Hasta pronto, Temple


Un sentido adiós a la madre de todas las divas


Giancarlo Mori Bolo es historiador y candidato a Magíster por la Pontificia Universidad Católica del Perú(PUCP). Jefe de prácticas del departamento de Humanidades PUCP en los cursos de Historia del Perú siglo XX, Investigación Académica y Ciudadanía y Responsabilidad Social. Investiga sobre historia de género, sexualidad y masculinidades en el Perú.


El fin de semana pasado perdimos una institución del travestismo nacional. Javier Temple Ugarriza, ‘La Temple’, ya no se encuentra en este mundo, dejando un gran vacío entre las personas que la conocían y las que admirábamos su trabajo. ‘La madre de todas las divas’ fue un ícono de la noche de los años ochenta y noventa, así como un refugio en la vida de muchos homosexuales peruanos. Más allá de resaltar sus inolvidables presentaciones, espero que este pequeño e injusto texto sirva de memoria de su importante lugar en la historia de la diversidad sexo-genérica de fines del siglo XX. 

Poco se sabe de sus primeros años de vida. Nació en 1953 en una familia acomodada y tradicional que residía en una casona de la avenida Brasil, en Magdalena. Es ahí donde, entre un mar de libros y, sobre todo, revistas, muchos recuerdan sus largas conversaciones con La Temple. Quizá por esta razón uno de sus muchos atributos fue el conocimiento y la cultura. La impronta de aquello se vio representada en su personaje, en el que primaban la elegancia y una sofisticación aristocrática. Para sus representaciones musicales y performáticas se inspiraba en Édith Piaf y Greta Garbo, entre otras grandes glorias.

Javier Temple. (https://elpollofarsante.pe/category/cronicas/)

Su casa fue no solo escenario de grandes fiestas de homosexuales dentro y fuera del closet; también, como ya se dijo, amparo para muchos exiliados en una sociedad tan santurrona y conservadora como la limeña de entonces. Javier Ponce (acaso su biógrafo más destacado) ha descrito múltiples veces que esta “era un espacio fuera de la realidad, una especie de lugar anárquico, en el cual lo único que reinaba era la libertad”. Según el autor, para ‘las hijas’ de La Temple ese fue, prácticamente, el hogar que nunca tuvieron. Un espacio donde pudieron hablar de sus amores y desamores, de sus peleas e incertidumbres, pues ella, desde una ligereza particular, ayudaba con su sarcástica sabiduría. 

Su profundo conocimiento del arte y la moda la convirtieron en una referencia en estas materias Ponce recuerda que no se le podía encargar el dinero para las fiestas pues su adicción por la revista Vogue era muy conocido. En un conversatorio organizado por Crónicas de la Diversidad en noviembre de 2019 se mencionó que, desde su cama de bronce, y rodeada de pilas de Vogue, La Temple podía reconocer la referencia que necesitaba para algún vestido o accesorio. Sus ‘hijas’, por cierto, no solo tenían acceso a su hogar, sino que también ayudaban con los atuendos que se confeccionaba. Además, como recuerda Danny Gibbons recientemente, sus amigos de fuera del país colaboraban enviando zapatos, vestidos, joyas (de fantasía, claro) como regalos para sus shows. 

Javier Temple en la Revista Oiga (1981).

La captura en 1992 de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, fue un momento de celebración para La Temple y, gracias a este recuerdo, Javier Ponce detalló la organización de estas fiestas. El genio organizador de la anfitriona dirigía toda la operación, desde quién se encargaría de la música, el alcohol y la comida; hasta la lista de invitados. Muchos recuerdan que estas eran grandes festejos que reunían a ‘perras, pericotes y gatas’. 

Sin embargo, por lo que más recordaremos a Javier Temple es por su icónica carrera en el travestismo. Su primer encuentro con el mundo gay fue en la década de los setenta, en la histórica discoteca Inti. La Temple, desde los 17 años, trataba de entrar a ese lugar, pero no fue hasta su mayoría de edad que pudo disfrutar a plenitud del espacio. Asi, en discotecas y fiestas iniciaron sus shows. Con el paso de los años incursionó en el café-teatro; asimismo, Mario Carozzi la invitó a presentarse en su discoteca Perseo

Hija artística del argentino Vinko, referente del café-concert limeño de su tiempo, La Temple se convirtió muy rápido en una estrella, pues rompió con las características usuales de las travestis de su época. Su barba fue por algún tiempo un sello de su personaje. Una mezcla de diva del antiguo Hollywood, dama de la canción y un toque de cultura pop. Ponce describe como impactante su primer encuentro con la artista en la discoteca Escrúpulos. Era 1987, “estaba con unas botas negras largas, minifalda, con una especie de blusa negra, creo que era de cartón, con barba y, en la cabeza, tenía amarrados unos helechos (…) no sé, era la ruptura absoluta”. Además, mientras las legendarias Coco Marusix y Naamin Timoyco se peleaban por lipsyncquear a artistas como Thalía o Yuri; Temple prefería a Piaf, Nacha Guevara o Paloma San Basilio. De esta última siempre recordó su primera presentación con la versión de ‘La flor de la canela’. Sus dudas de presentar este tema criollo en una discoteca homosexual fueron disipadas con los aplausos del público. 

La Temple interpretando “La flor de la canela” en Studio One.

En 1994, junto a sus compinches Antonio Fortunic y Javier Ponce, filmaron el falso documental Anastasha. Fortunic recuerda que, un año antes, al graduarse como cineasta en la NYU y regresar a Lima, salió la idea de utilizar el arte para escapar del convulsionado contexto político del país. “Juan Carlos Ferrando quería hacer una serie de televisión con ella”. Sin embargo, según el director, la elegancia del personaje no estaba destinada para este espacio. Así fue que planteó un mediometraje que contara la historia ficcional de una diva peruana que triunfaba en el extranjero. Esta propuesta presentaba extractos de películas dirigidas por reconocidos directores como Truffaut, Almodóvar, Bergman entre otros. Fortnic lo recuerda como un trabajo colaborativo, para el que se consiguieron prestadas cámaras, atuendos y utilería. De esta manera Anastasha terminó siendo muy camp, con códigos que solo los homosexuales de la época entendían. Si bien el producto final se presentaba regularmente en reuniones de amigos, no fue hasta que el director del Festival de Cine de Lima, Edgar Saba, vio todo el potencial de la cinta, que esta se proyectó en dos ocasiones, una para los invitados internacionales y otra para el público general (pese a la negativa de algunos críticos).

Portada de “Anastasha” (1994). 

Con sus más de 35 años de carrera se ganó el título de ‘madre de todas las divas’ y su lugar en la historia gay del siglo XX. Hoy en día conocer su vida y sus peripecias nos permite entender cómo se relacionaron los homosexuales y el mundo gay limeño. Parte de sus memorias están en el canal de YouTube ‘Archivo Javier Ponce’, donde no solo podemos disfrutar Anastasha, sino también otras de sus presentaciones. 

Hasta pronto, Temple, que la tierra te sea leve. 


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