Las de las universidades: enormes y silenciosas
Entre las décadas de los 80 y 90 los peruanos fuimos estafados por CLAE con un esquema piramidal de préstamos. En un momento de serias complicaciones económicas, muchos hogares perdieron los ahorros de sus vidas. Algunos lo recuerdan como el timo más grande de nuestra historia, pero están equivocados. Hay otra estafa, más silenciosa pero más nociva, que ha estado con nosotros ya varias décadas afectando a más hogares por montos muy importantes: la de la educación universitaria.
Es que hay que decirlo con todas sus letras. Estafa es lo que varias universidades hacen al cobrar por una educación de mala calidad que no permite a sus egresados conseguir empleos que siquiera les permita recuperar el dinero invertido por su educación. Esto ha sucedido con cientos de miles de jóvenes desde hace buen tiempo, pero el problema se exacerbó en 1996, cuando se permitió abiertamente el lucro en la provisión de servicios educativos.
Se estima que CLAE estafó a 250,000 personas. Por las universidades no licenciadas han pasado tres o cuatro veces esa cantidad de personas, incluyendo los casi 200,000 que cursaban estudios cuando se denegaron las licencias. Cada uno de ellos ha perdido no solo el tiempo y el dinero que le dio a esas universidades, ha perdido también parte importante de la posibilidad de generar ingresos en el futuro pues no adquirieron el capital humano que implícitamente se les prometió.
La estafa de CLAE se llama piramidal por la manera en que funcionaba: para pagar los intereses tan altos que prometían a un préstamo tenían que conseguir el ingreso de dos o más prestamos nuevos. Luego, para pagar los intereses de cada uno de esos préstamos nuevos debían enganchar a dos o más prestamos nuevos para cada uno. De esta manera se formaba una pirámide de préstamos que dependían unos de los otros.
El timo de las universidades de baja calidad se puede entender también bajo un esquema piramidal, pero diferente. Un elemento clave de su modelo de negocio es el gran volumen de estudiantes, por eso admiten muchísimos en el primer ciclo. Tanto por razones económicas como académicas, no todos están en condiciones de llevar satisfactoriamente los estudios universitarios. Entonces, ciclo a ciclo, porcentajes importantes de estudiantes desertan y son muy pocos los que llegan a graduarse. Así se configura una pirámide poblacional de estudiantes en estas universidades. Parte importante del negocio está en cobrarle pensiones a cientos de miles de jóvenes que no terminarán la universidad y habrán desperdiciado tiempo y dinero. Los dueños del negocio tienen clara conciencia de esto, pero actúan con pocos escrúpulos.
Un elemento clave de las estafas es la ilusión. Antes de caer en desgracia, Carlos Manrique, el líder de CLAE, era premiado por gremios empresariales y era un invitado especial en programas de la televisión. Su éxito empresarial era halagado y condecorado. Esto generó una ilusión: todos querían invertir con él. Con lo universitario sucede algo similar, pues el consumo de educación es, en una buena medida, aspiracional. Todos quieren enviar a sus hijos a la universidad.
Pero hay un problema: no es tan fácil distinguir a las universidades buenas de las malas, al menos no para las mayorías, quienes no tienen mucha experiencia en el consumo de estos servicios educativos. Esto trae otro problema, ya que si la calidad no es fácilmente distinguible, la competencia entre universidades se da en otra dimensión que sí es observable: los precios. Así, la competencia en el mercado de la educación, al menos en este segmento, es una de bajos precios y paupérrimas calidades en un círculo vicioso en el que ambas condiciones se retroalimentan. Quienes pasan por las universidades de baja calidad se dan cuenta de la estafa después de egresar, cuando ven que su empleabilidad es precaria. Pero para ese momento ya es tarde. No hay lugar a reclamo.
Para superar estas trampas existe SUNEDU, que ayuda a separar la paja del trigo. Esto es útil para los hogares, pues con más información pueden tomar mejores decisiones. También es útil para las buenas universidades, pues les permite distinguirse de las de baja calidad. Dicho esto, resulta obvio identificar a quiénes les viene mal la existencia de SUNEDU: a las de baja calidad. Son ellas quienes se quieren traer abajo la reforma, desde sus inicios.
¿Qué garantías tenemos para la defensa de la reforma? La verdad es que muy pocas. Como estamos viendo, unos cuantos políticos cortoplacistas, y con serios conflictos de interés, se la pueden bajar con relativa facilidad. El problema de los profesionales mal formados nos afecta a todos, pues reduce la competitividad del país. Entonces, somos los ciudadanos los llamados a pensar en el largo plazo y defender la reforma. Por nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Excelente artículo; muy de acuerdo. Un abrazo
Preciso, conciso y directo.
De todos los problemas actuales, creo que este es uno de los más graves, pues puede irradiar a varias generaciones, e impulsar en declive a nuestro país.
Coincido es un problema grave, y claro somos los ciudadanos los llamamos a pensar, pensar bien y evaluar dónde se estudia, dónde realmente habrá formación, hacernos responsables por las decisiones, junto a la reforma universitaria ayudará mucho a nuestro país.
Excelente comparación! La reforma es importante y debemos defenderla. Pero a la vez es importante que el estado ayude a miles de familias que desean que sus hijos tengan un mejor futuro dándole alternativas dónde los jóvenes no pierdan tiempo y dinero….