El Perú en el universo Bond


Nazis, vikingos y terroristas en el Perú de las novelas de espionaje


Alejandro Neyra es escritor y diplomático peruano. Ha sido director de la Biblioteca Nacional, ministro de Cultura, y ha desempeñado funciones diplomáticas ante Naciones Unidas en Ginebra y la Embajada del Perú en Chile. Es autor de los libros Peruanos IlustresPeruvians do it better, Peruanas Ilustres, Historia (o)culta del Perú, Biblioteca Peruana, Peruanos de ficción, Traiciones Peruanas, entre otros. Ha ganado el Premio Copé de Novela 2019 con Mi monstruo sagrado y es autor de la celebrada y premiada saga de novelas CIA Perú.



Siendo una de mis aficiones la búsqueda del Perú y de peruanos en la ficción universal, vale la pena recordar algunas de estas apariciones en el género de espías que, bien vistas, igual que como en el caso de los Transformers con nuestro rico pasado histórico, nos aproximan a la idea que del Perú existe en otras latitudes y que quizás no se alejen mucho de las preocupaciones actuales de los peruanos.

La primera es la novela Caza al hombre en el Perú de Gerard de Villiers, un escritor de origen francés, cuyo personaje Su Alteza Serenísima —la abreviación SAS da nombre a la serie—, el noble espía austriaco Malko Linge, llega al Perú en el crucial año de 1985, para atrapar al enigmático líder del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. La novela, llena de sadismo, sangre y sexo, tiene una ambientación casi perfecta en el Perú de los ochenta (De Villiers viajó al Perú en 1985 para ambientar su novela, la cual fue, además, publicada por entregas en el entonces novísimo diario La República). Hoy, en época de terruqueo permanente, no haríamos mal en releer esta novela que da muchas luces sobre el origen de Sendero y que además predice la forma en que sería finalmente atrapado el presidente Gonzalo (De Villierstenía fuentes impecables, pues él mismo había sido agente de inteligencia y era muy leído por sus excolegas, pues,efectivamente, a veces parecía predecir desde golpes de estado hasta atentados como el que sufrió el papa Juan Pablo II). 

La segunda es un reciente descubrimiento, al menos para quien esto escribe, que le debo a un amigo interesado en la diplomacia y el espionaje. Se trata de la aparición del Perú en la saga de Ian Fleming, nada menos que en la sexta entrega, la famosa Dr. No, que se convertiría en 1962 en la primera película de la famosísima serie de James Bond y haría ícono del cine a Sean Connery (y a la suiza UrsulaAndress, cuya salida del mar como Honey Ryder tiene reminiscencias de la Venus de Botticelli).   

El Dr. Julius No, antagonista de Bond en la novela y la película, habita en “Crab Key” —cayo o islote Cangrejo—, nada menos que una isla guanera en el Caribe, en la cual desarrolla sus malévolos experimentos. Lo curioso del caso es que esto que apenas se menciona en la película, merece unos buenos párrafos de la novela de Fleming, que explica algo de lo que los economistas llaman la “enfermedad holandesa” o efecto negativo que trae el descubrimiento de riquezas naturales en un país como el Perú (y que recientemente he leído en reflexiones en torno a la posibilidad de que perdamos los puestos de privilegio que tenemos como productores de minerales, especialmente el cobre, o frente a la posibilidad de nuevos descubrimientos de litio y de minerales raros en las minas de nuestros Andes). 

Así, en el libro se puede leer una extensa explicación que recibe James Bond de Pleydell Smith, un joven funcionario a cargo de la oficina de las colonias en Jamaica, a cuya soberanía adscribe la isla donde vive No. Smith es el encargado de hacerle al agente 007 un briefingsobre el origen de la riqueza del inversionista chino-alemán No, pero al mismo tiempo desea exhibirle su cultura y conocimiento sobre la historia de la importancia de las heces de las aves como fertilizante. Aquello no eracasual: el propio Smith había sido antes un funcionario consular en el Perú y había conocido a la gente de la “Compañía Administradora del Guano” —gente nice, según él mismo expone—.

La historia que cuenta Fleming a través de Pleydell Smith es la que lamentablemente conocemos los peruanos: cómoa mediados del siglo XIX se descubrió el valor del guano de las islas como fertilizante; la posibilidad de hacer grandes negocios de exportación que redituaban en libras esterlinas que se dilapidaron en proyectos inconclusos; y la burda corrupción que hizo muy ricos a muy pocos sin propiciar ningún bienestar real a los muchos. En resumen, la misma historia (de la corrupción) de siempre en el Perú. Pleydell Smith habla de este periodo como la “Saturnaliaperuana”, un verdadero festín aparentemente interminable —aunque bien sabemos que este tuvo un fin abrupto y trágico con una brevísima escaramuza contra España primero, y una larga y cruenta guerra con Chile después de algunos años—.  

James Bond, hombre de acción, que se había preparado para una aburrida historia —en palabras del agudo e irónico Fleming—, siguió atento el relato hasta el final, cuando Pleydell Smith cuenta cómo, tras el descubrimiento de nuevos fertilizantes químicos y la caída de los precios del guano, hay aún un momento de la historia en el siglo XX en el que los precios se recuperan un poco, pero el Perú ya no tiene capacidad de exportar el abono que tantas riquezas dilapidadas le habían dejado antes. Es entonces cuando pequeñas inversiones en islas guaneras nuevas en otros mares, como las de “Crab Key”, resultan rentables y hacen millonarios a nuevos empresarios como el doctor Julius No.

Hay algo más. Si bien es cierto que en primera instancia el doctor No parece cercano al no menos famoso doctor FuManchú, hay un dato que hemos encontrado y que nos trae una nueva vinculación con el Perú. El personaje del doctor Julius No habría estado inspirado en la del multimillonario sueco Axel Wenner-Gren, dueño de la marca Electrolux, y quien se hacía llamar a sí mismo doctor por un título honorífico otorgado por una universidad peruana (tan proclive a los títulos bamba).

Axel Wenner-Gren, he aquí lo verdaderamente interesante, no solo había recibido un doctorado en Lima, sino también la Orden del Sol de manos del presidente empresario Manuel Prado, en 1941, tras haber financiado a través de su ONG Viking Fund una expedición por las rutas del camino inca a Machu Picchu, en la cual participaron Paul Fejos —cineasta húngaro reconvertido en antropólogo y documentalista— y nada menos que el sabio Julio C. Tello. En este recorrido descubrieron algunos sitios como el Wiñay Wayna y otras ruinas de gran valor. Lo curioso es que Wener-Gren, quien además se reivindicaba como uno de los últimos vikingos, se hacía el sueco cuando se trataba de sus vínculos con el régimen nazi, en el cual era amigo de Hermann Göering y no se privaba de hacer negocios con la fabricante de armas Krupp. Se dice que además del interés arqueológico, tenía interés crematístico y propuso varios negocios al régimen de Prado, pero al estar siendo investigado por el FBI por pertenecer presuntamente a una red de espionaje alemán, tuvo que dejar de lado sus intereses en Norteamérica y terminó autoexiliado en México, donde hizo negocios de gran magnitud y fue fundador del gigante Telmex. 

Y es que las novelas de espionaje esconden grandes personajes, espías verdaderos y, lamentablemente, historias de corrupción y violencia como las que hemos vivido por mucho tiempo. Seguiremos informando.

Wenner-Gren y Paul Fejos en el Cusco, en la expedición de la «Viking Fund»

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