Unir con dos ruedas batallas, deporte y ciencia
Para cuando lean estas líneas estaré en medio de una bicicleteada entre Jauja y Huancayo organizada por la Universidad Continental de Huancayo. Cientos de jóvenes estarán uniendo acompañando en este trayecto a cuatro ciclistas de élite a quienes yo también acompaño en algunas de las rutas que atravesaron los libertadores durante las guerras de la Independencia.
“Vamos en busca del pasado para descubrir el presente”, es como resume Marco Zileri el propósito de este viaje en el que nos encontramos uniendo historia, deporte, investigación médica y observación geográfica.
Hace unos años, Marco y yo caímos en cuenta de que compartimos la misma pasión por los campos de batalla y coincidimos en la importancia de entender el espacio donde han sucedido los hechos. Yo venía de visitar Chacabuco, al norte de Santiago de Chile, donde los hombres de San Martín dieron batalla en febrero de 1817 al concluir el cruce de los Andes desde Mendoza, en tanto Marco acababa de quedar impactado por las descripciones de la batalla de Waterloo en Los Miserables de Víctor Hugo.
Aquella fue la semilla de la aventura en la que hoy nos encontramos. Mientras Marco montaba bicicleta diariamente por la ciudad de Lima para llegar a la revista Caretas, sin poder de dejar de pensar en las guerras de la Independencia, un día se preguntó por qué no hacer una Ruta del BICIntenario que uniera en dos ruedas los campos de batalla para entender in situ lo que significó la epopeya de trasladar a miles de soldados por una de las geografías más desafiantes del planeta.
Con su larga experiencia en el periodismo, Marco sabía que –como Vargas Llosa dijo– una vez que tienes el título, tienes la nota. De esta manera puso manos a la obra. Comenzó reclutándome, algo que no le fue muy difícil, porque imaginarme en los campos de batalla fue algo que me entusiasmó de inmediato.
Su idea inicial era empezar por el sur: subir desde Arequipa a Puno, pasando por los campos de Umachiri y proseguir por los de Guaqui y Zepita al borde del Lago Titicaca. Si bien estas no son las batallas más conocidas, a mí me apasionan por la importancia que tienen para entender los inicios de la guerra en el sur del Perú.
La especialista en aves Letty Salinas y yo íbamos a volar a Puno, mientras Marco iba a hacer ese viaje en bicicleta. Ya teníamos los pasajes comprados cuando, en medio de su entrenamiento, un camión de construcción atropelló a Marco a la salida de la playa El Silencio, en Lima.
Con la pierna de Marco en pedazos, todo parecía indicar que la Ruta del BICIntenario no llegaría a hacerse realidad, pero su pasión y terquedad lograron que durante los meses de recuperación –a los que se sumaron los de la pandemia– el círculo de esta aventura se ampliara. Pensó en reclutar a nuevos entusiastas y se contactó con Eric Bauman, un enamorado del ciclismo de ruta que enganchó inmediatamente con la idea. Así, Eric trajo a algunos de sus compañeros pedaleros: a Caroline Lindsay, una triatlonista de élite a quien se le conoce por su entrega en las pistas; a Romina Medrano, nuestra campeona nacional en carrera contra reloj, huancaína que a los 14 años se inició en la triatlón y que desde entonces ha conquistado un sinnúmero de títulos, y a Royner Navarro, nuestro primer olímpico de bicicleta, un huantino que dejó en alto el nombre del Perú en Tokio.
Pero los preparativos no quedaron allí. Durante la pandemia, Marco conoció al doctor Roberto Accinelli, el director del Instituto de Investigaciones de Altura de la Universidad Cayetano Heredia, quien, al escuchar los planes, supo que se le presentaba una oportunidad única de estudiar el rendimiento en altura de un grupo muy variado. Accinelli concibió una investigación en la que en estos días nos monitorea a los deportistas y no deportistas durante todo el trayecto. Esto ha implicado sacarnos sangre antes, durante y después de la expedición; vigilar nuestro ritmo cardiaco y la saturación de oxígeno en todo momento, así como nuestra respiración durante toda la noche con un aparato difícil de describir. Al final de cada jornada nos hacen pruebas de esfuerzo respiratorio y llenamos encuestas que dan detalle de nuestros cambios en el sueño y nuestra resistencia a la altura.
Ayer en Cerro de Pasco, a 4.380 metros sobre el nivel del mar, la prueba fue realmente intensa para nuestros centauros modernos. En este segundo día, nuestros pedaleros habían partido de Oyón a las 6:45 am. y remontaron la castigadora Cordillera de la Viuda en poco más de nueve horas con breves descansos. Ha sido, sin duda, la prueba más feroz, atravesando lo que el hijo del general Álvarez de Arenales describió de esta manera en su diario: “Es difícil explicar la extraña y aterrante sensación que se experimenta al atravesar aquellas solitarias eminencias en contacto con la región de las nubes.”
Me llena de nostalgia no estar ahí, la tierra de mis padres.
Que interesante aventura ciclística e histórica. Me quedé con las ganas de seguir leyendo sobre la ruta del BICINTENARIO.
Espero continúen las entregas de Natalia con más de esta desafiante travesía a los campos de batalla para viajar a través de la historia de nuestra independencia.
Marco Zileri
PÁLIDOS, PERO SERENOS
Número que conservo, es de antología.
AVENTURA
Disfrútenlo, cada segundo, Natalia.
gracias Natalia por acompañarnos en la saga… lindo leerte.