Marcos Cueto y sus lecciones para enfrentar la investigación histórica (parte 2)
Juan Antonio Lan es autor de Sida y temor (2021) y estudió el pregrado en la PUCP y Maestría en Historia en la FLACSO-Ecuador. Se desempeña como analista de gestión académica en la Universidad Antonio Ruíz de Montoya y administra la plataforma digital El Reportero de la Historia.
En la columna anterior comenté la primera sección del libro Guía para escribir Historia de Marcos Cueto y su innegable utilidad para aquellos que desean iniciarse como historiadores e investigadores. Ahora me enfocaré en el aporte de las biografías para la historia de la ciencia.
De acuerdo con Cueto, casi todos los historiadores tienen mucho de biógrafos, aunque no lo quieran reconocer. Las vidas de científicos, médicos, profesionales de la salud, curanderos y hasta charlatanes son parte de la historia de la ciencia. La narración de las vidas de estos presenta a los lectores el contexto de la época en la que se dan los avances científicos y médicos.
En el libro, Cueto nos presenta consejos que debemos tomar en cuenta si queremos ser biógrafos, pero estas herramientas también pueden ser útiles para aquellos lectores que desean adentrarse en las biografías. Para reconstruir la vida de un individuo debemos considerar cómo este impactó en su entorno profesional, político, familiar y/o cultural. Es decir, entender de qué manera influyó en su medio. Es vital para el biógrafo y, también, para el lector, siempre considerar el orden de los sucesos en la vida del personaje y su respectiva narración. Además, hay que tener claro el propósito del texto final, pues según el formato pueden primar maneras distintas de presentación y escritura. Tampoco es obligatorio resaltar todos los momentos del perfilado, sino aquellos que fueron trascendentes o críticos, como adversidades, dilemas y soluciones. De esta manera la biografía, más que ser una simple descripción sucesiva de la vida de un individuo, se convertirá en una narración que visibilice sus avances y retrocesos.
El libro de Cueto nos invita a entender las biografías como elementos claves dentro de la ciencia y la medicina. Sin embargo, escribirlas no es una actividad reciente, existen desde los tiempos de los clásicos romanos. A pesar de su antigüedad, la biografía también cuenta con detractores, que la consideran un género carente de rigurosidad, más cercano la literatura que a la historia. Entre sus críticos encontramos a seguidores del marxismo y la escuela francesa de los anales, quienes argumentaban que la biografía no prestaba importancia a temas sociales y económicos, así como elementos de clase, raza y género. Por esta razón se dejaron de lado a los médicos héroes con grandes hazañas y se ampliaron los protagonistas de la historia de la ciencia al incorporar a las mujeres, los curanderos e incluso aquellos a quienes se denominaba charlatanes.
Como escritores y lectores de historia, hay que tomar en cuenta que la biografía no solo da luces sobre las vidas de otros, sino que se encuentra dentro de la perspectiva de la historia global. Así, las biografías nos conducen a abandonar las dualidades como ‘centro’ y ‘periferia’, que suponen que algunos son los emisores y otros los receptores de la ciencia o la medicina. Por el contrario, es en la vida de las personas donde vemos que los avances científicos y médicos se dan a través de intercambios, entrelazamientos, articulaciones, encuentros y desencuentros en culturas o espacios geográficos diferentes. Con respecto a esto, Cueto complementa y, haciendo una síntesis, muestra que una historia no solo puede escribirse a partir de la vida de las élites profesionales, sino también de aquellos que se encuentran en los márgenes, como sanadores, médicos provinciales y viajeros que divulgan o se apropian de los quehaceres científicos oficiales que vienen de ciertas ciudades o países. Las biografías de estos sujetos enriquecen y complejizan el panorama.
Finalmente, desde mi perspectiva, ser biógrafos también es parte de nuestro oficio, porque es el medio con el en que reconstruimos una época, sus discursos y la cotidianidad a partir de las vidas y trayectorias particulares. Es decir, la biografía es útil también para adentrarnos en el plano íntimo y el aspecto colectivo de la sociedad, observando el lado más humano en la historia de la ciencia. Escribirlas y publicarlas no hacen al historiador menos riguroso, pues hay formas de realizarlas que nos retan a entender la complejidad social, política y de las ideas. Así, si bien es cierto que las recomendaciones que da Marcos Cueto son para historiadores y científicos sociales que desean realizar biografías, también pueden servir al lector para observar con ojos más críticos este género que muestra la vida de los otros.
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Cómo reconstruir una historia y las personas de una historia, o sea biografía no es nada fácil, en este libro el Prof. Marco Cueto nos enseña en primer lugar cómo ser buen historiador y luego un buen biógrafo. Hay muchas biografías pero no todos ellos tienen su correspondiente importancia y creo que después de leer este libro del Prof. Cueto un historiador tiene más clara idea de interpretar, contar y escribir tanto una historia como una biografía.