Los aplausos a un tanque resumen el estado actual de nuestra educación superior
El pasado sábado por la mañana, un tanque de la policía entró a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con el propósito de arrestar a cientos de manifestantes que habían llegado a Lima para unirse a las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte. Una imagen así de drástica como polarizadora obliga a reflexionar el estado actual de nuestras universidades y su posición ante las demandas sociales.
Para muchos, la entrada de la policía a San Marcos se justifica porque “a la universidad se va a estudiar”, haciendo alusión que las protestas, la organización social y la apertura a diversas opiniones no son partes del quehacer universitario. Parte del debate se centra en si los estatutos de las universidades permiten —o deberían permitir— alojar a manifestantes, o en qué forma y tiempos pueden hacerlo, si basta el permiso de los rectores o si es algo que se deba aprobar en Consejo, etc.
Sin embargo, el argumento de que a la universidad se va solo a estudiar aboga por una universidad —y unos universitarios— que vivan paralelos a la realidad nacional. Este razonamiento viene acompañado de la idea de que esas promociones de profesionales ejerzan de espaldas de la realidad y que funcionen solo con la teoría y los números, desconociendo sus propios privilegios y limitaciones, e ignorando cómo el trabajo profesional puede reproducir las diferencias sociales.
Por una parte, este argumento niega a la historia y rechaza el rol de las universidades en los movimientos sociales en diversos país y considera a los universitarios como caprichosos o ingenuos. Como indican académicos noruegos, las universidades no solo tienen un papel histórico en la gesta de las protestas políticas, sino que hay una correlación entre las universidades y las protestas contra regímenes dictatoriales y llamados por los derechos humanos. Pero otra dimensión aún más preocupante de aquel argumento es la que reduce a la universidad a un espacio para aprender un oficio y asegurar un trabajo, en lugar de un lugar de abrirse al mundo y generar conocimiento.
Ver a la universidad como una fábrica de trabajadores no es algo nuevo, y mucho menos gratuito. Las reformas universitarias de los 90 promovieron la creación de universidades privadas y con fines de lucro. Esto devino en generaciones de alumnos que ven la educación como una inversión de la que se espera un retorno únicamente económico, mas no social. Tras décadas de desmantelamiento de nuestras universidades, hemos terminado con instituciones donde la investigación se ve como un gasto que la Sunedu obliga a hacer, en lugar de como pilares de la generación de conocimiento, una de las razones de ser de las universidades en sociedades avanzadas; lugares donde hoy el completo bienestar de los alumnos también se ve como un despilfarro y se promueve la idea de que obtener un diploma al final de cinco años es lo único que una universidad nos puede prometer, obviando una formación integral que incluya una apertura a diversas opiniones en lugar de un listado de temas. El fin de lucro en una universidad despolitizada también exprime a los profesores, quienes tienen que enseñar múltiples clases en múltiples sedes, y que entregan un recibo por honorarios a fin de mes sin derechos laborales ni académicos, entre ellos, la libertad académica que permite la creación de nuevas ideas, la formación de profesionales y el desempeño paciente y no apurado de la docencia.
La apertura o el rechazo de las universidades a alojar a manifestantes también nos obliga a pensar en otro tipo de lucro, el académico. Se ha criticado, con razón, a las universidades y académicos que reciben halagos y citas por estudiar al Perú, pero que, al mismo tiempo, le dan la espalda a los sectores más olvidados de la población, tanto en sus aulas de estudios como en sus estudios, y ahora en sus sedes. Recibir o no en sus instalaciones a los manifestantes puede verse como un hecho aislado; sin embargo, alumnos de diferentes universidades comentan ahora cómo sus casas de estudios le dan la espalda a las protestas de diferentes maneras. Estos jóvenes reclaman que la mayoría de sus clases hayan ocurrido de forma paralela a las protestas, llegando en algunos casos a la prohibición de tocar el tema para evitar el debate en clase, o sin reconocer cómo la situación política afecta social, emocional y académicamente a los alumnos. Por supuesto que hay algunos que prefieren que sus clases sean espacios estériles y no “incómodos”: para muchos profesores y alumnos, la oportunidad de “estudiar al Perú” es algo que se da de forma paralela y no incluye involucrarse en conflictos actuales, negando a los alumnos a formular y defender sus argumentos, especialmente los de posiciones contrarias.
La idea de que a la universidad se va solo a estudiar refuerza también las jerarquías que ocurren en los salones de clase, reduciendo el aprendizaje a aprender de quien se para al lado de la pizarra e ignorando todos los momentos en los que este se da entre alumnos, de alumnos a profesores, y desde las diferentes realidades que conviven en un mismo salón. Esta idea, que reduce el conocimiento a los textos, ignora las vivencias y la riqueza con que los alumnos llegan a la universidad, con la diversidad que cada uno aporta. Muchos celebran que se tumbaran la entrada a la San Marcos, como celebran que se tumbara la reforma universitaria. Unos no solo exigen más tanques en las universidades, sino también más universidades fachada, donde solo soplar es necesario para entrar. Tumbarse la entrada a la universidad y tumbarse a la Sunedu, por lo tanto, forman parte del mismo argumento de que a la universidad “se va a estudiar”. Un “estudiar” entendido como la homogenización del pensamiento y la abstracción de la realidad. Y un acceso a la universidad, en su acepción de universalidad, que es restringido a pocos.
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El problema es hasta qué punto la política puede intervenir en una universidad, porque está huelga es de carácter político desde que pide la destitución de autoridades y nueva Constitución. Qué luchas/actos políticos se deberían permitir? Ya tenemos congresistas y partidos que son dueños de universidades, bajo la premisa de la «autonomía universitaria» y el «carácter político» que puede asumir una universidad, se avalaria el proselitismo de partidos como el de Acuña o el de Luna Gálvez.
Porque a fin de cuentas, ahora defendemos estos actos porque para muchos les parece una lucha justa, pero que pasa si esa misma lógica la usan para otras situaciones que no nos agraden? Con movimientos ultraderechistas crecientes, se defendería de igual forma? O solo cuando estemos de acuerdo con su lucha es válido?
Finalmente, nada quita que los abusos y la desproporción que se usó en este caso, donde las autoridades universitarias responden de forma tardía.
Estás dando un ejemplo único de lo que no entiendes de «hacer política». La universidad y su creación de por sí ya es política. La discusión entre los espacios universitarios sobre consignas es justo y necesario y bajo esto se llega a apoyar o no un cambio de constitución, renuncia de alguna autoridad o pedir reformas. Mencionas que hay políticos que son dueños de universidades, pero estos no hacen política sino defienden interés particulares, son empresarios y usan el espacio político (lobby) para beneficiarse. No confundir que eso es ser político o hacer política.
Luego confundes la lucha justa como la que sucede en estos momentos con los fascistas. Que tal manía de relacionar papas con camotes. Si realmente hay una sociedad que acepte el fascismo es porque estamos involucionando y es en la academia donde se debe discutir políticamente esto.
Nadie niega que hay destrozos por parte de los manifestantes, pero el monopolio de la violencia lo mantiene el Estado y venir a deslegitimar una protestas por unos cuantos es errado. Se debe rechazar la reacción del estado, el estado de emergencia y el uso de las fuerzas armadas para buscar la «paz» contra su pueblo.
Mas análisis de la realidad es lo que le falta a usted.
Que tal versión descontextualizada. Si, fueron a detener a protestantes que habían venido a Lima, pero te olvidaste que la universidad fue asaltada y tomada por un grupo politizado de alumnos y obviaste que el día anterior todos participaron en la «Toma de Lima», con violencia, atacando a policías, dejando heridos y destruyendo un edificio del Centro Histórico. Actos de terrorismo, a la luz de la ley y el diccionario. Ademas, en la madrugada -y hay imágenes-, esos estudiantes atacaron a la seguridad de la universidad. Ah y un detallito hay Estado de Emergencia, en el que están prohibida las reuniones y marchas. Es decir, un conjunto de ilegalidades.
Ya con la contextualización completa, el ingreso de la policía a la universidad estuvo plenamente justificado, no se puede permitir que presuntos autores de esos delitos permanezcan campantes como si nada, menos como invasores de un edificio púbico, o sea que pertenece a todos los peruanos.
Lo que propones en el fondo es politizar las universidades. Absurdo. Eso ya ocurrió en los 70s y fue un desastre, nido y guarida de terroristas protegidos por la «autonomía universiataria». Costó 30 años sacar a sendero luminoso de allí. Los estudiantes son libres pueden hacer actividad política por su lado si les interesa, por eso se llama movimientos estudiantiles, pero es inaceptable que se pretenda que la universidad lo haga y los apañe. Propones la del cangrejo, caminar para atrás.
Jajajaja tienes una idea propia, una idea distinta a lo de los medios de comunicación?
Generalizar términos en problemas sociales es un claro ejemplo de que no entiendes sobre la pluralidad en la sociedad, que una sola explicación no muestra la verdad, que una idea de solución no va a solucionar el problema.
Hay delitos que cometieron contra patrimonios y personas de ambos bandos, pues que la policía, servicio de inteligencia los identifique y les den una sanción ejemplar.
Pero generalizar diciendo que, todos los que se instalaron en la UNSM atacaron, dejaron heridos, etc. es un error, hay personas inocentes y valientes, y claro, también aprovechadores y violentistas. No puedes pedir que castiguen a todos, justificar abusos y muertes, solo porque tú estas molesto/indignado.
Este texto puede quedar aquí, pero tu aprendizaje para solucionar conflictos sociales reales puede mejorar o simplemente quedarte en ese punto de tu vida y ya.
Saludos.
¡Excelente artículo! nos transporta a lo profundo de la situación y que no es gratis todo movimiento que va dirigido a no cuestionar, ni mucho menos cuestionarte ciertas decisiones a nuestro alrededor.
Que acertado análisis. El problema central en estas manifestaciones más allá de lo político creo que debería mover a toda la ciudadanía a respetar la vida y la propiedad de los demás, estamos viendo como un grupo grande de personas de otras regiones viene a Lima porque en sus ciudades o pueblos los están matando como si nada, situación que en Lima no sería igual, el tema de ingresar a san Marcos derrumbando la puerta con un vehículo blindado en forma de amedrentar está totalmente fuera de lugar teniendo en cuenta que la puerta del costado se encontraba abierta, ahora la rectora de dicha universidad emite un comunicado en el que desconoce que haya autorizado a la policía y FFAA que hagan dicho espectáculo destruyendo bienes de la universidad y la residencia universitaria, ademas humillando a los estudiantes y gente de campo, sobre lo que dicen en un comentario arriba sobre la quema del centro histórico en lima, al parecer no sabe que el propietario del inmueble está demandando al estado y la policía porque evidenció que lo incendió las bombas lacrimógenas, ocasionándole pérdidas de más de $ 1.5M (tan solo de inversión) y él junto a sus vecinos tienen pruebas, mi sentir y pensar individual frente a esta situación es adelanto de elecciones y basta de matanzas como si fuera algo normal en una democracia, basta de amedrentar a los estudiantes que opinan una crítica al sistema actual.
Me parece muy atinado el aporte crítico que das en esta redacción. Contrario a la opinión de un comentario anterior que no es precisa: para la intervención policial en SM era necesaria la presencia de fiscales además de permitir el libre derecho a la defensa que fue negado a los capturados. Pero quien desea estar sesgado lo estará.
En mi experiencia universitaria ( de una Nacional y con amplio trabajo en el Perú) puedo decir que es cierto que no se ha gestado e impulsado el pensamiento critico de la realidad social. Lo que si puedo decir es que gracias a estos estudios logré acercarme al Perú profundo de Basadre y pude palpar las necesidades, realidades ampliamente distintas a la capital. Oportunidades perdidas, sueños de hombres y mujeres que no llegaron a buen puerto o no llegaron ni a nacer. Nos falta mucho por hacer.