Ese tuit que escribiste


Nuestras conversaciones en Twitter en pandemia han sido caso de análisis

 


La inteligencia artificial (IA), usada de manera responsable y centrada en las necesidades de las personas, abre un abanico de oportunidades que recién estamos descubriendo. Por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) acaba de recurrir a ella para analizar percepciones sobre la desigualdad en el contexto del COVID-19. El campo han sido miles de  conversaciones en Twitter para así intentar retratar a las sociedades de Chile, Colombia, Ecuador, México, Bolivia, El Salvador y Perú.

           El análisis del BID explora qué se dijo entre febrero y julio del 2020 sobre temas como educación, iniciativas ciudadanas, mercado laboral, necesidades básicas, salud y vivienda. A partir de 1.080.039 tuits[1], se encontró que la mayoría de las conversaciones estaban relacionadas con la desigualdad sin mencionarla directamente. Las que sí relacionaban explícitamente problemas como la pobreza, el hacinamiento y la exclusión con la desigualdad fueron el 4.6%. Este tipo de conversaciones aumentaron a partir de marzo con la llegada del virus y en junio, luego del asesinato de George Floyd en Estados Unidos, las conversaciones explícitas alcanzaron otro pico. Las desigualdades raciales, sin embargo, no fueron una categoría considerada por el estudio. 

           La desigualdad en el acceso a la salud ya era un tema popular de conversación en Twitter antes del virus. Aquellas relacionadas con acceso a la vivienda y a necesidades básicas fueron incluidas en la conversación de forma implícita y, en general, fueron menos recurrentes. Es interesante que la comparación entre conversaciones pre y post COVID-19 muestre que algunos temas fueron silenciados con la pandemia. Pasamos de hablar de la “culpa de los políticos” a mencionar la desigualdad laboral y la brecha digital en el teletrabajo, la educación y el ocio. El hábito de tuitear de muchos se ve plasmado en cifras que nos reflejan como colectivo.

           Sin embargo, este estudio es un cuadro impresionista: ofrece datos relevantes sobre qué se está diciendo en algunos sectores de la región. No es una conversación donde estemos todos y todas. Ni siquiera la mayoría. En Perú, solo 1 de cada 10 personas con acceso a Internet usó Twitter al menos una vez en el 2019. Aquí la brecha digital es real y se ha mostrado aún más descarnada durante la pandemia, cuando muchos escolares tuvieron que abandonar su formación por no tener la infraestructura necesaria para seguir clases en línea. El panorama no es distinto para el resto de la región latinoamericana.

           Aún así, las conversaciones que se dan en los medios sociales dejan huella: nuestros tuits impactan en la opinión pública y en la agenda de los medios. Tal como lo indica el BID, impactan en las percepciones de la realidad. Es decir, incluso en la era de la democratización de la comunicación, algunos pocos hablan por muchos. Eso es poderoso y no deberíamos ignorarlo.

           Otras implicancias de esta zambullida en tuits de personas anónimas llenos de toxicidad, sarcasmo y mala leche, tienen que ver con la ética y la legislación sobre medios sociales. En Twitter se pueden decir y hacer cosas que en la vida real serían un delito para algunos países. La regulación en inglés es laxa y en español, casi inexistente. Alejandra Ruiz León me contaba hace poco sobre su trabajo “de día” como investigadora en un centro de ética para la tecnología, y me explicó que las características de Twitter y cómo se diseña su algoritmo llevan a que realicemos o no algunas acciones. “En Twitter es súper fácil ser tóxico porque es rápido, es escrito, la regulación que tiene es nula y el propio algoritmo te empuja a ser troll”, contaba Ale en nuestra última reunión editorial en Jugo de Caigua. De hecho, Twitter ni siquiera pide un correo electrónico verificado para crear una cuenta. 

           Nosotros, que no sabemos qué es exactamente un algoritmo o qué leyes rigen sobre la plataforma, utilizamos Twitter de distintas maneras. Algunos para rotar chistes, otros para compartir el trabajo que hacen. He observado que un grueso de tuiteros y tuiteras lo usan para decir lo que les da la gana y esta espontaneidad es una gran oportunidad para la investigación sobre temas sociales y para propiciar diálogos necesarios. 

           Mediante Twitter tenemos acceso a un tipo de información que no teníamos hace 15 o 20 años. En los 80, para hacer un estudio “pequeño” como el del BID, habríamos necesitado cientos de encuestadores entrenados, materiales y mucho más tiempo para llevarlo a cabo. No es que ahora se realicen estos estudios mágicamente, pues toman tiempo y necesitan de conocimientos especializados, pero la gente dice en Twitter cosas que no le diría a un encuestador y es posible recabar mucha más data de forma digital que en persona. Esto me hace pensar que Twitter y otros medios sociales pueden ser más que una esfera para conversaciones tóxicas. 
Si lo decidimos, también son un espacio para ejercer ciudadanía y expresar preocupaciones y propuestas. 


[1] 141.504 tuits fueron peruanos. 

4 comentarios

  1. Sara

    Con Twitter, una cosa es lo que «debería» ser y otra, lo que «es» en realidad. Si se creó para enriquecer la discusión, más bien es un foro de ajusticiamiento público donde la toxicidad abunda y cualquiera, literalmente, se siente con derecho a agredir o insultar. No tengo Twitter, nunca lo tuve ni pienso tenerlo, por salud mental básicamente.

    • Sharun Gonzales

      Hola Sara,
      Sí, me es dificil imaginar que Twitter fue creado para ser lo que es actualmente. Sin embargo, es una fuente de información que ni las instituciones ni la investigación sobre el mundo ignoran (y tal vez tampoco deberían ignorar). No soy asidua de Twitter, pero creo que podemos darle la vuelta a aquello en lo que se ha convertido.
      Gracias por tu comentario! 🙂

  2. Diego JP

    Es bien curioso lo de Twitter. Por un lado encuentras a personas muy valiosas y de las que puedes aprender a partir de lo que escriben, como es el caso de muchos de los redactores de Jugo de Caigua, investigadores, periodistas, gente que comparte su trabajo y es bacán leerlos e intercambiar ideas, y por el otro lado tenemos también a los famosos troll y a los que mandan a los troll. Me animaría a decir que Twitter como tal es una herramienta poderosa si la llevamos bien, pero también es la red social que más ha destruido mi salud mental el último año.

  3. Dina Neumann

    Gracias por su escrito, aporta una mirada diferente al poder que tienen estas aplicaciones. Un poder que asusta, en cuanto se usa para callar opiniones controversiales o que les resulten aparentemente tóxicas a los dueños de twitter (ej.: Trump), mientras que en otros casos, nos amargan la vida a diario, pero no resulta tan rápido el bloqueo, a menos que muchos se quejen. Leí en Telegram que Twitter y Facebook dejaron de percibir muchos cientos de miles de dólares ya que usuarios prefirieron Telegram, como aplicativo para poder expresar sus opiniones con mayor libertad.

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