Los secretos del congresista grinGO


Una aproximación a la inverosímil historia de George Santos


Hace algunas semanas conté en esta columna la historia de éxito de Robert García, un inmigrante peruano abiertamente gay que acaba de juramentar como congresista en Estados Unidos, convirtiéndose así en el primer compatriota en llegar a la Cámara de Representantes de ese país. En esa misma elección también fue elegido George Santos, que,  al igual que García, es un inmigrante latino abiertamente gay, solo que de origen brasileño.

Hoy les contaré más sobre George Santos, el inicio de su sueño americano… y su abrupto final.

Curiosamente, a diferencia de García, George Santos llegó al Congreso de la mano del Partido Republicano, un partido conservador que suele ser hostil frente a la inmigración y a los derechos LGBT. Además, había logrado ser elegido en New York, una ciudad que suele votar mayoritariamente por el Partido Demócrata (en su distrito, Biden ganó la elección del 2020 con holgura). 

Todo esto hizo que el perfil de Santos llamase la atención de dos periodistas del New York Times, que decidieron escribir una crónica sobre el personaje. Ya saben, la típica nota donde se destacan las peculiaridades de su perfil político, se entrevista a algunos amigos y excolegas para conocer un lado más humano, y se analizan sus experiencias laborales y públicas para intentar adivinar cómo será su trabajo como congresista. ¿Será un representante moderado o conservador? ¿Cómo votará en asuntos vinculados a la migración? ¿Buscará construir consensos o será un opositor radical? ¿Cuáles son sus temas de interés? ¿Qué lo llevó a participar en política? Ese tipo de preguntas que siempre surgen cuando una persona practicamente desconocida llega a un puesto de poder.

En su campaña, Santos buscó personificar el sueño americano. Como migrante, había dejado Brasil para buscar un futuro mejor. Se había esforzado muchísimo, siendo un alumno destacado de Finanzas en Baruch College. Su esfuerzo rindió frutos, pues le permitió conseguir trabajos soñados por muchos en el Citigroup y en Goldman Sachs, mecas del capitalismo neoyorkino. Con importante éxito y fortuna personal, Santos también mostró su lado más humano, contando sobre cómo había fundado “Friends for pet”, una organización de defensa de los derechos de los animales que había salvado a innumerables perros y gatos abandonados.  

Estábamos ante un perfil perfecto para alguien que quisiese entrar a política…. hasta que se descubrió que todo lo dicho por Santos sobre su vida era mentira. No estamos hablando de algunas exageraciones o imprecisiones: todo era groseramente falso, como corroboraron los periodistas del New York Times cuando empezaron a trabajar en su crónica.

Como demostró la investigación, Santos no dejó Brasil por buscar una mejor vida. Lo hizo perseguido por la justicia de su país, al estar involucrado en el robo de una chequera que le pertenecía a un hombre mayor enfermo, al cual su madre cuidaba, y con la que hizo muchas compras fraudulentas. En su momento, Santos reconoció el delito, pero desapareció del país rumbo a su nueva vida en los Estados Unidos.

Santos tampoco estudió donde dijo estudiar, y menos trabajó para el Citi Group y Goldman Sachs. Y, que se sepa, no ha salvado a un solo amigo del hombre, pues la asociación “Friends for pet” nunca existió. Las mentiras se siguen acumulando sobre su patrimonio familiar y su supuesto éxito económico, incluso mintió cuando señaló que sus abuelos eran judíos sobrevivientes del holocausto. Mientras más se investiga, más mentiras se le descubren.

La pregunta que se hacen muchos frente a esta historia inverosímil es: ¿cómo es que esto recién se conoce ahora? Santos burló los filtros de su partido para postular, burló las típicas investigaciones que realizan los otros candidatos para encontrar los puntos débiles de sus rivales, burló a la prensa y, finalmente, a los electores. 

Hay muchas explicaciones posibles, como la crisis económica por la cual atraviesa el periodismo local, el cual no cuenta con los recursos para investigar a los candidatos de sus circunscripciones. Además, los grandes medios solo prestan atención e invierten en las grandes noticias nacionales  (el New York Times solo se ocupó de Santos cuando ya era congresista y una figura política de relevancia).

Creo, sin embargo, que el tema de fondo también tiene que ver con algo que forma parte de la cultura legal norteamericana: la confianza en el otro. A diferencia de sistemas en exceso formales como el peruano, donde lo que prima es la desconfianza, el valor de la palabra sigue siendo uno de los elementos centrales de cómo funcionan las cosas en Estados Unidos.

Les pongo un ejemplo con el trámite para contraer matrimonio. En el Perú se requiere: partida de nacimiento de los contrayentes, copia autenticada por el fedatario municipal del DNI de los contrayentes, dos testigos, copia autenticada por fedatario municipal de los DNI de los testigos, declaración jurada de los testigos de conocer a los contrayentes, certificado médico de los contrayentes, declaración jurada del domicilio actual de los contrayentes, declaración jurada del estado civil actual de los contrayentes y la publicación del edicto matrimonial en un diario al menos ocho días antes del matrimonio. 

Cuando me casé en New Haven, Connecticut, mi esposo y yo solo tuvimos que llevar nuestros documentos de identidad, llenar una ficha con información (nombres completos, dirección, etc.) y jurar ante la funcionaria que la información colocada en el documento de una cara era cierta. Y listo, habíamos terminado el papeleo para la ceremonia.

El todavía congresista se aprovechó de ese sistema basado en la confianza y mintió de forma grosera. Pero en un país como Estados Unidos, esas mentiras suelen tener patas cortas. La prensa, aunque con cierta demora, hizo el trabajo que los partidos políticos no hicieron. Por el momento, Santos sigue siendo parte de la Cámara de Representantes, aunque su futuro político ya no parece tan prometedor como hace algunas semanas:  independientemente de los procesos judiciales y políticos que puedan iniciarse en Estados Unidos, desde Brasil se ha anunciado que se iniciarán pronto los pedidos de extradición.

¿Qué consecuencias tendrá en el sistema político estadounidense este caso? La confianza seguirá siendo un elemento importante del sistema, pues es parte intrínsica de la sociedad, aunque probablemente se creen mejores filtros en los partidos y la prensa tal vez estará más avispada para detectar a quienes quieran burlarla.

Post scriptum: Cuando ya había entregado el artículo de hoy, llegan las terribles noticias desde Puno. Es irrelevante cuál sea nuestra posición política o ideológica: ningún peruano debe morir por ejercer su derecho a la protesta. Los casos de violencia deben ser reprimidos con proporcionalidad y juzgados de acuerdo a ley. Se debe poner fin a este horror y exigir que se esclarezca cada uno de los casos. La represión indiscriminada alimenta la violencia y el caos, y erosiona nuestra democracia.


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