Mucho colorido, y también sufrimiento


Un estudio nos señala por qué debemos ser más empáticos con la comunidad LGBTI+


Cuando pensamos en poblaciones vulnerables, solemos evocar a los adultos mayores, a los pueblos originarios o a las personas cuya salud está afectada. Raramente pensamos en quienes han optado por preferencias de género diversas.

Lo cierto es que muchas y muchos en quienes pensamos cuando nos referimos a comunidad LGBTI+ terminan siendo parte de las poblaciones vulnerables. Sea por motivos de salud, o porque resultan afectados por la estigmatización y el autoritarismo que todavía campean en nuestras sociedades, hay seres humanos como cualquiera de nosotros que viven con niveles de bienestar que cuelgan de un hilo; que son, simplemente, infelices.

Con estas premisas, en el IEP consideramos importante investigar cómo había impactado la pandemia de Covid-19 en personas de los colectivos LGBTI+ en Colombia y Perú, y si el uso de internet les había ayudado o perjudicado.

Lo primero que tenemos que decir es que desde un inicio fue muy difícil llegar a ellas, ellos y elles, lo que motivó que intentáramos un mecanismo novedoso para recoger información: una encuesta vía Facebook. El ejercicio fue poco exitoso, si se juzga por el número de personas que accedieron a responder, pero resultó muy valioso en términos de la información que fue compartida y cuyo detalle puede encontrarse aquí.

En esta oportunidad, comentaré sobre dos aspectos: la salud y la discriminación en internet.

Sobre el primer tema, hay que decir que Colombia es uno de los países líderes de América Latina en materia de legislación y políticas de protección de los derechos de las personas de la comunidad LGBTI+, ya que se les reconoce el derecho a la igualdad, el derecho a la salud y el derecho al libre desarrollo de la personalidad, lo cual incluye el derecho a elegir la identidad propia. Esto contrasta con la situación en el Perú, pues el Estado peruano es incapaz de reconocer su identidad: ya que no existe un procedimiento administrativo para que modifiquen su nombre en el documento nacional de identidad (DNI), el único camino es seguir un proceso judicial, y estos procedimientos se estancaron durante la pandemia. 

El cuestionario incluyó preguntas sobre si habían padecido algún problema de salud previo a la pandemia. En ambos países, la mayoría de personas indicó haber padecido de enfermedades de salud mental, como depresión, ansiedad y otras. Según el Informe Anual de Derechos Humanos de Personas LGBTI+ (2020), el 45 % respondió que no pudo acceder a tratamientos de salud mental. Esto constituye una alarma muy sonora.

Muchos de nuestros encuestados utilizaron internet para concretar citas médicas preventivas, o para recibir ayuda para el tratamiento del Covid-19, así como para iniciar o continuar con tratamientos de salud mental. Así, el uso de internet ayudó a eliminar no solo la posibilidad de contagio ante el coronavirus, sino también a agilizar el proceso beneficiando al usuario. Pocos manifestaron haber utilizado internet para empezar o continuar con tratamientos contra enfermedades de transmisión sexual, o tratamientos por enfermedades crónicas. 

Sobre el segundo tema —la discriminación—, los testimonios son dramáticos y mucho más frecuentes entre peruanos que entre colombianos. Ante el acoso, discriminación y/o violencia en plataformas digitales que manifestaron haber sufrido, varios declararon haber tenido ideas suicidas y/o intentos de suicidio, sentimientos de culpa o de inutilidad y/o impotencia, sentimientos de exclusión o de aislamiento social, dificultad para concentrarse, falta de apetito o haber comido en exceso, rabia y dificultades para dormir. 

Si recordamos el jugo de la semana pasada, nos queda la tarea de diseñar mejores políticas públicas para atender a las poblaciones vulnerables, sobre la base de una emoción humana básica: la empatía.


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