La pregunta por Nicaragua


¿Por qué es relevante conocer la posición de los políticos peruanos sobre lo que ocurre en otro país?


Hace poco más de una semana se llevó a cabo un cuestionado proceso electoral en Nicaragua, el cual permitirá que Daniel Ortega ejerza por cuarta vez consecutiva la presidencia de dicho país. No fueron elecciones democráticas, sino una pantomima para camuflar (mal) un grosero acto dictatorial para aferrarse al poder.

Ortega ha seguido al detalle el manual del dictador latinoamericano. Controló el Poder Judicial, logró eliminar la clara prohibición constitucional de reelección inmediata, censuró a la prensa y persiguió periodistas, criminalizó la protesta social y mandó a encerrar a todos los líderes de la oposición que podían amenazar su proyecto autoritario. Y cuando digo a todos, me refiero a todos: siete precandidatos presidenciales de oposición fueron apresados de forma irregular en los últimos meses, utilizando una polémica ley de orden interno dada por el propio régimen. De acuerdo con los cómputos oficiales, Ortega obtuvo el 75.9% de los votos emitidos. Se calcula que el ausentismo ese día fue superior al 80% del padrón electoral. 

La Organización de Estados Americanos (OEA) no ha reconocido el resultado y, en una resolución aprobada por la mayoría de los países —entre los que se encuentra Perú, felizmente—, indica que “las elecciones en Nicaragua no fueron libres, justas ni transparentes, y no tienen legitimidad democrática”. 

El día de las elecciones, el secretario general del partido de gobierno en el Perú, Vladimir Cerrón, tuiteó reconociendo el triunfo de Ortega. Esa no fue la posición oficial del gobierno peruano, el cual publicó a través de Cancillería un contundente pronunciamiento de rechazo a lo ocurrido en Nicaragua. A los pocos días, se desató una controversia grande en Chile porque el Partido Comunista de dicho país se pronunció a favor del régimen nicaragüense y el cuestionado proceso electoral. Hay que recordar que dicho partido es parte de la coalición electoral de uno de los candidatos favoritos en las elecciones chilenas, Gabriel Boric, quien rápidamente salió a desmarcarse de la posición tomada por sus aliados, al igual que varios líderes de su campaña.

A veces, cuando se habla de las dictaduras en Nicaragua, Cuba o Venezuela, algunos señalan que es irrelevante que nuestros políticos opinen sobre realidades más allá de nuestras fronteras, y que deberían de centrarse en lo que ocurre en suelo patrio. Discrepo. Creo que la posición que tomen los políticos respecto a estos casos, o respecto a la erosión de la democracia en Brasil o El Salvador, es muy relevante para nuestro país. 

Porque todos son demócratas… hasta que se aterriza en ejemplos concretos. ¿Podemos confiar en un líder que dice respetar la libertad de prensa, pero apoya a un régimen que encarcela periodistas? ¿Qué garantía tendremos de que ello no se repetirá acá en caso llegue al poder? ¿Se puede apoyar a un régimen con presos políticos y al mismo tiempo pregonar sobre la importancia de la institucionalidad y el consenso político? ¿Se le puede confiar la elección de magistrados del Tribunal Constitucional a una fuerza política que apoya a dictaduras que han subyugado al sistema de justicia, convirtiéndolo en parte de su estrategia política para aferrarse al poder?

Creo que exigir pronunciamientos claros sobre lo que viene ocurriendo con la democracia en otros países es algo muy relevante y revela más que cualquier pregunta hipotética o en abstracto. Permite conocer mejor a quienes buscan alcanzar poder y, en muchos casos, ayuda a estar prevenidos frente a claras y preocupantes amenazas.

2 comentarios

  1. César Polo Robilliard

    Totalmente de acuerdo. Dime con quien andas y te diré quien eres.
    La Libertad es lo más “preciado” del ser humano. Para ello es fundamental la libertad de expresión. Para darle contenido y sustancia a esa libertad los gobiernos deberían priorizar la “ igualdad de oportunidades” basada en el acceso universal a servicios públicos en calidad y calidad. Las diferencias se darían por las habilidades individuales, el esfuerzo y el mérito. Los gobiernos totalitarios como el de Ortega, Maduro y aquellos que se identifican o le dan su apoyo son o serán lo mismo “ Sátrapas” aferrados al poder que oprimen a la población que juraron beneficiar. Se dicen de izquierda al otro extremo también se encuentran los dictadores, versión moderna del Fascismo / Franquismo / Nazismo. Ni uno ni otro ni sus simpatizantes ni los que los eufemismos de esos regímenes.
    Libertad e igualdad de oportunidades para todos sin distinción de ninguna clase. Atrás de un discriminador en libertades y derechos, hay un opresor.

  2. Ana

    Toda la razón, como confiar en quienes solo buscaron destruir la democracia fingiendo defenderla, como confiar en esos políticos de doble discurso.

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