Las producciones que no vendrán


O por qué la ley Tudela no servirá ni para lo que dice que servirá


Rafael Franciosi Tovar estudió Filosofía y Cine en la universidad de Estrasburgo, Francia. Tiene más de diez años de experiencia como jefe de producción y de locaciones en rodajes de películas de ficción. Ha trabajado con directores como Guy Ritchie (Sherlock Holmes: Juego de sombras), Wes Anderson (La Crónica Francesa) y Ridley Scott (El último duelo).


El papel lo aguanta todo. Después de varios años trabajando en producciones cinematográficas, esa es la impresión que me deja la lectura del proyecto de ley N° 5903/2023-CR o Nueva Ley del Cine. Es decir que, para legislar, no es necesario conocer la realidad. Y, en este caso específico, que para legislar sobre cine no es necesario saber lo que es el cine ni cómo funciona la industria cinematográfica.

Que la naturaleza del cine sea mestiza, compuesta por arte e industria en proporciones similares, no es algo que los congresistas que presentaron este proyecto tengan presente. Pero lo preocupante no es que tengan una idea puramente mercantilista de lo que es el cine. Lo peor es que ni siquiera se hayan tomado el trabajo de plantear una estrategia mercantilista adaptada a esta industria. 

Sobre los efectos nefastos que esta ley podría llegar a tener ya se han pronunciado voces importantes del sector. La productora Carolina Denegri nos recuerda que, para iniciar la producción de una película, resulta casi indispensable que el país de origen otorgue financiamiento a sus realizadores. Por su parte, el Ministerio de Cultura califica el proyecto de inviable y señala que recortar la subvención otorgada desincentivaría la producción en el país. Y para el director y productor Joel Calero, esta es una ley que quiere ver el cine solo como un negocio, para promover que el Perú sea un destino de filmaciones extranjeras.

Justamente el tema de las filmaciones extranjeras —que tanto enfatiza el proyecto de ley— es el que menos atención ha recibido. Es cierto que para hacer una película el argumento financiero es clave. Sin dinero, no hay película. Sin embargo, es un error creer que basta con otorgar incentivos económicos para atraer producciones internacionales. Los incentivos son solo uno de los criterios que se toman en cuenta al momento de escoger un destino cinematográfico. Es el más obvio, pero no el único relacionado con el aspecto financiero. 

Desde el punto de vista de una producción internacional, el primer criterio, en el orden cronológico del proyecto, suele ser la existencia de un interlocutor capacitado o comisión del film. La misión de esta institución es promocionar los recursos visuales (paisajes naturales y urbanos), los técnicos (material específico), los humanos (profesionales con experiencia en cine) y los logísticos (la capacidad de un territorio para acoger un rodaje). Su labor incluye coordinar el trabajo entre los diferentes actores de la industria —organismos públicos y privados, proveedores de servicios, trabajadores, etc.— y servir de intermediario entre la producción y el territorio. El rol que cumple es clave para la producción. Y si aparece, secuencialmente, en el primer lugar, es porque las comisiones más activas están presentes en la mayor cantidad posible de festivales y mercados del cine. Es decir, ahí donde empiezan a gestarse y consolidarse los proyectos.

La creación de una comisión fílmica en el país está en curso. Mientras tanto, la iniciativa Film In Peru de Promperú parece haber entendido la importancia de las locaciones. Estas constituyen otro de los criterios decisivos para las producciones internacionales. Sin locaciones, tampoco hay película. Y aunque es cierto que, en términos de diversidad geográfica y paisajística, nuestro país no tiene nada que envidiarle a otros, es un error confundir la promoción de atractivos turísticos con la de locaciones. Un error recurrente, además, en el que caen el proyecto de ley y también Film In Peru. En el cine, las locaciones tienen que ajustarse tanto al criterio artístico del director como al financiero del productor. Y, si estos son extranjeros, solo podrán saber que tenemos lo que buscan con la ayuda de un catálogo de locaciones hecho con fines cinematográficos, no turísticos. 

Así como con los recursos visuales, también es importante promocionar los recursos humanos disponibles. Las producciones internacionales se desplazan con una parte del equipo y contratan el resto en el país del rodaje. Esto obedece, primero, a razones financieras, pero también pragmáticas. El volumen del trabajo en un rodaje no es constante y depende en gran medida de la complejidad de cada escena. Hay días en los que es necesario duplicar la cantidad de miembros de ciertos departamentos, y otros en los que solo se requieren algunos refuerzos. Para que esta dinámica funcione es necesario contar con suficientes profesionales competentes en el territorio en el que se está haciendo la película. En otros países se suele crear una base de datos para simplificar el acceso a esta información.

Estos son tres de los criterios más importantes que una producción internacional toma en cuenta al momento de escoger un destino. Una institución que sirva a la vez de interlocutor e intermediario entre la producción y el lugar en el que se llevará a cabo el rodaje constituye un ahorro significativo de tiempo, trabajo y dinero. Ocurre lo mismo con el catálogo de locaciones y la base de datos de profesionales del sector. Si estos elementos no existen o no están a la altura del desafío que representa un rodaje de una cierta envergadura, las posibilidades que tenemos de atraer producciones internacionales disminuyen. Incluso si intentamos compensar esas carencias con incentivos económicos. Porque los países que sí cumplen con esos criterios también otorgan incentivos. Y porque, generalmente, lo que se gasta en términos de desplazamiento y manutención del equipo extranjero, búsqueda de locaciones y contratación de mano de obra local suele exceder el monto de los incentivos. 

Entonces, ¿cómo se consigue crear una comisión fílmica capacitada, un catálogo de locaciones adaptado a los criterios cinematográficos y una oferta laboral de profesionales con experiencia específica en el sector? No hay fórmulas mágicas. Esto solo se logra fortaleciendo la industria local, a nivel regional y nacional, que es justamente lo contrario de lo que la aplicación del actual proyecto de ley conseguiría. De tal modo que ningún incentivo económico logrará atraer proyectos internacionales, por lo que esta ley ni siquiera serviría para lo único que en el fondo intenta servir. 


¡Suscríbete a Jugo y espía EN VIVO cómo se tramó este artículo! Nuestros suscriptores pueden entrar por Zoom a nuestras nutritivas —y divertidas— reuniones editoriales. Suscríbete haciendo clic en el botón de abajo.


1 comentario

  1. Mariano Calderon

    Como que la ley no sirve para el fin que dice???? Si el fin claro es que la manga de argolleros de deje de beneficiarse indebidamente de nuestros impuestos bajo la excusa de filmar unos bodrios ideologizados que no sirven para nada, que nadie ve ni a nadie le interesa. Como los cientos de estudios de todo que llenan anaqueles de los ministerios copados por sus amigos como el Ministerio de Cultura, Midis, Mujer y otros, o como también roban en universidades bajo la misma modalidad.
    Ese es el gran objetivo de la ley….para que se enteren y vayan buscando un trabajo decente y honrado, que los impuestos de la gente deben ser utilizados en cosas útiles para la población y no en los caprichos de estos «cineastas» que son mas malos y que luego deben pagar en las calles con marchitas y activismo….. de risa leer esta notita de quienes protegen a estos vividores.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

3 × 5 =

Volver arriba