esos conspiranoicos denunciaban en Willax todas las noches los muertos, la compra absurda de pruebas rápidas que no servían, la falta de ventiladores, oxigeno, etc, mientras el resto aplaudía como foca tal como inducían los canales de TV y la prensa manejada por la caviarada, puesta al servicio y protección de su socio de turno Vizcarra… por él saliste a marchar en Groenlandia, no te olvides de eso. Luego con el vago de Sagasti, esos mismos conspiranoicos denunciaron que Sinopharm eran una basura, y la oenegera primer ministran, torpe y limitada en todo, defendió junto con esa misma prensa a esas vacunas basura., hasta que la presión hizo imposible continuar cuando ningun pais del planeta usaba esa porquería. Como dije, agradece que gracias a Willax te iban a vacunar con sinopharm hasta que cumplas 85 años.
impecable respuesta Miguel Calderon me has hecho reir….. Pero agudo eso de la izquierda caviar protectora de Vizcarra, así fue los canales caviares 2, 4,5,7,N y 9, junto con toda la izquierda Sigrid, Belaunde, etc, defendiendo cerradamente las vacunas chinas y acusando a Beto Ortiz hasta de traidor a la patria…que vergüenza de gente.
1.Fujimori nunca fue condenado por delitos de lesa humanidad, ese delito no existe en la legislación peruana, pero esta es una de las tantas mentiras de la izquierda peruana.
2. Es falso que el informe y el Ojo hayan sido algo “significante para las víctimas y sus familiares”. Por el contrario, el FENAVIT siempre ha rechazado el informe CVR y el Ojo, al igual que su declaración como patrimonio cultural por el comunista Castillo en el 2022, (que raro que esté alineada con eso también).
3.La CVR y su informe han sido un fracaso absoluto. Después de 20 años no han reconciliado a nadie y la prueba es que el Ojo, no es valorado por la ciudadanía. El escandaloso sesgo ideológico del informe, como el de sus promotores socialistas y caviares, su notoria parcialización y múltiples falsedades, respondieron a objetivos políticos de la izquierda, que lo diseñó y elaboró, para destruir al Fujimorismo, que fue el gran vencedor de los comunistas de SL y Mrta. Y esto la población lo ha entendido fácilmente.
4. No sorprende que para Ud, como para la CIDH, que es nido y guarida de socialistas, sea correcto que el nombre de esos asesinos esté junto al de sus víctimas. Son iguales??? Los errores o excesos de la lucha antisubversiva, que fueron mínimos en 20 años, debieron tratarse puntualmente con juicios y sanciones ejemplares, pero de ningún modo equiparando a la víctima con el victimario.
5.Aquí reside la indignación de la amplia mayoría, por eso que LUM, CVR y Ojo son absolutamente irrelevantes para los peruanos, y muchos queremos que desaparezcan. Y si desaparecen, a nadie le interesará salvo a la izquierda activista, como tu comprenderás.
6. Nadie quiere olvido. Los que se rechaza es la imposición de una post verdad, lo que no se quiere es el uso político ni que se insulte la memoria de las víctimas… si va a ser de esta manera, que se destruya mejor. Promuevan una consulta ciudadana, y que sea el soberano el que decida, esa será la mejor prueba del «exito» de la CVR y sus monumentos.
7. La existencia o no de un monumento, no genera olvido necesariamente. Mas importante es cuidar que el memorial no sea utilizado para mantener la división y el enfrentamiento entre peruanos, lamentablemente, en eso gana la izquierda, hasta con el intento del actual alcalde.
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PD Oiga a usted se le aplica ese dicho del pato…..si habla, piensa y escribe como socialista, es….. ah pero dice ser liberal, claro claro de la escuela de Chicago debe ser.
Me parece que 41 nombres no pesan en los más de 30,000 nombres de las víctimas inocentes…. Es una acción matonesca, el pretender eliminar 7n monumento histórico, por parte de un grupo de desadaptados mental y socialmente….
No es un tema de pesos, sino de dignidad y justicia. Anda pon en Nueva York, en el memorial del 11-set. el nombre de los terroristas de al Qaeda junto con los 5,000 inocentes asesinados y di total «20 árabes no pesan» «que se reconcilien» «actitud matonesca» «conflicto armado interno» y la sarta de barbaridades que salen de la boca de varios rojos, tan próximos en simpatía con esas lacras …..y después imploran …. «no terruqueen», cuando se lo ganan a pulso.
Simple: muchos peruanos sienten indiferencia hacia el Ojo que Llora porque es un «libro de historia» escrito sin la «distancia del tiempo». Vamos, que es más activismo político que «historia»… como el abuelito que cada almuerzo familiar alaba al general Odría, maldice a los «búfalos», y lamenta «que Velasco fue un baboso, el año 73 debió atacar Chile hijito, nuestros Sukhoi podían reventar a esos rotos en Santiago, hijito, de veras… recuperábamos Arica y Tarapacá…»
Es claro que ese abuelito es la persona menos indicado para escribir un libro de historia…
Lo mismo pasó con la CVR, el Ojo que Llora, y el propio Museo de la Memoria: no han sido producto de una gran corriente de pensamiento ciudadano -inexistente en el Perú- sino apenas el triunfo de un programa de una élite política («desde arriba») para «crear una memoria colectiva» similar a la que se creó en otros países como Argentina, Chile, o Sudáfrica.
Y aquí empezó quizá el defecto clave de la CVR. La meta no era tanto analizar lo ocurrido durante los años de violencia terrorista sino fijar una «verdad oficial» incuestionable… peor aún, tratar de fijar «verdad oficial» que todo peruano acepte, sin crítica, sobre hechos ocurridos hacía menos de diez años. Que la CVR sea promovida en el contexto de un gobierno tan antifujimorista como el de Alejandro Toledo, con una amplísima campaña mediática a favor, y con la indignación de los «vladivideos» aún reciente, ya auguraba un análisis más político que histórico, con activistas ansiosos de igualar -como sea- la autocracia de Fujimori con los regímenes de Pinochet o Videla. Y cada análisis independiente del Informe Final de la CVR estaba condenado de antemano como «escoria de la mafia fujimontesinista» al apartarse de «La Verdad». De hecho, sigo pensando que la CVR nació gracias a la caída de Fujimori el 2000, y apenas dos años después, se quiso escribir la «historia definitiva».
A diferencia de lo ocurrido en otros países, SL y el MRTA empezaron su violencia contra gobiernos democráticos (malos o pésimos, pero elegidos por las masas) y el Informe lo deja de lado por cuestiones políticas. Se daba superficial atención a lo ocurrido entre 1980-1990 y se explica pues en esa época gobernaban partidos que, el 2003, aún tenían notable fuerza parlamentaria, la atención mayor era al periodo 1990-2000.
Cosas que no aparecen en el informe: cómo acciopopulistas pidieron que fuerzas especiales de la Marina, sin entrenamiento antiterrorista, asuman el poder en Ayacucho en 1982… cómo la izquierda peruana aceptaba en su prensa 1989-1985 que «la violencia es necesaria para destrozar la democracia burguesa y el establo parlamentario» (sí, en 1992 dirían cosas muy distintas)… o cómo el primer aprismo impidió toda investigación sobre la matanza de Cayara.
Lo digo y reitero. Si me piden «comprender» o «entender los motivos ulteriores» de Osmán Morote o Martha Huatay, empiecen por aceptar que Santiago Martín Rivas pase sus últimos años criando canarios y regando geranios en casa…